Capítulo 24. La decisión de Sanem

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"C: Yo también voy a tirar de fantasía, pero iré un paso más allá. Por ejemplo, si ahora nos congeláramos, y tenemos bastantes papeletas, digamos que nos quedamos aquí durante años y nos encuentran y descongelan y volvemos a la vida, ¿crees que nos seguiríamos recordando? ¿Los recuerdos también se congelarían?
S: Si puedes recordar sin congelarte... si puedes vivir sintiendo la presencia de alguien a tu lado, ¿no es el milagro más grande?
>El amor verdadero no se congela, el amor verdadero derrite el hielo pero solo si es verdadero. Pero tú no sabes de eso."

Capítulo 34 (Turquía)

Del capítulo anterior...

De nuevo sintió una conexión irresistible hacia ella pero ni buceando en todos sus recuerdos, lograba imaginar quién era. Atrapó la mano de la chica con la suya y sintió un leve tirón en el dorso de la mano.
-Cuidado -dijo la chica-, se te puede salir la vía.
Can volvió a centrar toda su atención en ella mientras sostenía la mano con la suya. Se quedó mirándola a los ojos.
-¿Quién eres? -preguntó.

...

Sanem estaba preparada para cualquier cosa... menos para esto.
(¿Cómo que quién soy?)
Sanem retiró la mano de la de Can lentamente sin apartar la mirada de la de él. El silencio inundaba la habitación. Tanto Aziz como Emre miraron hacia Can.
-Hermano, ¿cómo que quién es? ¿Es una broma?
Can apartó la mirada de la chica y miró hacia su hermano.
-¿Debería conocerla? -preguntó.
-¿Hijo? -dijo Aziz tras un nuevo silencio.
Sanem se levantó de la silla lentamente. El impacto del accidente y lo que sintió durante los segundos posteriores no tenían comparación con la conmoción que se había adueñado de ella. Sabía lo que estaba ocurriendo. No tenía necesidad de que ningún médico viniera y dijera lo que ella había comprendido en tan solo un instante.
Can miró hacia su padre y de nuevo a la joven. Buscó sus ojos y los vio cargados de lágrimas contenidas pero por más que intentaba bucear en sus recuerdos, no la encontraba en ellos. Lo último que recordaba era una conversación telefónica con su padre donde le pedía que volviera a Estambul por la celebración del XL Aniversario de Fikri Harika y donde le comentaba que se estaba pensando tomar un descanso de tres meses para viajar.
-Avisaré a la doctora -intervino de nuevo Aziz saliendo de la habitación.
Sanem, como si de una pesadilla se tratara caminó a ciegas y salió tras Aziz. Los golpes y magulladuras del accidente no le dolían tanto en esos momentos como le dolía el corazón.
Tan solo pudo dar un paso más allá de la puerta. El mundo se tornaba por momentos negro. Apoyó la mano en la pared en un intento de estabilizarse en ese mundo oscuro que la tragaba pero era inútil. Las piernas empezaban a fallarle también y no le sostenían en pie. Se precipitaba al vacío.
-¡Sanem!
La ayuda le vino de la persona que menos hubiera esperado. Huma regresaba a la habitación con un vaso de café de la máquina expendedora cuando vio a Sanem apoyarse en la pared. Dejó caer el vaso al suelo y se precipitó hacia la novia de su hijo. La agarró justo a tiempo.
-¡Que alguien me ayude! -chilló.
Uno de los auxiliares de planta fue el que se aproximó y ayudó a Huma a llevar a Sanem hasta uno de los asientos de la sala más cercana de espera.
-Iré a por un tensiómetro -dijo el hombre.
-Sanem -dijo Huma sosteniendo la cabeza de la chica entre sus manos-. ¿Te encuentras bien?
La voz de la madre de Can le llegaba desde muy lejos. La oía en sordina. Su pequeño mundo de felicidad se estaba desmontando pieza a pieza.
-Ve con Can -habló intentando salir de la oscuridad que nuevamente se la tragaba.
Huma miró a su alrededor y vio a Leyla.
-Leyla, querida -dijo Huma-, quédate con tu hermana. Algo pasa con mi hijo.
En cuanto Leyla se sentó al lado de Sanem, Huma salió disparada hacia la habitación donde estaba Can. Allí se encontró a Aziz y a su hijo menor hablando entre ellos mientras la doctora no dejaba de examinar a Can y hacerle preguntas.
-¿Reconoce a estas personas? -le preguntó
-Claro que las conozco. Mi padre, mi hermano Emre y una madre a la que no he visto en años. ¿Qué haces aquí, mamá? ¿Cuándo has vuelto a Estambul?
Huma miró a su hijo mayor conmocionada. ¿Qué era todo esto?
-¿Qué es lo último que recuerda? -preguntó de nuevo la doctora mientras seguía anotando datos en la tablilla.
Can se frotó el puente de la nariz intentando despejar la nube que tenía en la cabeza.
-Lo último que recuerdo es una llamada de mi padre donde me decía que necesitaba unas vacaciones y que no podía faltar a la celebración del XL aniversario de la agencia.
-¡Dios mío! -exclamó Aziz sin poder evitarlo.
Emre se acercó a la cama donde estaba su hermano y le puso una mano sobre el hombro. Huma tuvo que sentarse en la silla que pocos minutos antes estaba ocupada por Sanem.
-¿Cuándo fue eso señor Aziz, señor Emre? -preguntó la doctora mirando a los aludidos mientras pronunciaba sus nombres.
-Hace dos años, doctora -contestó Emre.
(¿Dos años? ¿Hablaban de dos años? ¿Dos años de su vida que habían desaparecido de un plumazo?)
Can guardó silencio. De repente se sentía muy cansado y solo quería que le dejaran solo.
Huma buscó la mano de Emre y se aferró a ella.
-Tendremos que realizarle pruebas para confirmarlo -dijo la doctora mientras anotaba más datos en su tablilla- pero me adelantaría a dar como diagnóstico previo que se trata de amnesia lacunar postraumática. Solicitaré una evaluación completa.
-¿Dónde está Sanem? -preguntó de repente Emre.
-Fuera, con su hermana, en la sala de espera -dijo Huma intentando darle sentido a lo que estaba ocurriendo.
-Iré con ellas -dijo mientras se deshacía del agarre de su madre con toda la delicadeza que pudo.
Emre salió de la habitación y se dirigió a la sala adyacente. Allí se encontró a Sanem recostada sobre su mujer. Leyla le acariciaba el pelo mientras intentaba consolar a su hermana.
Emre se sentó al otro lado de su cuñada y Sanem le miró. Cuánta razón tenía Can. Esos ojos pararían el mundo de cualquiera. Eran hermosos incluso cuando estaban, como ahora, perdidos entre niebla. Sanem se incorporó y se arrojó a los brazos de Emre.
Leyla no necesitó palabras. Miró a su marido y le dijo que cuidara de su hermana. En silencio se levantó y se marchó dejando a su hermana y a su marido a solas.
Sanem intentaba controlar el llanto. Apoyó la cabeza en el pecho de Emre. Era cálido y reconfortante el abrazo que le prodigó su cuñado. Se aferró a las solapas de la americana de Emre y hundió la cabeza en el cuello masculino. Emre notó las lágrimas de la chica en su propia piel. Uno de los dos tendría que mantenerse firme y le tocaba a él.
-Vamos, Sanem. No es tan malo. Ya verás. En pocos días habrá recuperado todos sus recuerdos.
Sanem se aferró más a él.
-No necesito que ningún médico me diga qué le pasa -comenzó diciendo la chica-. Emre, no sé si voy a poder con esto. No sé cómo voy a poder traerle de vuelta. No sé si voy a resistir este nuevo varapalo que me ha dado la vida. ¿No he sufrido ya bastante?
Por toda respuesta, Emre la abrazó y le acarició el cabello.
-¿Por qué no he sido yo? Olvidar para no sufrir. Emre, ¿qué hago? Sólo dime qué tengo que hacer y yo lo hago. Pero no podré estar lejos de él. No ahora. Me siento tan cansada, tan inútil. Justo cuando comenzaba a ser feliz de nuevo, cuando mi mundo volvía a estabilizarse, cuando sabía que volvía a tenerle, que me había elegido a mí por encima de su libertad. ¡No puede ser todo más injusto, Emre!
-Vamos, cálmate -dijo el hombre separándola de su cuerpo para poder mirarla a los ojos-. Cálmate, ¿me oyes? -Emre pasó las manos por las mejillas de la chica y le limpió las lágrimas. Le sujetó el rostro entre sus manos y le acarició las mejillas con los pulgares-. Todo se solucionará, te lo prometo. Y tú y mi hermano iréis a recorrer el mundo esos dos años que te prometió, ¿me oyes? Tómatelo como un nuevo comienzo, un empezar desde cero. La reconquista de la capitana Sanem. Imagínatelo como un abordaje. Tú eres el capitán de un navío imperial y mi hermano un barco que capturar.
Como fábula era muy mala pero el mensaje que le estaba enviando le dio fuerzas.
-Vamos, sonríeme -dijo Emre-. Dame una de esas sonrisas que dice Can que ilumina el mundo.
Sanem sonrió. No era una de esas sonrisas amplias que sí que iluminaban el mundo y marcaba sus hoyuelos, era una sonrisa cargada de tristeza pero en sus ojos sí pudo ver cierta chispa de determinación. Eso bastaba por el momento. Le había hecho mucho daño en el pasado, la había utilizado y casi había destruído sus sueños y ella le había perdonado. No había un álito de rencor en ella. Sanem era puro amor pero ese amor era de los que autodestruían. Daba tanto que no le quedaba nada para sí misma. Esta vez serían los demás los que tendrían que ser las velas y el viento que empujaban su embarcación mientras ella, inevitablemente, tendría que llevar el timón.

...

"El amor significa no volar siempre aunque se tengan alas, es hacer un nido juntos. Si tienes una pareja que aletea para protegerte, no puedes marcharte y abandonarla."
Capítulo 34 (Turquía)

Dos días después en el jardín de entrada a la galería vidriada.

Sanem reunió a todos en su jardín. Había estado dando muchas vueltas a cómo ayudar a Can a recordar. Se había reunido con Metin y con Bulut y entre los dos abogados habían conseguido que Can firmara los documentos que le darían vía libre para conseguir el dinero que necesitaba para poner en marcha la maquinaria que necesitaba echar a andar.
-Volveremos a la antigua agencia. Can volverá a ser el jefe de la misma y todos harán su antiguo trabajo -comenzó diciendo Sanem.
-¿Y cómo vas a hacer que suceda tal cosa? -preguntó CeyCey- ¿Qué banco vamos a atracar, Sanem?
-Ningún banco, CeyCey -continuó Sanem firmemente-. ¿Os acordáis de la oferta del señor Asym Gülerem? ¿El CEO de WomanArt Cosmetics?
Todos centraron ahora su atención en lo que decía Sanem con espectación.
-La hemos aceptado hace diez minutos. Acabo de firmar los papeles de cesión de la patente de dos de mis cremas. Metin y Bulut acaban de enviar toda la documentación. Me han dado tres meses antes de que vaya a visitarles. Saben la situación que tenemos aquí y la comprenden. Ese dinero será destinado a Fikri Harika -concluyó con decisión.

(¿Continuará?)

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