EQUIVOCADOS

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{NELLY}

Caigo.
Inesperadamente, caigo.
Hacia un destino incierto.
Todo ha sido tan repentino...
Y de repente...
Mi respiración se corta.
No puedo respirar.
Ni siquiera he notado el dolor del choque contra los huesos, los huesos de lo que se hallaba debajo.
Solo me quedo sin respiración.
Todo indica que este será mi fin.
Pero nosotros nunca perdemos la fe.
Siempre luchamos por sobrevivir.
Hasta el final.
Siempre nos hemos considerado inmortales.
Que equivocados estábamos.
Creíamos que íbamos a llegar todos juntos a ver el final del apocalipsis, la victoria de la raza humana, el inicio de un nuevo mundo.
Nos creíamos invencibles.
De nuevo, estábamos equivocados.
Pero de una cosa estoy segura, ninguno se dio por vencido.

Unas manos intentan atraparme.
Noto sus uñas arañándome la cara.
Intento respirar de nuevo pero parece que mis pulmones han quedado destrozados.
Intento levantarme pero mi vista nublada y mi cuerpo tembloroso no me lo permiten.
He caído sobre la red bajo la cual se halla una manada de inmundos.
Y todo por culpa de alguien que me ha tirado por la ventana.
Sin previo aviso.

Mi vista se va aclarando.
Un pequeño resoplido sale de mis labios.
Estoy volviendo a recobrar la respiración.
Entonces lo veo...
Inmundos escalando el edificio, apoyándose en los salientes de las ventanas.
Eso... eso ha sido lo que me ha lanzado hacia la muerte.
Una muerte que puedo evitar.

Aún temblorosa, me levanto e intento esquivar a los inmundos.
Se acercan por encima de la red, intentan atraparme por debajo.
Son muchos.
Ya estoy infectada, me han arañado.
Pero aún puedo curarme usando la cura.
Solo tengo que evitar que no me muerdan mucho, sino el tiempo que me quedaría para sobrevivir sería menor y haría falta más dosis.
No puedo correr.
No puedo hacer nada.
Pero no me voy a rendir.
Sería muy egoísta por mi parte.
Mario jamás me lo perdonaría.
Y yo tampoco.
Tengo que luchar, por él, por mí, por Kevin, por los que quedamos del equipo Ghost, un equipo que ya no existe.

Corro hacia un edificio cerrado.
Concentro todas mis fuerzas en derribar la puerta de entrada de una patada.
Es mi única oportunidad.

Me adentro en el edificio a oscuras.
Me noto cansada, sin apenas fuerzas.
Me han mordido en una mano y me han arañado toda la cara.
Pero no voy a parar.
Jamás.
No me voy a rendir.
Como ninguno de los demás lo hicieron.
Luchamos hasta el fin.
Por Salva, por Adeline, Por Michelle.

Me doy cuenta de que no estoy a salvo en este edificio. Había otra puerta de entrada por la otra calle, y estaba abierta.
No escucho bien.
Mis sentidos están limitados.
Pero no lo suficiente como para saber que he sido sorprendida por un inmundo.

Retrocedo a la vez que se acerca a mí con sus garras hacia delante y su rostro deseoso de comida.
No voy a ser su comida.
No.
No me van a devorar como hicieron con Adeline, en aquel fatídico día... el fin de la tercera guerra mundial, la derrota de Michael. Ayudamos con todo lo que pudimos, pero nos vimos en problemas. No pudimos manejar la situación. Los inmundos acorralaron a Adeline y se la comieron antes de que pudiéramos hacer nada.
A pesar de ver morir a nuestra amiga, continuamos luchando por la victoria, continuamos ayudando al resto, sin ganas, pero es lo que Adeline hubiese querido.
Hasta que Salva dio la vida por nosotros, hasta que se sacrificó una vez dentro del fuerte, cuando unos esbirros de Michael nos acorralaron en un pasillo y estuvieron a punto de exterminarnos de una explosión. Salva nos apartó de la zona y él no llegó a tiempo de salvarse.
Lo de Michelle vino años después, fue víctima de una enfermedad mortal, fue víctima de cáncer. Tras su muerte, dejó a Kevin, su amante, destrozado, y a Mario y a mí igual, pero ninguno nos rendimos tras aquello, aunque disolvimos el equipo Ghost, seguimos luchando.
Los tres murieron a manos del enemigo, unos enemigos tan diferentes y tan parecidos a la vez...

Sumida en mis pensamientos, me echo a un lado del inmundo y le apuñalo en la cabeza con una navaja que llevaba en el bolsillo de la chaqueta, haciendo acopio de las pocas fuerzas que me quedan.
Paso por encima de él y, tambaleándome, busco un refugio.
Donde pensar mi próximo movimiento.
Y, como atraída por un canto que no puedo escuchar, me veo en una habitación frente a un nuevo tipo de enemigo, pero, al fin y al cabo, igual a los demás.
Es ella.
La inmunda rubia.
Es aterradora.
Me deja paralizada por un momento.
Pero no.
No voy a rendirme.
No soy invencible, estaba equivocada, estábamos equivocados al pensarlo.
Pero no voy a rendirme.
Lucharé hasta el final, como el resto del equipo Ghost.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora