TIERRA DE ESPÍRITUS~La chica dorada (TERMINADA)

Extra Joel: "Estoy perdido otra vez"

—¡¡¡Meloodyy!!! —grité con todas mis fuerzas.

Recuerdo que la policía de la playa había llegado, y en cuanto me soltaron, sin pensar, salté desde la cima de la roca. Puede que ya era tarde, que ya tuviera los pulmones repletos de agua, o que el sangrado haya acabado con ella antes, pero aun así mi cuerpo no podía detener el impulso de una nítida esperanza, y poder una vez más ver sus expresivos ojos. Aquellos a los que me resistía ser hipnotizado. Negaba como un niño mis emociones, y para no ser controlados por ellos trataba de exteriorizar un falso odio, algo que era todo lo contrario a la realidad. Y es que estaba cómodo con mi vida, y si estar de su lado significaba ser perjudicado, pues tendría que enjaular esta atracción. Pero... en cuanto vi su vida extinguirse frente a mis ojos entendí que estuve tan equivocado con mi decisión que prefería morir en su lugar, o en su defecto, morir con ella. Fue tan exaltante que apenas cuando vi una luz cegadora estando bajo el mar, entendí que enfrentaba la muerte.

Después de aquel impacto fugaz subí rápido a la superficie, con bastante dificultad, y abrí mis ojos que ardían como el diablo. Lo primero que pensé fue que parecía mediodía, cuando se suponía que estaba anocheciendo, pero lo más grave, que logro estrujar mi corazón, es que Melody junto con la roca y todos los demás habían desaparecido. Estaba yo solo en medio de un silencioso e inmenso océano. ¿Cómo esto podía ser posible?, había sido menos de treinta segundos desde que salté al mar.

—¿Do-dónde estoy?, ¿y los demás? —observaba por cada lado mientras giraba en el agua —¡¡¿Qué mierda pasooo?!!

Pataleaba con desesperación, miraba por debajo de mí, y la profundidad en donde nadaban mis pies era atemorizante. No dude un segundo que mi situación era real, ya que el frío del agua, el cansancio de mis músculos, mis nervios destrozados, y la sed que me era insoportable me lo decía a golpes. Cuatro días, malditos cuatro días estuve flotando a la deriva con las esperanzas extinguidas. Ya estaba aceptando el hecho de que moriría solo, en medio de la nada, ahogado después de usar todas mis fuerzas, o hambriento, y deshidratado, con la maldición de estar rodeado de tanta agua y no poder tomarlo por ser salada, aunque sí lo intenté varias veces por mi desesperación, pero no había caso, aquello destruía mi estómago. Llegué al punto de alucinar, ver a mis padres sobre un barco pequeño mientras extendían sus manos a mí, pero que nunca pude alcanzar. O veía la escena de Melody cayendo al mar una y otra vez. Pensaba que, si por lo menos la lograba ver después de mi muerte, podría abrazarla y pedirle disculpas. Toda clase de cosas pasaban por mi cabeza, y del cómo me arrepentía. Estaba sufriendo un colapso mental del cual, a partir de ahí, no podría deshacerme de las secuelas por el resto de mi vida, porque claramente logre sobrevivir. De milagro.

Una enorme embarcación de la marina imperial pasó justo a mi lado. Recuerdo que lo único que había conseguido para mantenerme masomenos a flote era una pequeña madera que algún barco pesquero había dejado atrás. El maestro fue el mismo que me había visto en aquel momento. Siempre, y de muchas maneras me había salvado. Era una nebulosa mi visión, pero su voz clara y dura sigue siendo mi punto de inicio.

—¡Hay un chico en el agua!!, bajen el barco de emergencia, ¡¡Rápido!!

Me había desmallado del increíble alivio, y cuando volví a abrir mis parpados, estaba acostado sobre un mullido colchón, dentro de una habitación bastante grande que mesclaba una oficina con una recamara. Todo era de una época antigua, hecho a lo Victoriano, por lo que me sorprendí, pero más me llamo la atención el hombre que dejo de escribir con su pluma y miro hacia mi lado con una extrañada expresión.

—Chico, ¿sabes tu nombre? —se acercó el hombre que aparentaba unos cincuenta y tantos años, con un mentón recién afeitado, de piel bronceada, y cabello oscuro. Tenía una presencia de un señor de alto poder, además de vestir como un comándate de épocas antiguas.