Capítulo 77. Ocurrió con Mel Gibson

4.6K 136 78
                                    

Temporada 3. Capítulo 17

Vélez Málaga, España.

La risa de Mara despertó a Sean Patrick O'Banyon de la siesta a las 3:30 pm hora española. Paddy, también conocido por Sean, ya estaba acostumbrado a no poder descansar ni cuando realmente lo necesitaba. Se preguntó qué había sido esta vez.
-¿Qué pasa ahora? -preguntó adormilado.
-Nada, sigue durmiendo.
-Me niego a volver a cerrar los ojos hasta que me expliques qué es lo que te hace tanta gracia.
-Mi protegido. Está hecho un lío. Ni siquiera sabe por dónde le van a venir los tiros y esa Voz de Sanem lo maneja a su antojo. Hace con él hasta encaje de bolillos. ¿Has visto la película «Maverick» de Mel Gibson y Jodie Foster?
-Ya sabes que sí. Mel es un buen colega de profesión. Estoy intentando a ver si hace alguna en condiciones sobre Niall Noigiallach o San Patricio, pero siempre contesta que ya tuvo bastante de Reino Unido con «Braveheart». Casi lo estrangulo. ¿Cómo pudo meter en la misma conversación Reino Unido e Irlanda? Sabe demasiado bien lo sensible que soy al respecto. Y después de ver «La pasión de Cristo» y «Apocalipto» no entiendo muy bien que no quiera volver a estar al frente de otro bombazo histórico.
-Te vas por las ramas y acabas provocándome dolor de cabeza.
-Pues ve al grano.
-¿Alguna vez te has planteado la posibilidad de los universos paralelos? ¿O de que sea posible que dos personas por H o por B siempre están destinadas a conocerse aunque sea por causas tan dispares como un matrimonio o una simple amistad?
-Tu jerga mística, me puede. Eso sí que me provoca a mí un fuerte dolor de cabeza.
Mara comenzó a reír.
-Te agradecería que, en lugar de reírte tú sola -comentó Paddy como el que no quiere la cosa-, mejor pilles el teléfono y les hagas una llamada.
-Eres poco creyente para ser irlandés, querido.
-Bueno, si quieres que te diga la verdad, siempre he sido un buen creyente. Nunca dejé de creer en el destino y siempre esperé volver a verte. Jamás pensé que iba a ser como darme de bruces con un tornado. Has vuelto a mi vida y ésta se ha convertido en un caos. Conste que no me quejo. ¡Bendito caos! -se apresuró a decir cuando vio que los ojos oscuros de su mujer se tornaban brillantes por la furia.
Mano de santo. ¿Quién lo podía poner en duda? Paddy se volvió a retrepar en el sillón, estiró las piernas, apoyó la cabeza en respaldo de su butacón favorito y volvió a cerrar los ojos.
-Sean -susurró Mara- quiero volver a Turquía. Quiero estar allí cuando nazcan los pequeños de Can.
-Mara, ¿qué vamos a hacer nosotros allí en un momento tan especial para una familia?
-Sean, por favor...
Mara se sentó a horcajadas sobre el regazo de su recién estrenado marido y le pasó los brazos por el cuello para unir sus muñecas tras él. Acercó el rostro al de él y le mordió suavemente la nariz, pestañeó batiendo sus increíbles pestañas oscuras y, no se dio cuenta, pero frotó con el pulgar de su mano izquierda su muñeca derecha donde el tatuaje con el doble arco de Artemisa iba perdiendo intensidad con los años. Echó la cabeza hacia un lado y besó el cuello de Sean.
-Iremos a Turquía, ¿verdad? -comentó mimosa mientras enterraba las manos en los cabellos que comenzaban a tornarse plateados en las sienes de Sean- Aprovechemos que Osman va a terminar de perfilar los detalles de la grabación de «El Fénix y el Albatros», aprovechemos que quiere estar algunas semanas con su hermana recién casada y vayamos, por favor. Necesito estar allí. Aún no sé muy bien por qué pero necesito estar allí.
Paddy se incorporó en el sillón y, al hacerlo, elevó el cuerpo de su mujer. El pelo oscuro de ella acompañó el movimiento mientras él enterraba la nariz en el canalillo de Mara. Aspiró su limpia fragancia, una mezcla de jazmín y clavel que ya reconocería entre un millón.
-Ni siquiera voy a intentar quitarte de la cabeza ese viaje. Haces conmigo lo que quieres.
Mara sonrió, movió el brazo y bajó la mano hasta la cinturilla del pantalón, allí, manipuló botón y cremallera hasta que pudo meter la mano dentro de los ajustados vaqueros. Volvió a sonreír al toparse con lo que buscaba.
-Me parece a mí que, al final, el que siempre sales ganando eres tú.
Paddy lanzó la cabeza hacia atrás y soltó una estentórea carcajada al tiempo que introducía las manos bajo los amplios faldones de la camisa que ella llevaba.

Erkenci KuşWhere stories live. Discover now