― Di que eres mío.
― Tú primero...
La conversación llegó a su cabeza mientras Mike observaba las fotos que revelaban el dolor y la tragedia en la que había caído Emiliano Blake.
Mike había sido tan culpable como Eros, su amante de toda la vida. Lo...
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― Debemos volver a Sudáfrica mañana, Dominic tiene demasiados asuntos que atender y yo debo regresar al trabajo.
Explicó Cameron, al momento en que estaban sentados en el pasillo del hospital junto a Emiliano.
― Seguro, la vida sigue, nos vemos en unos días.
― ¿Vas a quedarte en Ciudad del Cabo verdad?
― Sí, he conseguido empleo allí, Mike también lo tiene, así que, me parece lo correcto. Además, nunca en mi vida sentí como que perteneciera a un lugar hasta que llegué ahí.
Cameron puso la mano en su hombro y le sonrió.
― Ha sido lindo conocerte, inesperado, pero...
― Sí, lo sé, ha sido un gusto. Gracias a Dios por tu novio también, sin él, no hubiéramos logrado nada...
― Dominic es un buen tipo... cuando quiere serlo... — ambos rieron.
― Sí, no quisiera enfrentarlo en la Corte.
― Es un hijo de puta despiadado, pero, si estuviera en problemas, no desearía a otra clase de persona defendiendo mis intereses.
― Y es genial como se desenvuelve en todos los ámbitos, conoce de leyes, hombres, armas.
― Sí —. Cam le dio una sonrisa ladeada —. Fue escalofriante verlo manipulando las armas, como si lo hubiera hecho demasiadas veces.
― ¿Le preguntaste?
― Sí, me respondió que en los 10 años que hemos estado separados ha aprendido varios trucos.
― Es decir, esquivó totalmente tu pregunta...
Cameron asintió y se encogió de hombros.
― No hay problema, le voy a sacar más información, soy muy bueno manipulándolo... cuéntame, ¿cómo está Mike?
Emi puso los ojos en blanco y dio un gran suspiro, era una pesadilla.
― Ansioso, molesto, ya no soporta estar en esa cama, ya le he dicho que tiene que cooperar si quiere que salgamos antes de aquí, además, será más fácil controlarlo en el hospital que en nuestro hogar.
― ¿A qué te refieres?
― Que no va a quedarse quieto y...
― Le terminarás rompiendo las costillas sanas que le quedan...
Emiliano se cubrió el rostro enrojecido de vergüenza. Cameron le golpeaba la espalda.
― Está insoportable, quiere que me eche encima de él a toda costa. Esta mañana cuando llegó la enfermera el maldito se las había ingeniado para meter su mano en mi pantalón y yo luchaba para que la sacara de ahí. La mujer me dio una mirada de reproche como si fuera yo el que lo quiere someter
