― Di que eres mío.
― Tú primero...
La conversación llegó a su cabeza mientras Mike observaba las fotos que revelaban el dolor y la tragedia en la que había caído Emiliano Blake.
Mike había sido tan culpable como Eros, su amante de toda la vida. Lo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
― ¡Vamos hombre! ¡Échale ganas!
― Es lo que hago, ¿no te das cuenta?
Emiliano odiaba la maldita barra a cada lado de él sobre la que llevaba una hora y había dado tres pasos, los brazos le tiritaban.
― Ayúdame...
― ¡No lo haré! Mueve ese culo ahora.
Una gota de sudor resbaló por la frente, cuando los brazos cedieron y cayó al suelo.
― Mierda...
Ariel, esta vez, intentó ayudar, y, Emiliano lo empujó hacia un costado.
― Yo lo haré.
― Eres un imbécil testarudo.
Emi engarzó sus brazos sobre las barras, sin embargo, estaba demasiado débil.
― ¿Estás tomando los regeneradores musculares?
El brazo cedió de nuevo y volvió a caer al suelo, completamente abatido.
― No estás ingiriéndolos ¿me equivoco?, te has dejado caer a propósito. Nada es en verdad importante.
― Vete a la mierda...
― Te vas a lesionar los brazos.
Emiliano tragó saliva mientras continuaba en el suelo y Mike ingresaba a la sala de rehabilitación que habían diseñado, dejando su campera en una de las sillas. Sin esperar un segundo se acercó a Emi.
― Disculpa, ¿alguien te ha dado autorización para estar aquí?
― No veo que estés ayudando mucho a tu paciente así que, no te molestará que lo haga yo ¿verdad?
Emiliano tembló al contacto, cuando Mike lo ayudó a ponerse de pie y lo sujetó contra su cuerpo como si se tratara de una pluma.
Sus rostros frente a frente, Ariel tomó asiento y se cruzó de piernas, no había remedio. Observó su reloj con fastidio.
― Voy al baño, vuelvo en unos minutos...
Ariel caminó hacia la puerta. Michael introdujo su mano cálida por debajo de la remera de Emiliano, rozando la piel blanquecina.
― Vamos, son 15 pasos como mucho, sostente de mí.
― Estoy cansado, llevo dos horas en el mismo lugar.
― ¿Te quejas por dos horas?, si mal no recuerdo la última vez que nos acostamos lo hicimos por 4 horas...
Emiliano rio ante el comentario picante y se sujetó de los poderosos brazos que lo sostenían.
― Es diferente....
― Seguro que sí, aquello era mucho más entretenido, sin embargo, ahora debes mover estos dos palillos y demostrarle a tu novio terapeuta que estás haciendo todo lo posible por avanzar.
