PELIGROS

1.1K 107 7
                                    

{ED KENNEDY}

- No deberías haber hecho esto- le digo a Eloy.
- No voy a dejarte solo, y menos sabiendo por lo que debes estar pasando- me dice jugando con sus dedos.
- No lo sabes. No sabes que es perder...
- Para- me interrumpe-. Era pequeño cuando me quedé huérfano, cuando perdí a mis dos hermanos. Aunque no me doliera tanto, sé que estuvo ahí, y ahora es solo vacío.
- No sabes lo que es perder a tu único apoyo- sigo, ignorando sus palabras-. Yo también he perdido a toda mi familia y he sido mayor que tú al vivirlo. Miguel no solo era mi hermano, era todo lo que me quedaba. Y lo más importante aún, lo único que me mantenía en mis cabales. No te voy a mentir, Elias, puede que algún día despiertes sin dedos, sin manos, o incluso sin cabeza. Bueno, en ese último caso no despertarías...- le digo muy serio-. Corres mucho peligro conmigo. He matado a un chico. De tu mismo pelotón. ¿Cómo puedes seguir aquí? ¿Conmigo?
- Porque no soy como tú- me responde-. Porque yo puedo retener mi locura y mantenerme cuerdo. Porque me necesitas.
- No, no necesito a nadie. Solo lo necesitaba a él... No te conviene estar aquí.
- Ed- me mira decidido-. No te tengo miedo, a pesar de todo lo que puedes llegar a hacer. Tú lo quisiste. Tú me nombraste Kennedy. Y como tal, tengo el deber de estar con los míos. No quiero que se hable más de esto, ¿está bien?
- Fiel hasta el final- ruedo los ojos-. Miguel y yo hemos hecho un trabajo contigo mejor de lo que esperábamos.
- Tú mismo me lo dijiste, "Los Kennedy deben mantenerse unidos".
- Es cierto... Pero no esperaba que lo siguieras a rajatabla- le digo y me acerco al control de mandos del barco.
- ¿Adónde vamos, por cierto?- me pregunta Eloy.
- A donde nos lleve el destino. A buscarnos nuestro propio hogar.

Exiliado. Desterrado. Y todo por culpa de mi brazo robótico. De todas formas, ya no tenía nada que hacer allí. He de buscar mi sitio en el mundo, un sitio donde me sienta cómodo y tranquilo, donde pueda dejar atrás las emociones que hacen que me descontrole, como recuerdos dolorosos o pánico.
Llevamos semanas viajando sin rumbo, valiéndonos de los suministros que nos aportaron en Yanna pero solo eran para una persona y, al ser dos, la comida se está acabando antes de lo previsto.

Sorprendentemente, no he perdido los nervios en ningún momento. Me siento más tranquilo que en Yanna, más libre.
- ¡Ed!- me llama Eloy, con urgencia.
Voy hacia la cubierta, saliendo de mi camarote.
- ¡Mira, allí!- señala a lo lejos.
Es otro barco, surcando las mismas aguas que nosotros.
- Vienen hacia aquí- dice Eloy, parece calmado.
No debería estarlo.
- ¡A tu puesto, soldado!- le ordeno-. Eso no son nuevas noticias. No son amigos.

{ABADÓN}

Después de días y días de viaje, desembarcamos cerca de California. El resto del viaje es a pie.
El territorio está desierto.
Mucho silencio.
Demasiado.
- ¿Estáis seguros de que es por aquí?- pregunta Mar.
- A ver, conozco California- dice Annie-. Estamos en las afueras pero... parece todo tan tranquilo...
- Tan tranquilo que asusta- murmura Blas.
- Vamos, no os dejéis acobardar por nada- les animo.
- Esta nada lo es todo- responde Mar-. Ni un solo cuerpo. Se supone que es una ciudad grande, alborotada, llena de gente. Y no hay nada.
- Han pasado muchos años desde la epidemia- les digo-. Puede que ya hayan limpiado la zona. Concentrémonos en encontrar un vehículo que funcione para viajar más rápido.
Me acomodo la mochila a los hombros y seguimos caminando por la lúgubre y silenciosa ciudad a la luz del atardecer.
Edificios en ruina, suciedad por todas partes, hedor a muerte en el aire, a pesar de estar completamente deshabitada, al parecer.

- ¿Qué... qué es esto?- pregunta Blas, tragando saliva.
Ante nosotros, miles y miles de cuerpos se amontonan en una plaza, formando una gran montaña.
- No se puede pasar, tendremos que rodear la calle- dice Annie.
- No, esperad- los paro.
Tengo cierta sensación de mala espina.
Un escalofrío me recorre la espalda.
Esos cuerpos...
Aún sangran...
Esto... esto es reciente.
Esto no es nada bueno.
Para asombro de mis amigos, me giro rápidamente en todas direcciones, buscando alguna señal.
Alguna señal de qué está ocurriendo.
"Es el mal", me susurra el hombre malo.

{ANDREW}

Falta poco. Ya hemos entrado en territorio asiático. Y cuanto más me acerco, más temo. Por lo que podamos encontrarnos allí.

- Tranquilo, ya verás como todo irá bien- intenta animarme Hope al adivinar mis silenciosos pensamientos.
- Si te soy sincero, estoy más preocupado por hablar con la presidenta que por ver qué ha pasado- le digo.
Hope me acaricia el hombro y luego se recuesta sobre mí.
- Eres consciente de que tu madre ha enviado a Ian, Mario y Kevin en nuestro equipo para vigilarnos, ¿verdad?- me pregunta la chica.
- Para protegernos, según las palabras de Rachel. Y no, no ha sido solo mi madre. Fue la tuya quien insistió- le respondo divertido.
- ¿Significa eso que nos quieren, que son muy sobreprotectoras, que no confían en nuestro entrenamiento o que son muy controladoras?
- Creo que todo a la vez- le digo y ambos nos echamos a reír.

Tras minutos de silencio en el avión, empieza a recorrer un murmullo constante.
Un murmullo preocupante.
Murmullos de asombro.
De terror.
De incredulidad.
Despierto a Hope balanceándola un poco y esta se levanta.
- ¿Qué pasa?- pregunta ella, confusa.
- No lo sé- le digo sincero y corremos a asomarnos por las ventanillas.

No sé si esto es Ordos, si este es nuestro destino.
Pero si lo es, lo tenemos muy complicado.
Desde nuestra altura, una enorme cantidad de zombis recorren la tierra desértica.
Pero eso no es lo peor.
Lo peor son los gigantes que los acompañan.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora