UN HOGAR DESTROZADO

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{RACHEL}

Mientras corro intentando coger por rutas seguras, caminos menos peligrosos, me doy cuenta del estado de Yanna, de la preciosa isla que ha sido mi hogar la mayor parte de mi vida, la preciosa y falsa isla... Hemos vivido en una ilusión todos estos años, creyéndonos invencibles, creyendo que lo teníamos todo al alcance de nuestra mano, que no habría nada que pudiera detenernos. Soy tan ilusa... Nos hemos equivocado tanto... Nunca estuve al poder de nada, tan solo era otro títere del juego de Los Tres Grandes, los tres que vienen a por mí, destrozando todo a su paso.

Los escucho llamándome, gritando al aire mi muerte y la de Jack y los demás jinetes. Nosotros somos los más peligrosos para ellos. Los demás son solo una pequeña distracción del camino que poder superar sin ninguna dificultad.

Escucho pasos de mutantes más grandes de lo normal, gemidos de los muertos y gritos de los vivos. Tropiezo con algo y caigo rodando por una ladera, respirando con dificultad y tratando de no llevarme ningún golpe en la barriga; es lo único que me queda de él, de Liam Fire.

Tres corredores advierten mi presencia mientras me levanto y enseguida vienen hacia mí. Me pongo en posición de defensa y, con un rápido movimiento, los esquivo y les ataco por la espalda lanzándoles patadas que hace que se caigan y pueda darles un pisotón que acaba con sus vidas.

Ya estoy cerca. Estoy cerca. Pero algo me obliga a cambiar de rumbo, un viscoso y una pequeña manada de lentos. Salgo de un pequeño claro y me veo envuelta en el caos de la ciudad. Debajo de la colina de la gran mansión me encuentro con mutantes por doquier, destripando, comiéndose a la gente. Una musa con el pelo púrpura desgarra a una joven que ya no grita, la desgarra con sus largas y afiladas uñas. Suavemente le quita la piel del rostro, como si lo hubiera hecho toda la vida y tuviera mucha experiencia, y luego se la come. Le clava las uñas a la ya muerta mujer, por todo el cuerpo, quitándole pedazos de carne para luego llevárselos a la boca.

Mis piernas se mueven solas, tambaleantes por la horrorosa escena y, cuando estoy a punto de tropezar de nuevo, lo veo y doy un pequeño grito. Me tapo la boca con las manos y miro alrededor, todos me han visto, todos me miran. Y todos vienen a por mí.

Acelero como nunca antes, deslizándome entre los muertos y los no muertos. Me muevo esquivándolos porque no puedo pararme a pelear sin que me maten. En mi mente solo soy capaz de ver la destrucción de Yanna, de mi hogar, las personas sufriendo y las personas muertas, como Ian. Él me hizo dar ese grito, su cuerpo partido en varios trozos, con los ojos saliéndose de su órbita y con su reciente silla de ruedas a unos metros de él. Liam, ahora Ian, ¿quién más estará muerto aparte de toda esa gente? No, no puedo pensar en eso. Debo llegar, debo llegar al búnker.

Pero me persiguen, vienen por detrás mía, casi pegados a mí. Puedo sentir su hambre, sus ganas de matar.

Cuando ya casi estoy llegando al sitio, abro la cremallera del bolsillo de mi chaqueta y rebusco hasta encontrar un llavero. Bajo la luz de la luna y la poca claridad, busco desesperada la llave correcta.

- ¿Cuál es? ¿Cuál es?- murmuro angustiada.

Y entonces caigo en que no voy a poder salir viva de esta. Tengo que cavar para llegar a la escotilla pero no tengo tiempo, acabarán atrapándome y me matarán.

Lo intento de todas formas, aprieto el paso y, cuando llego, me tiro al suelo rápidamente y empiezo a quitar nieve del suelo, nieve que da lugar a tierra. Escavo con las manos, desesperada. Hasta que topo con un candado. Introduzco la llave, temblorosa, mientras los pasos llegan cada vez más y más cerca. La llave gira con facilidad. Agarro el saliente de la escotilla y tiro hacia atrás, intentando abrirla, pero aún hay un montón de tierra y nieve que la bloquea.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaWhere stories live. Discover now