ODISEA (II)

886 73 4
                                    

{ED KENNEDY}

No he vuelto a ver a Clare desde antes de comenzar las pruebas. No sé si estará viva o habrá caído en combate. O puede que se haya rendido, si es que de verdad se puede. Nos han llevado hasta una especie de motel, más pequeño que en el que estuvimos antes. Solo nos dejan un día para descansar, un  día que se pasa volando, un día que me paso tumbado hasta recobrar todas mis fuerzas.

Eloy está listo. Yo también. En nada pasaremos a la segunda tanda. Y Clare sigue sin aparecer. Pero tal vez esté en otro pelotón distinto, no he visto a mucha gente por este lugar amurallado, así que tal vez, haya más. En fin, solo espero que esté viva para seguir con el plan.

- Dime, ¿tus pruebas eran las mismas? ¿Cómo has conseguido salir ileso?- le pregunto a Eloy.

- Te recuerdo que fui entrenado por los increíbles y épicos Ed y Miguel Kennedy- sonríe orgulloso-. No fue tan difícil, me lo esperaba peor a decir verdad. Y la última prueba, bueno... Mi insomnio me ha ayudado.

- Ah, claro- digo con los ojos en blanco, recordando el problema de Eloy al dormir-. ¡Pero eso es trampa!

Eloy se ríe.

- Pero no sé cómo serán las siguientes pruebas. Si no paso de esta...- comienza Eloy pero lo paro.

- Vas a pasarlo porque, como padre tuyo que soy, te ordeno que lo hagas. Que vivas. Te necesito arriba, no abajo, así que cambia esa cara y ármate de esa seguridad tan tuya que te hemos inculcado los Kennedy- le digo muy serio, mirando al joven-. Nada de dudas y nada de miedo, ¿entendido?

El chico asiente, mostrando una mirada de confianza.

- Te espero al otro lado- me dice el chico antes de irse, cuando mencionan su nombre, su nombre y el de diecinueve más.

Parece que estas pruebas van a ser en equipo. Y no suelo trabajar en equipo, con la única persona con la que me coordino bien es con mi hermano, así que no me conviene nada trabajar con más personas.

- ¡Ed Kennedy!- anuncian mi nombre y me coloco con el resto de mi pelotón, a punto de entrar por otra puerta distinta a la que entró Eloy.

"Nos veremos al otro lado".

Espero que sí, hijo.

No es una sala donde entramos, se trata de otro patio, un patio enorme con muros y barricadas revueltos por todo el lugar. Y en el centro de todo, dos arcos con flechas y dos machetes. Todo para veinte personas.

"Armaos. Podéis decidir o ir por vuestra cuenta. Solo pasaréis al siguiente nivel cuando el enemigo haya sido acabado. Podéis empezar ya."

No miro a mis compañeros, corro a por las armas. Y se ve que no iban a decidir quién debería llevarlas, lo único que quieren todos es salvarse ellos mismos, sin importar los demás, yo incluido. Así que compito con otros más y justo cuando iba a retirar un machete de la mesa, me lo quitan de las manos y me obligo a coger lo único que queda, un arco y el carcaj, antes de que otro se lance. Miro al tío que me ha quitado el machete: un hombre muy corpulento que parece capaz de tirar abajo una pared con sus manos.

- Esto es mío, puta- me dice con odio y sale corriendo.

La gente se esconde tras las barricadas, esperando al enemigo, pero yo me despisto observando la situación, evaluándola.

Y entonces aparecen. Salen por dos puertas, una en cada extremo.

No los cuento, corro a esconderme en cuanto descubro que se trata de corredores. Aún no entiendo muy bien por qué debemos luchar contra muertos vivientes cuando se supone que en El Comienzo no habrá de estos. Pero no es momento de pensar en eso, es momento de atacar y acabar con esto cuanto antes.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora