Capítulo 23: Influencia, esa es la clave.

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La cicatriz ya no estaba. Aquella que había descubierto después de mi estado de inconsciencia a mis escasos seis años. El día en el que perdí a mi madre y no la volví a ver, dejándome una grieta en mi mente y corazón que llevaría toda mi vida, ya que partes de mi memoria se borraron y nunca supe el motivo, ni por qué esas piezas faltantes en mis recuerdos nunca más afloraron. Me odiaba por no conseguir recordar, aunque me esforzaba hasta el punto de tener una terrible jaqueca. Debía obtener algo, esas partes eran esenciales para saber el motivo y lo que realmente había pasado aquel día en la playa. Pero no lo logre, estaban en exceso estancadas en alguna parte de mi cerebro, como si se me estuvieran negando a mí, su respectiva dueña, lo que me martirizaba mi existencia. "¿Por qué no puedo recordar? ¿Por qué?" pensaba a mis seis años. En esa edad creo haber sufrido demasiado su pérdida para que luego no pudiera acordarme de lo sucedido, y se suponía que yo era la única testigo en ese momento y presencie en primer plano lo sucedido.

Me mantenía frotando mi suave y lisa frente, lo que antes era una sensación áspera y con un notable relieve en ella, debido a la marca que habían dejado aquel día. Esa cicatriz, con la que no encontraba respuestas de cómo o quienes lo habían hecho. Parecía que, aunque mi exterior cambiara, mi interior no lo haría, porque mis recuerdos seguían sin volver.

—Melody, ¿esta calienta el agua? —Ángela me pregunta del otro lado de la puerta del baño.

—Sí, está muy bien, gracias —le respondo dentro de la bañera.

Fue hasta hace unos minutos que Ángela toco a mi puerta después de haber sido castigada.

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¡Toc Toc!

—S-sí, pase —digo después de parar de dar vueltas por la habitación. Y la puerta se abre.

—Melo, mama se olvidó de decirte que ya preparo el baño para ti, así que me mando a mí.

—¿Eh?, pero ¿no estoy castigada? —la miro confundida.

—Sí, pero eso no significa que te vayas a la cama fría y mojada. Mira, todavía estas goteando. Además, puedes pescar un resfriado.

—Tienes razón —sonrío torpemente y le pregunto —¿y Leo?

—Él ya debe estar en el baño de la habitación de nuestros padres, así que no te preocupes.

"Que bien. Después de todo fue arrastrado en esto por mi culpa"

El baño era un espacio bastante común, pero encantador, con un estilo delicado que ambientaba la tranquilidad. Paredes beige y pisos de un gran parecido al mármol. En el centro, la bañera. Su textura era lisa y templada, ya que el agua caliente—que ya se hallaba dentro de la tina, hasta casi llegar al borde—la estacionaba cálidamente.

—Ten —Ángela me pasa una toalla —. Quería decirte que no te preocupes por la actitud de mis papas, ellos solo quieren lo mejor para ti.

—Yo, los entiendo, y gracias —me quedo mirando la toalla.

—Después me cuentas lo que te paso, ¿entendido? —me mira desafiante pero tierna.

—Lo haré, lo haré —asiento varias veces mientras me río.

—Bien, vuelvo en un rato —cierra la puerta detrás de ella.

Mi cuerpo se volvió un alivio envuelto en vapor, mientras que me sumergía lentamente en el agua que tenía la temperatura justa. No era muy complejo el funcionamiento de este baño, pero si tenía unos tubos de ¿acero? que servían para la conexión de la bañera y el lavamanos, que llegaban a lo que sería una especie de caldera bien escondida para que el lugar no se tornara brusco. Cuando el fuego calentaba lo suficiente, se lo apagaba y luego una llave abría el paso del agua ya caldeada y recorría por los tubos hasta llegar al destino. Para volverlo a usar se tendría que recargarse el agua y volver a prender la llama. Era tedioso, pero no habría otra manera. Por lo menos por ahora.

TIERRA DE ESPÍRITUS~La chica dorada (TERMINADA)Where stories live. Discover now