Capítulo 27: Dejaré de ser un niño

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Casi me golpea uno en la nariz...

Ellos planeaban, se elevaban y surcaban por los aires como si tuvieran vida propia. Volaban por aquí y por allá, y por ello una de las historias rosó mi cara en su trayecto, lo que provoco mi agachada postura mientras me sostengo la cabeza con miedo y miro hacia arriba con mis labios separados.

—Los libros están... ¿cómo? —digo temerosa.

—Casi te da en la cara —Zion se ríe alborotando la inmensa biblioteca.

Los numerosos libros que flotaban se detuvieron y cayeron bruscamente al suelo como una lluvia seca y llana que retumbó por todo el lugar.

—Están perturbando la paz —dice una mujer saliendo de entre la pila de libros que habían descendido.

Debía tener unos setenta años al igual que Ernesto, mi gran amigo que realmente extrañaba.

Ella llevaba un vestido gris de mangas largas y suelto, con estampados de pájaros blancos que llegaba hasta sus tobillos. Sostenía su cabello liso y casi blanco con varias cintas que lograban un rodete bajo y de lado, tocando su maduro cuello, además de unos colgantes tan grandes como sus verdosos ojos. Su frente debía estar más arrugada de lo habitual por el ceño fruncido que nos dedicó a Zion y a mí mientras caminaba hacia nosotros llevando un par de libros entre sus débiles brazos y ancianas manos. Y se distinguía en uno de sus bolsillos frontales un lente circular que colgado y se balanceaba por cada paso que daba. Podría ser todo aquello, pero tenía la misma aura fuerte y determinada de Ernesto.

"Lo extraño"

—Lamentamos el ruido —Zion da una reverencia y retoma —Ella es nueva y tengo que guiarla en el estudio.

Me despabile y me levante rápidamente del suelo mientras hago una acelerada y avergonzada reverencia.

—Mmm, la directora me informo de ello, no es necesario explicar muchacho —se gira y nos da lugar al paso —. Pero no quiero ruidos molestos, ¿entendieron?

—¡¡SI!! —digo exageradamente.

—Ssshh, no grites tonta —me susurra Zion.

—Lo-lo siento —respondo levemente mientras la señora suspira y cierra sus ojos por momentos.

Luego se toma el pecho y de él extrae un ser sin forma, como si fuera una masa moldeable semi transparente y del tamaño de su cabeza. No tenía ni cuerpo, ni cara, pero sonaba como el viento y se movía en ondas como una célula.

La señora lo tomo con sus manos y se adentró en sus palmas hasta desaparecer en ellas. De inmediato hace un movimiento de dedos apuntando hacia arriba y como si fueran plumas eleva todos esos libros del suelo y los pone nuevamente a volar. Entendí que cada cuento, texto y obra llegaba a su respectivo sitio, ordenándose solos en los altos estantes, que por cierto, estaban rodeados de largas y verdes enredaderas. También el piso tenia partes en donde crecía la hierba y la abarcaba en varias zonas, y grandes árboles decoraban las paredes marrones como si crecieran de ellas en montones de raíces con increíbles tamaños. Todo seguía hasta muy en el fondo de la biblioteca, donde terminaba en una extraordinaria cristalera que dejaba entrar el sol, iluminando así el largo corredor de estantes, mesas, mullidos asientos y artes de piedra que parecían sumamente viejos alrededor del cobre ventanal.

"¿A dónde fue esa señora?, es increíble como usó su espíritu. Porque creo que es un espíritu"

—Es hermoso, y gigante —digo atontada acariciando una raíz floreciente de entre las paredes.

TIERRA DE ESPÍRITUS~La chica dorada (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora