LIMPIAR EL MUNDO

1.4K 105 10
                                    

{ED KENNEDY}

Soledad.
Es lo único que conozco.
Desde que tengo uso de razón.
Desde el inicio del apocalipsis.
Desde que tenía unos dieciocho años.
Una vida llena de miseria.
Una voz que nunca se calla.
Un poder que no domino.
Una mente trastornada.
Imágenes terribles que pasan por mi cabeza a mil por horas.

[Primeros años del apocalipsis]

"¡No!"- grita la voz.
La voz dentro de mi cabeza.
"¡Mátalos, mátalos a todos!"
Imágenes.
Me llevo las manos a la cabeza, en una agonía de dolor.
Un fuego ardiente que abraza a dos personas.
Mis padres.
Ardiendo.
Quemados.
Vivos.
Su imagen reflejada en mis pupilas.
No hay lágrimas.
Solo odio.
Un intenso odio.
Y una voz que me decía que los matara a todos. La misma voz que me corroe ahora mismo.

Fue ya hace un año. Un año desde que quemaron vivos a mis padres. Solo porque se rebelaron ante aquella nueva sociedad formada por unos locos, unos locos que solo querían comprobar si, quemados vivos, mis padres volverían a la vida, convertidos en esos monstruos.
No recuerdo mucho más.
La voz de mi interior estalló y exploté.
Me dejé llevar por la ira. Todo se volvió nubloso. No era yo mismo.
Recuerdo sangre, gritos y luego, negro. Cuando desperté, estaba solo, oculto entre unos arbustos, a kilómetros de aquella comunidad.
Caminé y caminé, hasta llegar a una pequeña comunidad encerrada en un supermercado.
Hasta entonces, convivo como puedo, intentando acallar mi voz, que día a día se hace más fuerte.
"No, no voy a matar a nadie"- digo para mis adentros.
- ¡Ed!- me llama una anciana, apartando la voz de mi mente-. Anda, traeme algo de papel, ¿quieres?
La miro con los ojos muy abiertos.
- Váyase a la mierda. Ve tú misma- le digo con una mueca de desagrado.
No soporto que me ordenen.
Nadie me dice qué hacer.
No dejaré que vuelvan a obligarme a hacer cosas como en la comunidad donde habitaba antes.
Nunca más.
Soy mi propio dueño.

La paz no tarda en desaparecer.
En una expedición algo ha salido mal y un hombre de unos treinta años más que yo desata el caos.
Le han mordido.
Y se convierte.
Para matar a todos.
Dejándome ver la mierda en la que se ha convertido el mundo.
"¡Mátalos!"- me grita la voz-. "¡Son monstruos, son escoria! ¡El mundo ya no tiene sentido, no hay leyes, no hay normas, no hay sentido de la justicia, mátalos a todos!"
Giro la cabeza, intentando apartar la voz.
Es imposible.
No se va.
Y entonces, cuando me quiero dar cuenta, ya es demasiado tarde.

Me protejo con mi brazo derecho por delante.
Unos dientes me atraviesan la piel pero no siento nada.
Solo ira.
Dejando paso a la voz de mi cabeza.
Aquella que odia el mundo tal y como se ha convertido.
Aquella que siempre tiene necesidad de matar, de limpiar y barrer el mundo.

Uno tras uno.
Los voy aniquilando.
- ¡Espera, espera!- me grita alguien, no logro distinguir quién-. ¡No me han mordido, estoy bien!
Sus gritos se intercalan por mi cabeza.
Recordándome mi vida anterior a todo esto.
Esos gritos que me aullaban que fuera el mejor. Y así fue. Poco antes del inicio del apocalipsis fui coronado como campeón mundial de artes marciales mixtas. Justo cuando comenzó a desmoronarse todo, estaba luchando por otro título. Jamás había perdido ninguna pelea. Nunca dejé de luchar y, tras la gran presión, acabé siendo el mejor. Pero todo tiene su parte negativa. En este caso, los gritos.

Le destrozo la cara de un puñetazo y sigo hasta que le reviento el cráneo.
"Vas a morir"- la voz de mi cabeza-. "Pero antes mata a todos estos".
Le hago caso.
Vivo o muerto.
Desaparecen.
A puñetazos.
Con mis técnicas de artes marciales.
Los mato a todos.
Y cuando he acabado, vuelvo a la realidad.
A la triste y mísera realidad.
Siento una punzada de dolor en el antebrazo derecho.
El mordisco.
"Córtate el brazo"- me ordena la voz.
Dudo.
Me lo pienso.
Y dudo.
"Hazlo. Aún tienes una oportunidad".
Un hacha cerca de mí.
La recojo, quitándosela de las manos a un cadáver.
Me preparo.
Ya no me queda nada.
No me importa nada.
Pero aún puedo sobrevivir.
Y limpiar el mundo.
Mi brazo izquierdo desciende, con la hacha agarrada por el mango, dirigida a mi otro brazo.
Con toda la rapidez y fuerza de la que soy capaz en estos momentos.

Grito.
Grito con fuerza.
No he cortado el hueso.
Duele.
Abro los ojos.
Pero no hay sangre.
Solo un manojo de tubitos y cables que sueltan chispas.
Entonces lo sé.
Sigo vivo.
Sigo jodidamente vivo.

[Presente]

Empujo al zombi que me atrapa el brazo derecho y lo caigo hacia atrás.
Me echo sobre él y con un puñetazo le atravieso la cabeza.
"Mátalos. A todos. No te contengas"
Otra vez.
La voz.
- ¿Estás bien?- me pregunta Kat.
La miro suplicándome que me ayude.
Que me ayude a alejar a mis demonios.
Pero es demasiado tarde.
La furia ha despertado.
Y va a matar a gente.

Echo a correr.
Mi brazo tiene ansias de sangre.
La voz de mi interior también.
Lucho por controlarme.
Me estalla la cabeza.
Busco a mi hermano.
No veo con claridad.
Algo se tuerce en mi camino y mi brazo robótico se dispara solo.
Noto como el hueso se resquebraja y el cuerpo cae, sin vida.
Sigo corriendo.
"¡Mátalos! ¡Mátalos! !Mátalos!"
No quiero, no quiero.
"Sí quieres, sí quieres".
Sí quiero.

[Primeros años del apocalipsis]

Un pequeño grupo de zombis se acercan.
Y yo hacia ellos.
Atraído.
Necesito matarlos.
Para acallar la voz.
Para limpiar el mundo.
Para que todo vuelva a ser como antes.
Como antes de que todo esto empezara.
Caen y sigo mi camino.
En solitario.
Pierdo la noción del tiempo.
No sé cuanto tiempo me llevo caminando solo, valiéndome de los animales y del agua que me encuentro por el camino.
Sobreviviendo con la intención de matar a todos los que pueda.
Aunque me quede solo en el mundo.
No me importaría.

Imágenes.
Fuego.
Sangre.
Gritos.
Risas.
Objetivos.

- ¡Muere, muere, muere!- grito mientras me cargo a todos ellos.
A toda una comunidad de supervivientes.
Siguiendo a mi voz.
Cumpliendo sus órdenes.
Dándole el gusto de la violencia al brazo robótico, que a veces parece que tiene vida propia.
No paro.
No paro hasta que escucho su voz.
Justo antes de atravesarlo con mi puño.
- ¡Ed!- me grita Miguel.
Miguel Kennedy.
Mi hermano mayor.
El que no veo desde momentos antes de la muerte de nuestros padres y que todo se volviera confuso.
Lo tengo agarrado por el cuello con la mano izquierda y con la otra a punto de golpearlo.
- ¡Soy yo, tu hermano! ¡Logré sacarte de las manos de esos locos, estaban haciendo experimentos contigo, haciéndote sufrir, no podía dejarte allí! ¡Te saqué de aquel sitio tras cargarme a unos cuantos pero no tardaron en perseguirme y tuve que dejarte atrás, estabas inconsciente, nos habrían atrapado! ¡Pero jamás he perdido la fe de encontrarte, sabía que estabas vivo! ¡Eres el maldito Ed Kennedy!
- ¿E...eres tú de verdad?- le pregunto parpadeando, con una mueca de asombro.
Había perdido toda esperanza de volver a verlo.
La única familia que me queda.
- Soy yo, hermano- me sonríe y lo suelto, disculpándome-. Soy yo. A partir de ahora estarás bien.
Lo abrazo.
Extrañado.
Esperanzado.
Aliviado.
La voz de mi cabeza ha desaparecido.
Tengo control absoluto sobre mi brazo derecho.

[Presente]

Enloquezo.
No tengo el control de la situación.
Lo tiene mi voz.
Lo tiene mi brazo robótico.
Zombi o humano.
Muerto o vivo.
Malvado o bueno.
N

adie sobrevive.
Me dejo llevar.
Hacia la muerte.
La muerte de otros.
Quiero más.
No paro.
Hasta escuchar su voz.
- ¡ED!- me grita Miguel.
Y cuando despierto de mi trance observo lo que he hecho.
Mi brazo atraviesa el pecho de alguien.
El pecho de un soldado del pelotón 166.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaWhere stories live. Discover now