Capítulo 78. Su VOZ y su tormento

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Temporada 3 - Capítulo 18

(«Creo que ando volviendo loco a ese marido que se ha agenciado la niña. Lo siento, es que no puedo evitarlo. ¡Can es tan súmamente divino! ¡Oh, lo sé! La palabra divino ya se estila poco, pero no me vayáis a decir que el marido de la niña no es eso... ¡DIVINO! Y lo mejor de todo es que su apellido es Divit. Me enamoré como una loca de él en cuanto mi chica se cruzó con él en aquel palco. Os juro que, cada vez que se le acercaba le gritaba para que lo reconociera, pero Sanem está cuajada. A esta niña le hubiera hecho falta más de una vez un buen sopapo para que espabilara.
Lo cierto es que me encanta esta situación. Estoy disfrutando de lo lindo. Can ni siquiera es consciente de lo pillina que soy y eso que muchas veces me he de morder la lengua para que definitivamente no encuentre el modo de estrangularme.
Hablando de estrangulamiento... ¿No os parece que mi chica está a un tris de poner la corbata de Emre alrededor del cuello de esa estúpida de Arzu? Miradle la cara... está a punto de saltar.
Arzu es tonta, gilipollas antes bien. No sabe que una mujer embarazada, con las hormonas revolucionadas (como es el caso gracias al embarazo) y que, encima, ya es celosa de por sí... es un peligro andante. Lo cierto es que no sé cómo sigue viva. ¿Os he dicho ya que la ha amenazado con un rico batido de pomelo donde por casualidad ha volcado media caja de fresas? ¿Y sabéis algo más? Las fresas las ha proporcionado Mara. No sé cómo lo ha hecho, pero a casa de Mihriban ha llegado esta mañana una bonita cantidad de fresones que decía la nota que eran de Huelva. De Huelva, de los que te dan para que nunca devuelvas. Me gusta esta Mara. Es sensible. Escuchó cuando le dije que el anillo lo tenía Can. Nadie antes me había escuchado de la manera que ella lo hace. Me gusta esa chica, bueno, si es que a una persona de 45 años aún se la puede llamar chica.
¡Ay, mi madre! ¡No perdáis detalle de la movida!
¿Arzu le está acariciano el brazo a Can? ¡Os dejo! ¡Tengo que evitar que Sanem termine en prisión! Su cara de cabreo es la de un asesino que está a punto de cometer un homicidio con premeditación y alevosía.
¡Vaya, falsa alarma! ¡Bulut al rescate! Deren por la retaguardia de Can intentando atraer la atención y Arzu se ha quedado plantada en mitad de este circo organizado del que no estoy yo muy segura que no acabe en drama.
No estoy consiguiendo que Sanem me escuche. Sin embargo, el que si me presta atención es Can, él sí parece escuchar todo lo que digo. ¡Estoy enamorada de él hasta las trancas! Aunque también es cierto que estoy un pelín desubicada, ¿cómo hemos llegado a esto?
Lo cierto es que ni yo misma lo sé con seguridad. Sí, hablo en femenino de mí misma porque soy una VOZ. La VOZ de la cabeza de Sanem aunque ya no estoy del todo segura si no voy a terminar cambiando de sexo. ¿Sería muy raro, no? Ya he dicho que estoy enamorada de Can hasta las trancas. No sabéis lo emocionante que fue ser testigo de excepción de sus emocionantes encuentros. Pero... ¡Shsss! ¡Guardadme el secreto! Un primer plano de ese estupendo trasero bien vale alguna que otra mentirijilla y más de un silencio en los momentos oportunos, ya me entendéis.
Bueno, a lo que iba, que al igual que una pseudoescritora de pacotilla que todas conocemos... me voy por las ramas cada vez que se me cruzan las cables. Y se me cruzan bastante. ¡Can es un cielo! ¡Verdad de la buena!
Volvamos atrás. Volvamos dos semanas atrás. Cuando ocurrió lo impensable por primera vez: que Can me escuchó y Sanem no lo hizo.
Acabábamos de salir de aquella cafetería donde nos citó Öykü. ¿Sabéis qué ocurrió? Pues ocurrió que los planos existenciales confluyeron por un breve instante y creo que ahí me desligué de mi niña. En otro universo, en otro mundo paralelo, Can no se llama Can se llama Ferit y Öykü se llama Nazli y de ahí ese reconocimiento sin siquiera conocerse. Suerte que estaba ahí. Conseguí ocultar el pliegue de las diferentes realidades pero no sé cómo, aunque espero que sólo sea de momento (miento, miento como una bellaca), quedé ligada a este hombretón y Sanem me perdió. Lo malo de todo esto es que no me echa de menos ni un tantito así -lo estoy diciendo a la par que imaginativamente he pegado mi pulgar y mi índice-. Vale, vale, me vuelvo a ir por las ramas. ¡A lo que iba!
Ocurrió lo que ocurrió y llevo dos semanas ligada al chavalote. No sabéis lo divertido que es urgar en su cabeza. No he visto a tío más chiflado por una tía que a él. Si pudiera se pegaría a ella como una lapa. Pasó muchas carencias afectivas durante ese año que estuvo vagando por los siete mares y ahora quiere permanecer con las raíces profundamentes enterradas en esa hacienda que es la de Mihriban. ¡Huy, hablando de Mihriban! Vaya la que se traen entre manos. ¿Sabéis que pretende adoptar a Deren? Sí, lo va a hacer. Es la condición que le ha puesto al señor* Aziz para casarse tan rápido. Dice que no tiene hijos, que a Bulut lo quiere como tal pero que éste tiene padres vivos y no era plan así que ha puesto las miras en Cleopatra. La adoptarán antes de dar el «sí, quiero» a Bulut y pasará a ser una Divit de pleno derecho. Lo más gracioso de todo esto es que ni siquiera Emre ha puesto pegas y eso que la herencia se dividirá en tres partes en lugar de dos. Mmm, interesante el cambio del cuñado de mi niña, ¿no os parece? De ser totalmente materialista ha pasado a convertirse en adalid de la generosidad. Me mola este Emre. En el pasado, de haber podido, le habría pegado una buena patada en los huevos. Venga, va, perdonadme el lenguaje, ¿no os gusta sacar de vez en cuando vuestro lenguaje no del todo políticamente correcto al sol? ¡Ya me parecía!
Lo siento, lo siento. De nuevo me he ido por los cerros.
Lo que os iba contando. Todo ocurrió en aquel momento. Desde entonces sólo estoy en la cabeza de Can y no sé cómo volver con mi chica. No lo parece, pero juro que estoy triste. Ella tuvo momentos en los que no me hizo ni puto caso, pero es mi chica. Nací de ella, nací con ella y espero volver a ella.
Bueno, pues eso. Llevo dos semanas en un limbo existencial. Asociada a la cabeza de Can e intentando no morirme de un ataque de histeria en el proceso.
Can es un cachondo cuando quiere, os lo juro. Es perverso. Sí, sí. Vosotras lo veis como un niño bueno, alguien que bebe los vientos por Sanem y... ¡oíd, es cierto! ¡Pero tiene una vena del todo canallesca! Escuchar sus pensamientos es el súmum de la buena suerte. Piensa una cosa, maquina la jugada y la lleva a cabo, pero siempre con la mira puesta en su objetivo y su objetivo, en estos momentos, es hacer rabiar a Sanem. ¿Por qué? ¡Lo sé! ¡Pero no pienso decirlo!
¡Ains, Can! ¡Can de mis entrañas y entretelas! Observadle en estos momentos...
Mirad como se muerde el labio intentando aguantar las carcajadas que se muere por soltar viendo como Bulut intenta mantener alejada a Sanem de la mesa de aperitivos. Mihriban tuvo que esconder las fresas, una lástima, se van a echar a perder y tenían un aspecto delicioso. Sanem está bastante jodida. Que no soporta a Arzu, no es nada nuevo y que Arzu no aprende la lección... también es una verdad como un templo. A esa tía deberíamos dejarla en manos de mi niña y ver qué pasaba.
Can a lo suyo. Otra vez mirando por el visor de la cámara, ajustando el anillo del enfoque y corrigiendo el estabilizador. El tío hace unas fotos alucinantes. Capta hasta la menor arruga de expresión. Espero que a Arzu le encuentre hasta las patas de gallo que trata de ocultar con diez kilos de maquillaje. Igualito que el cutis terso de la niña, igualito, vamos.
Pero miradla, por favor. ¡Si es un palo encopetado! ¿Cómo puede siquiera ser la modelo más cotizada de Turquía? No se entiende, pero... para gustos... colores. Suerte que sé que en esa cabeza que tiene mi Can no hay espacio para otra mujer que no sea mi Sanem.
En fin, creo que os dejo de dar la paliza por hoy. Algo me dice que vamos a tener otra clase de función en breve porque no está lloviendo y Öykü está parada bajo un charco.»)

Estaba de Arzu hasta el moño. Sí, hasta el que en esos momentos lucía ya medio destrozado en lo que había sido su bien peinada melena.
(Estoy deseando que el día de hoy termine.)
Can miró disimuladamente el reloj y frunció los labios.
(¡Maldita sea, aún quedan horas aguantando a esta lapa! ¿Siempre fue tan sobona? ¿Es que no se da cuenta que me siento violentado por su actitud? Para que luego digan que un hombre no puede sertirse acosado. ¡Menuda descarada!)
Arzu se había aproximado a él. La mujer llevaba más maquillaje encima del que podía imaginar que una mujer pudiera llevar nunca. Comparada con Sanem, perdía puntos por momentos.
(¡Dios, es un pulpo! Evito la mano del brazo y me sujeta el antebrazo, ¡no hay manera de despegarla!)
Echó la vista hacia atrás y pidió ayuda con desesperación a Deren al tiempo que tuvo que morderse el labio al ver cómo Bulut frenaba en seco las intenciones de Sanem. Su casi hermana estuvo al quite y fue bastante rápida para interceptar a Arzu y llevarla hacia el trono de Reina de las Nieves que se había preparado en el jardín de Mihriban.
(¿En la ocasión anterior también había sido tan pegajosa? Entendía que Sanem hubiera cometido el dislate de provocarle aquella reacción alérgica. Él estaba a un tris de buscar los fresones que Mihriban había requisado y hacer él mismo un nutritivo y apetitoso batido que acabara con Arzu nuevamente en urgencias.)
Volvió a enfocarla con la cámara, pero esta vez la fotogrofía fue un primer plano de los zapatos que lucía, uno de los ocho pares que había donado Defne Iplikçi. Eran espectaculares, como espectacular era el diseño del vestido de Öykü. Las fotografías de Arzu serían las que irían en primer lugar en el dossier que tendría que montar de manera un tanto precipitada su amigo Akiz si quería que estuviera listo para la subasta que sería en otras dos semanas y, sin embargo, era con la última modelo que estaba trabajando. Había tenido que escuchar los gritos de Akiz y aguantar su charla y su sermón sobre costos y pérdidas para su empresa. ¡Bua, pura palabrería! Era el primero en apuntarse a estos tipos de desatinos sin cobrar un duro, entre Metin y él siempre lo convencían sin grandes esfuerzos. Otra foto más. Estaba preparando la siguiente cuando la risa de la VOZ de Sanem atrajo su atención. Can se volvió hacia el lugar de donde procedía, al hacerlo no pudo evitar enfocar con el objetivo a la señora Dinçer. El pelo se le pegaba al cráneo, el sudor recorría sus mejillas y un rictus de dolor le atravesaba el semblante, Can pulsó el obturador de la cámara e inmortalizó el momento de dolor desgarrado que atravesó a la chica.

Erkenci KuşWhere stories live. Discover now