JACK BLAIR

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Escapamos de Yanna, con mis cinco zombis incluidos. Todos nosotros. Rachel inventa algo como que es un asunto urgente de estado y nadie nos pone pegas. Al fin y al cabo entre nosotros están las personas más influyentes e importantes del nuevo mundo.

De camino a La Cruzada, mi prima les cuenta a los demás lo que sucede, lo que me sucede. Yo estoy demasiado débil y me concentro en mantener mi mente humana en vez de volver a contar de nuevo el misterio de mi vida a los demás. Algunos de ellos empiezan a entrar en pánico y piden encontrar algo con lo que ayudarme pero Abby les asegura que ella ha buscado e investigado todo lo posible y que este era un momento que tenía que llegar, de forma natural, y de todas formas me he negado a cualquier ayuda o solución posible porque creo que es el momento y con mi muerte, los zombis serán historia.

Les he pedido a mis amigos que me dejen tranquilo hasta que lleguemos al lugar donde quiero terminar mis días y así lo hacen, no me molestan.

Una vez que llegamos al exterior de La Cruzada, nos reciben mi hija Alex y un grupo de híbridos armados.

- Vaya- le digo a mi hija con una sonrisa de orgullo-. Este sitio está mucho más seguro que la última vez.

- Y tú estás mucho más... ¿viejo?- me pregunta confusa al ver mi piel demacrada y rugosa-. ¿Qué te pasa, papá? ¿Por qué habéis venido?

- Venimos a pasar mis últimos días con ustedes- les contesto y toso de repente.

Escupo algo de sangre al suelo y me veo obligado a agarrarme a mi hija para no caerme por la repentina sensación de vértigo.

- ¿Últimos días?- me pregunta notando un tono de miedo en su voz-. ¿De qué hablas?

- Hija... hijita mía- le digo con una sonrisa tierna acariciando la cara de Alex con delicadeza-. Me queda poco de vida. Y quiero despedirme antes de que llegue el momento. Rachel puede explicártelo. Ahora, déjame pasar. Está muy oscuro aquí fuera.

Las siguientes horas son un caos de confusión, nadie sabe muy bien qué hacer a continuación ni cómo reaccionar, ni qué decir. Ha sido un shock para todos. Pero hacen lo mejor que pueden y me preparan el funeral tal como lo pido. Sé que no es algo normal pero he decidido hacerlo así.

Cuando empiezan a temblarme las piernas y casi no puedo mantenerme en pie, me colocan en el centro de un prado muy grande al aire libre. No quería pasar mis últimas horas en el interior de ningún lugar. Me acuestan sobre un ataúd abierto, el ataúd que yo mismo he decidido para mí.

- ¿Estás cómodo?- me pregunta Rachel, con una sonrisa muy triste.

Asiento con la cabeza y le muestro una pequeña y leve sonrisa.

- Eres un excéntrico, ¿lo sabes?- me dice intentando no llorar-. Montar todo esto para celebrar tu propio funeral...

- Ya me conoces- intento encogerme de hombros-. Déjame un rato tranquilo para que me acostumbre a esto.

Rachel asiente y se vuelve hacia atrás junto con los demás, juntos con los demás humanos, los cientos de híbridos y los cinco zombis que también presenciarán mi muerte.

Las tres razas que han coexistido en el mundo, matándose las unas a las otras, matándose entre ellos o evitando la lucha.

Miro hacia el cielo del atardecer. La luna llena empieza a asomar por encima de mi cabeza.

Estoy en las últimas, lo sé. Siempre he sabido que llegaría este momento, que moriría, de una forma u otra, y pasaría de ser de un humano a un zombi.

He de confesar que soy feliz. Jamás creí que llegaría a serlo desde que comenzó el apocalipsis, pero lo soy y en parte es gracias a la familia que he forjado, presente aquí hoy.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaWhere stories live. Discover now