MENSAJERO

904 79 9
                                    

{ALEX}

La puerta se abre, dejando pasar algo de claridad. Como cada día desde que me tienen aquí encerrada, me tiran la bandeja de comida.

No me han dejado ver ni hablar con nadie, estoy atrapada en esta celda de hormigón. Cada vez que viene un guardia a darme la comida, me miran con asco, como si fuera alguien inferior, como si hubiera hecho algo malísimo, y la cosa es que no he hecho nada para estar aquí.

- ¿Cuándo voy a poder hablar con alguien?- le pregunto al guardia que ya está fuera.

- Más tarde vendrá alguien- me responde secamente y desaparece en el ruido de sus pasos alejándose.

Bien, por fin voy a poder exigir explicaciones. Quiero volver a ver a Abadón, saber que está bien. Y saber qué ha sido de todos los demás.

Pasan las interminables horas hasta que alguien viene a por mí. Dos soldados me apresan y me conducen a algún lado con una venda atada en los ojos.

Cuando me quitan la venda, me encuentro en una habitación de interrogatorio con fotos de personas que conozco muy bien. Rachel Blair, Liam Fire, Jack, Luke, Zeth, Kat y un largo etcétera. Los están buscando. Y nosotros... Abadón, Mar, Blas, Annie, los jinetes del apocalipsis y yo, pero a nosotros ya nos han encontrado.

Un hombre alto y muy pálido me pide que me siente en la silla que está frente a él.

- ¿Quién eres? ¿Y la presidenta?- le pregunto algo brusca.

- Eso quiero saber yo. Para algo te hemos traído hasta aquí- me dice-. No buscamos a la presidenta, aquí ya no hay de eso. Buscamos a Rachel Blair.

- Para decir que aquí no manda nadie, tú tienes pinta de ser el que está al mando y da las órdenes- le rebato.

- Siempre tiene que haber alguien que tenga un poco más de autoridad para mantener unida a una comunidad.

- ¿Una comunidad de qué? ¿De fanáticos? ¿De locos? ¿De psicópatas?

- No. una comunidad de adoradores. Aquí los únicos superiores son Los Tres Grandes. Nadie más que ellos. Todos les servimos con un único propósito- declara.

- ¿Como entrar en El Comienzo?

- Formar parte de la vida, ese es nuestro único objetivo. Pero no eludas el tema, dime dónde se hayan Rachel o alguno de tus conocidos. Tu padre es el objetivo más importante y sabemos que fuiste en su búsqueda. Sabes dónde está.

- Pues resulta que yo he venido buscando a Rachel y no está aquí. Y ni idea de donde está mi padre, no quiero saber nada de él- le digo de brazos cruzados.

- El último lugar donde lo viste fue en La Cruzada, California, ¿verdad?- me pregunta con una sonrisita de superioridad.

- ¿Cómo sabes eso?- le pregunto con los ojos entrecerrados.

- Unos buscadores los encontraron pero los mataron. Mandamos más tropas pero ya no quedaba nadie salvo muertos- me informa-. Tú eres su hija, debes tener alguna ligera idea de donde puede haberse escondido.

- No, la verdad es que no- le digo sonriendo a su mismo nivel.

- Pues entonces haremos que salga de su escondite- dice y coge una radio-. Jack Blair, tenemos a tu hija, y si no vienes pronto para dar la cara, tu pequeña sufrirá las consecuencias.

Y de repente, el hombre me golpea en la cara, haciéndome gritar de la sorpresa.

Me levanto de la silla para atacar pero un guardia enseguida me aprisiona.

- ¡Soltadme! ¡Quiero ver a mi hermano!- grito intentando debatirme en vano.

- No verás a nadie hasta que tengamos a tu padre- me dice el que me ha golpeado, en cuya placa puedo leer que se llama Erick Jones-. ¡Llevadla de vuelta a la celda!

Horas y horas de aburrimiento en las que solo puedo pensar. Pensar en cómo escapar, en cómo vencerlos, pero no encuentro ninguna salida.

Un guardia viene a traerme la comida y espero tirada en la incómoda y fea cama hasta que se va. Pero esta vez hay algo distinto, no me han tirado la bandeja como si estuvieran dándole de comer a unos simples perros.

Corro hacia la bandeja. Alzo el tazón y veo algo debajo, una nota, una nota de esperanza.

"No estás sola. M.K."

{JACK}

"Los tenemos. Los tenemos a todos. Jack Blair, tenemos a tu hija, y si no vienes pronto para dar la cara, tu pequeña sufrirá las consecuencias. Al igual que todos los demás, los últimos supervivientes del antiguo pelotón 166, los jinetes y Abadón Fire."

- ¿Ahora si os convence la idea?- nos pregunta Mary a Rachel y a mí-. Vuestra familia está en peligro y pronto la mía también si no atacamos.

- ¡Pero seguimos sin tener nada para vencerles!- se queja Rachel-. ¡No podemos permitir que nos capturen a nosotros también!

- Sí que lo tenemos- afirmo-. Todos esos zombis de allá arriba. Luchamos contra humanos y esta arma puede ser la más efectiva. Solo nos falta transporte.

- De eso me puedo encargar yo. Conozco un aeropuerto cercano- dice Zeth.

- ¿Y si sin querer muere alguien inocente?- pregunta Azula.

- Tenemos que arriesgarnos- dice Kat-. Además contamos con Jack, que evitará que los infectados nos hagan daño.

- Esto puede salir muy mal...- suspira Liam, apoyado en el hombro de mi prima.

- Si pulimos los detalles puede salir perfectamente- les digo-. Así que vamos, no tenemos mucho tiempo, muchas vidas corren peligro.

{MIGUEL KENNEDY}

No sé cómo lo voy a hacer. Todo está muy vigilado. Hay ojos y espías por doquier.

Lo único que puedo hacer es dar mensajes de esperanzas, actuar como mensajero para que no se rindan y aguanten. Creo que, a estas alturas, soy el único que aún se muestra contrario a todo esto. Nos hacen rezar a Los Tres Grandes, se hacen conferencias obligatorias para repartir la palabra de los nuevos dioses. Incluso las cinco iglesias de Yanna se han pasado al culto de estos personajes con aires de grandeza.

Por ahora solo me queda fingir, fingir que yo también los adoro. Podría acabar con el líder supremo, Erick Jones, pero entonces otra persona asumiría el cargo, los causantes del apocalipsis se han metido de lleno en la mentalidad de la mayoría de los supervivientes.

Me han asignado como guardia del distrito sur, tengo mi propia comisaría y todo pero esta nueva vida no me agrada.

- Kennedy- me llama un suboficial-. Esta es Minerva. Llegó hace unas semanas en busca de nuestra religión. Será tu nueva ayudante, ya que el último no acabó muy bien.

Mi antiguo compañero intentó escapar y en vez de eso, solo consiguió que los esbirros de Erick les metieran un tiro entre ceja y ceja en medio de la multitud de Yanna para demostrar las consecuencias de sus acciones.

- Hola, Minerva- le estrecho la mano-. Yo soy...

- Miguel Kennedy, ¿verdad?

- S... sí. ¿Cómo lo sabes?- le pregunto.

- He oído hablar de ti- me sonríe la joven.

Noto en su mirada un matiz diferente de la de los demás. Una mirada de complicidad.

No estoy solo después de todo.

Apocalipsis Zeta - Parte 7: La última amenazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora