― Di que eres mío.
― Tú primero...
La conversación llegó a su cabeza mientras Mike observaba las fotos que revelaban el dolor y la tragedia en la que había caído Emiliano Blake.
Mike había sido tan culpable como Eros, su amante de toda la vida. Lo...
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― Gracias por haber organizado esto, sin ustedes yo...
― Me alegro de que te gustara — agregó Damián, conversando con Mike.
― ¿Bromeas? Es genial...
― Bienvenido oficialmente a la familia.
― Gracias de nuevo por todo, oye, tus padres son temibles...
Hizo una seña hacia los padres del médico que conversaban con Emiliano.
― Sí, tienen cara de pocos amigos. No son malas personas. Muy prejuiciosos a veces, sin embargo, hoy creo que demostraron que en verdad les importamos...
― Emiliano está hermoso hoy.
Damián le dio una sonrisa tierna.
― Sí, tú le haces muy bien...
― No es para tanto.
― Es la verdad — interrumpió de inmediato — la mejoría que ha tenido desde que tú llegaste ha sido notable.
― Quisiera verlo caminar antes de marcharme...
― Tranquilo, está haciendo su mejor esfuerzo, quizás no lo veas antes de que te vayas, pero, con seguridad correrá a tus brazos cuando regreses...
― ¿Todavía crees en los finales felices Dr. Blake?
Damián tragó saliva para bloquear el dolor que lo invadía cada vez que hablaban del tema.
― ¿Por qué no lo haría?, yo tuve el mío con Martin, creo que soy un claro ejemplo de que, después de la lluvia... sale el sol...
― ¿Conoces Sudán del Sur?
― Sólo lo que leído y visto en videos...
― Es terrorífico, Dr. Blake, la muerte te acaricia la cara en cada paso que das, todo a tu alrededor apesta a ella.
― El hombre que irá contigo...
― Charles Brandon...
― Sí, el mismo, ¿es confiable?
― Es un gran amigo, no me traicionaría, sin importar lo que el enemigo le ofreciera...
― ¿Lo conoces de hace tiempo?
― Siento como si lo hiciera de toda la vida. Él es increíble, espero alguna vez tengas chances de conocerlo. Se parece a ti en muchos aspectos. Es protector, maduro, duro cuando debe serlo y tiene ese toque de seductor innato que te hace perder la cabeza.
― ¿Tú me ves así? — indagó Damián, divertido.
― Bueno, me hacías tener una erección cada vez que aparecías en la casa de Niek así que, sí, soy culpable de tener esos pensamientos...
