LA CAÍDA

858 79 19
                                    

{RACHEL}

Caigo. Caigo a lo más profundo del abismo. La caída se hace eterna. Nunca termina. Y Liam me sonríe con sus perfectos dientes y su horrorosa pero atractiva cicatriz que le recorre la cara de punta a punta. Su mirada me hace evocar todo tipo de sensaciones, todo tipo de emociones, buenas y malas. Pero me gusta así, me gusta tenerlo junto a mí, notar sus brazos rodeándome tan fuerte que duela, tan seguros que no me deje escapar. Es mi salvador. Miro hacia abajo de nuevo. La caída no se termina. La caída sigue y sigue. Y él sigue conmigo.

- ¡Despierta!- me grita Kat, abofeteándome.

Miro hacia todos lados, desorientada.

- ¡Te has dado un buen golpe y te has desmayado!- me explica mi amiga-. ¡No te duermas más, tenemos que llegar adonde están los demás!

Asiento con la cabeza, empezando a recordar trozos de lo que está sucediendo.

Nos encontramos en México, haciendo barrido, limpieza. Batiendo a los mutantes. Kat y yo nos separamos de los demás porque la zona parecía segura pero aparecieron unos cuantos de la nada. Unos "hinchados", unos zombis gordos y anchos en ocasiones cubiertos de metal o de hierro. Uno de ellos parece que me estaba esperando y en cuanto doblé una esquina me empujó tan fuerte hacia atrás que casi salgo volando. Lo último que recuerdo es el choque contra una dura pared de hormigón.

- ¿Qué hiciste con él?- le pregunto a Kat mientras corremos hacia donde un localizador nos indica la posición de los demás.

- Mi bate pudo con él. Conseguí tirarlo y lo destripé- dice casi con pasión, le gusta lo que hace.

Mientras nuestros pies se mueven casi automáticamente me fijo en el arma de Kat Prior, un bate de una pintura roja casi brillante que camufla muy bien la sangre de sus presas. Su bate está rodeado de un alambre de espino y con pinchos incrustados alrededor que son capaces de abrir cabezas con un solo golpe. Le va genial.

- ¡Atención!- murmura Kat en voz más baja, sosteniendo un pequeño monitor en las manos-. Movimiento. Mucho movimiento. Son rápidos.

- ¿Corredores?- pregunto ladeando la cabeza.

- No, los jinetes están inmovilizado a todos los infectados de la zona, no pueden ser corredores...- dice pensativa-. Parece que van en grupo.

- Trepadores- adivino y justo entonces se nos echan encima.

- ¡A cubierto!- grita Kat.

Saltan desde lo alto de un edificio. Caen sin importarle la caída, sin importarle si se doblan o parten algún hueso. De todas formas, no se partirán nada, fueron creados así de ágiles.

Busco en mi carcaj entre mi colección de flechas. Encuentro la que buscaba: una flecha explosiva pero no una cualquiera, esta explota en el aire produciendo un abundante humo que nos permitirá camuflarnos.

- ¿Dónde están los demás?- le pregunto algo nerviosa, escondidas detrás de un edificio en ruinas.

Casi todo el mundo está igual, en ruinas. Los titanes y los mutantes más agresivos lo destrozan todo a su paso.

- ¡No lo sé!- me responde Kat-. Hay demasiados puntos como para saber si algunos de ellos son nuestros compañeros.

- Tenemos que mejorar eso- suspiro.

Oímos los gemidos, los aullidos de los trepadores. Nos buscan. Y nos encontrarán. Pero no tenemos miedo. Estamos preparadas para saber qué hacer a continuación.

- ¿Lista?- me pregunta Kat y tras colocarme unas gafas que nos aportará visión entre la niebla, asiento con la cabeza.

Salimos de nuestro escondite. Kat va delante, destrozando cabezas con su bate mientras le despejo el camino con mis flechas. Cuando veo a algún grupo de trepadores muy numeroso les lanzo una flecha-bomba que los manda por los aires, en pedacitos. Avanzamos lentas pero a paso seguro. Cruzamos un edificio y por fin podemos oírla. La música, la música trágica que casi parece un lamento de los dioses.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaWhere stories live. Discover now