PERDIDO

937 102 16
                                    

{ALEX}

Desorientada.
Deseo que todo haya sido un sueño.
No.
No puede haberme salido todo mal.
Al contrario de lo que yo esperaba.
Jack.
Jack era el único que tenía que morir.
Y ahora...
Ahora han mordido a mi madre.
Y le han atravesado con una lanza.

- Hija...- susurra Jack retirándose la estaca del pecho, sin apenas sangrar y sin expresión de dolor en el rostro, solo decepción y desconcierto -. ¿Qué has hecho?
Intento decir algo pero mis labios parecen sellados, hechizados, inmóviles.
M

e agarran de los brazos. No hago nada para evitarlo.
Jack me mira con una mirada dolida, negando con la cabeza, como si no pudiera creérselo.
Como si no supiera lo mal padre que es.
Como si no supiera que todo es su culpa.
Intenta arreglar el mundo pero lo está haciendo peor, está destruyendo a más humanos.
- Lleváosla- ordena Jack y comienzan a tirar de mí.
Mi mirada no se despega de mi madre.
Maya.
Doblándose, tremendamente dolorida.
Cayendo al suelo.
- ¡MAMÁ!- grito reaccionando e intentando debatirme para escaparme del agarre de los guardias.
Pero se me han acabado las fuerzas.
Ha pasado muchas cosas en tan solo una hora. Ha muerto Jade, luego Yuma, y ahora... mi madre.
Por mi culpa.
Todo por mi culpa.
Mi absoluta culpa.

Las lágrimas me recorren la cara mientras me meten en una pequeña prisión con solo una robusta puerta de madera con una pequeña abertura.
Me dejo caer, apoyando la espalda contra la fría y dura pared.
Y poco a poco empiezo a ver todo difuso.
Pasan minutos y minutos.
No me doy cuenta del tiempo.
Ni del espacio.
- ¡Ya basta!- grita mi padre abriendo la puerta y dejando entrar la claridad.
Paro de moverme.
Observo mis puños.
No me duelen.
Pero están sangrando.
Las paredes y la puerta llenas de mi sangre.
Todo es muy confuso.
- Todo ha sido un sueño. Mamá no ha muerto, ¿verdad?- le pregunto a Jack con una sonrisa despistada.
- No, no ha muerto nadie- me dice muy serio y de brazos cruzados-. Pero nada de esto ha sido un sueño.
- ¿Cómo?- pregunto sin entender y me fijo en un brazo que sobresale por un lado de la puerta, mi padre tiene sus propios guardaespaldas-. ¿De verdad tienen que estar ahí? ¿Crees que voy a matarte o algo?
- Acabas de intentarlo hace apenas una hora- me dice fulminándome con la mirada-. Así que no te hagas la inocente. Tienes que explicármelo todo. Y directita al grano.
- Dime como está mamá- le respondo muy seca-. La han matado. Tu propia gente.
- Ha sufrido daños, sí, pero no mortales. Se está recuperando. Y nada de esto ha tenido que ver con mi familia.
- ¡¿Tu familia?!- le grito dando un paso hacia él pero me detengo al ver que se asoman don guardias con lanzas.
Jack les pide que paren con un movimiento de la mano.
- ¡Tu familia somos nosotros!- le grito apretando los puños y reteniendo las lágrimas-. ¡Solo nosotros! ¡No tenías derecho a marcharte y dejarnos solos! ¡Y no es la primera vez que lo haces, ya se lo habías hecho antes a Maya! ¡La estás destrozando! ¡Esto no es por mí, es por ella!
- Ella estará bien- dice Jack y cierra la puerta indicando a los guardias que se larguen.
- ¿No tienes miedo de que te ataque?- le pregunto dando otro paso hacia él-. Porque, créeme, ahora mismo tengo muchas ganas de apretarte el cuello hasta que te mueras, hasta que te quedes sin aire en los pulmones.
Jack se sienta en la cama que hay en la habitación.
- ¿Por eso querías matarme?- me pregunta mirándome sin temor-. ¿Porque os abandoné? ¡No tenía otra opción!
- ¡¿Cómo?!- le grito cada vez más furiosa-. ¿Acaso te secuestraron o te han obligado a separarte de nosotras?
Por favor, que diga que sí.
Que es eso.
Que nos ha dejado porque lo obligaron.
Haría todo mucho más fácil.
- No- me responde sin más.
No me contengo.
Voy hacia él y le pego en la cara con mi puño.
Su rostro se ve impulsado por mi puño pero no grita ni muestra ninguna señal de dolor.
Parece como si lo esperara.
Como si ya nada le sorprendiera.
Su mirada está vacía, no tiene el mismo brillo que antes.
- Por favor- le ruego con lágrimas en los ojos-. No quiero matarte. Nunca lo he querido. Pero duele más saber que no somos nada para ti.
Me dejo caer de rodillas, sin parar de llorar.
- Por favor- le suplico, entre una cortina de lágrimas-. Dime la verdad, papá...
- La verdad...- dice él encajándose la mandíbula y mirando a los lados-. La verdad es que me estoy muriendo.
Abro la boca de par en par un instante y luego suelto una pequeña risa.
- No me lo trago. Eres Jack, El Inmortal, La Cura, La Leyenda, La Muerte. Tú provocas muertes, no te mueres. Eres la persona más importante en este mundo- le digo negando con la cabeza.
- Mira, Alex, hija mía- me dice cogiéndome las manos entre las suyas-. Ojalá hubieras nacido en el otro mundo, cuando todo era más fácil. Te aseguro que habría sido el mejor padre del universo. Os hubiera amado a ti y a tu madre. Incluso a Abadón. Hasta el día de mi muerte. No os habría dejado jamás. Sería el ser más feliz del mundo. Os llevaría a todos lados en mi precioso coche familiar, jugaríamos todo el rato, os ayudaría a hacer vuestros deberes, nos iríamos de vacaciones, os vería crecer sin tener miedo a perderos. Solo con pensar en esa posibilidad una sonrisa tonta y ensoñadora sale de mis labios- dice mostrando que es cierto-. Pero no es el caso. Nunca he encontrado mi sitio. Eres lo mejor que me ha pasado jamás. Pero tú misma lo has dicho, soy la persona más importante del mundo. Y estoy muriéndome. Solo es cuestión de tiempo que alguien lo averiguara. Ya no siento dolor, ese sentido lo tengo atrofiado. Mi sangre no es tan líquida como antes y tarda en salir. Aún me sigue latiendo el corazón, pero muy lento. Y esto, todo esto que he creado aquí, es mi pequeño legado, mi pequeña semilla, ellos os ayudarán, a ustedes, los humanos, con esta guerra. Y cuando acabe, vosotros seréis quiénes decidáis qué hacer con ellos, con esta nueva raza que he creado.
Los mataremos.
Los mataré.
A todos los híbridos.
No son humanos.
No están completos.
- Es cuestión de tiempo- continúa Jack encogiéndose de hombros y acariciándome las manos-. No quería que acabara así. Que esto nos haya hecho estar a como estamos ahora. Pero no tenía otra opción.
Aparto mis manos de las suyas y me quedo callada un momento, pensando.
Me seco las lágrimas y me levanto del suelo.
Miro a mi padre y trago saliva.
- Llévame con mamá. Quiero que le digas todo esto que me has dicho. Luego, nos iremos y no volverás a vernos. Y no, no tendrás que preocuparte más por mí. No volveré a intentar matarte. Voy a pasar página. Solo te deseo lo mejor y que, cuando mueras, sepas que mueres solo, sin tu verdadera familia a tu lado- le digo y salgo de la habitación.

Jack, en silencio, me lleva hasta la sala donde se encuentra mi madre.
No ha dicho ni una palabra en todo el camino.
Antes de abrir la puerta, se gira hacia mí.
- Puede que quieras volver a matarme- me dice.
- ¿Qué?- le digo ladeando la cabeza.
- Hay algo que no te he dicho...- dice mirando hacia otro lado, con la mirada perdida-. Tu madre... Verás... Esa lanza le hizo mucho daño. No era mortal pero perdió mucha sangre. Y... No nos quedó más remedio. Va a tener que quedarse aquí por un tiempo.
- No- niego con la cabeza, dando un paso hacia atrás-. Ella no...
Rápidamente, abro la puerta de la sala.
Y unos ojos desconocidos me miran desde una camilla.
Su cuerpo, atado.
Su voz, acallada.
Solo gruñidos.
Gemidos.
Por lo demás, sigue igual.
Sigue siendo el rostro de mi madre.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora