MUNDO TÓXICO

702 70 8
                                    

{JACK}

- Son demasiados- murmuro cansado, con los brazos levantados un poco y los puños fuertemente apretados.

- Lo sé, pero tienes que aguantar. A mí también me está costando- me asegura Zero, a mi lado.

Ambos estamos sobre la cima de un monte, en el Himalaya.

Hace frío, llevamos abrigos, guantes, bufandas y gruesas botas. Y en nuestros rostros unas máscaras de gas. No nos hace falta aquí arriba pero preferimos no arriesgarnos. Debajo de nosotros se extiende una densa niebla amarillenta, tóxica. Tóxica como este mundo. Zeta y Zombi están debajo, ayudando a los demás a deshacerse de la manada de mutantes tóxicos. Mientras no respiremos esa mierda, estaremos bien.

Mientras la batalla se sucede a nuestros pies, nosotros mantenemos a los lentos y a los corredores tranquilos, en su sitio. Ellos no importan ahora. Y me alegro de eso, así no sentiré ese extraño dolor cuando muere uno de ellos. Pero sé que, inevitablemente, llegará un día en el que tendremos que exterminarlos a todos. Ese fatídico día que tanto temo.

Ha pasado ya varios años desde que limpiamos América, desde que destruimos todos sus puntos fuertes, todas las bases que contenían los nidos de los mutantes. Procuramos matarlos a todos pero quedó algún que otro escondido o que se nos escapó y a día de hoy seguimos patrullando sus tierras para asegurarnos de que no quede ninguno. Aún así ya podemos considerarla tierra segura, o casi segura si contamos con los zombis normales.

Desde que aterrizamos en la nueva Yanna, situada en la isla artificial que construyeron Los Tres Malditos, no he parado de moverme. No he descansado aún como debería. Me necesitan, y a Zero también, para asegurar el éxito de estas misiones de "limpieza". En otro tiempo, recuerdo, nos hacíamos llamar "cazadores de zombis". Pienso que ahora deberíamos llamarnos "cazadores de mutantes". Sin embargo, nos conocemos como "limpiadores". Un poco cutre, lo sé, pero así se ha establecido, nada de excentricidades.

No tengo un hogar fijo, vamos de aquí para allá, todos nosotros, el ejército, limpiando el mundo. Somos la esperanza de la humanidad, que cada vez más, va recobrando la esperanza por un futuro de verdad. Las cosas están saliendo muy bien, sí, pero todavía queda mucho por lo que luchar. América y Europa ya están limpias. Pero el resto del mundo aún nos necesita.

- Parece que lo están consiguiendo- murmura Zero, distraído con la vista hacia abajo.

- Y eso que no solo hay tóxicos entre ellos- le respondo y entrecierro los ojos para ver mejor lo que está sucediendo allá abajo-. Vaya, creo que un rasgador le ha roto la máscara a uno de los nuestros.

- Se está muriendo- observa Zero-. Oh, no. Lo está matando.

Parecemos comentadores de un partido de fútbol y el solo hecho de pensarlo casi me hace reír pero me contengo. Me recuerdo que esto es algo serio, importante. Y que, cada vida es esencial. O eso es lo que repite Rachel cada dos por tres, cuando fue ella misma la que se llevó por delante tantas vidas durante La Guerra De Los Tres. Hipócrita. Bueno, quizás ha cambiado, recapacitado y aprendido la lección. De todas formas, la entiendo. El ser humano se puede volver muy débil de mente en el apocalipsis y resquebrajarse por completo. Es lo que le pasó a ella en aquella situación en la que nos vimos tan acorralados. Si queríamos ganar teníamos que atacar. Con todo o con nada. Y gracias a ella conseguimos salvarnos el culo a tiempo, aunque no todos. No todos.

- ¿Oyes eso?- me pregunta Zero y agudizo los oídos.

- No, no oigo...

Me callo cuando los veo. Voladores. Mutantes alados. Que vienen hacia nosotros como si fueran buitres y nosotros carroña.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora