ESTEROS S.B.O Libro 8 (Romance gay +18)

27- Tuyo, ahora y siempre

Tres días después...

― ¿Te imaginas nuestra boda cariño?

― Alina, no soy bueno imaginando cosas.

― ¿Por qué?

― Prefiero que me sorprendan...

Emiliano recordó la conversación con su antigua novia estando en el jardín de esa enorme casa que habían alquilado. Esto no se parecía en nada a un sueño, ni muchos menos, pero la persona que amaba estaba allí, a su lado, quizá entendiendo poco de todo lo que les estaba sucediendo, aunque, seguro de sus sentimientos, de su corazón.

Gerónimo apareció con sus hábitos, dispuesto a bendecir su unión, a conciliar su corazón con el de su hermano, pese a todo lo que podía ocurrir si alguien lo descubría, la terrible controversia que iba a generar.

Nada importaba, por primera vez en mucho tiempo estaba haciendo algo que era su deseo y entendía que también era el de Dios. Estos hombres eran buenas personas, se merecían la felicidad.

Un pasillo ornamentado con flores blancas, sillas a cada lado, pocos concurrentes, sin embargo, cada uno de los que ahí estaban se sentían felices por ellos y eso era suficiente.

Habían escrito sus votos, ambos estaban impecables de smoking, al igual que los padrinos, Martin y Damián. Los padres, mejor dicho, los tíos de Emiliano habían llegado hacía unas horas, y resultó que se habían tragado el enojo y la decepción demostrando que Emiliano era como su hijo, y que en verdad les importaba.

― Juro estar siempre a tu lado, aunque las fuerzas me fallen y esté a punto de retroceder, jamás lo haré, porque recordaré que tú vales la pena, que vales cada sacrificio. Eres el hombre de mi vida, Emiliano Blake, te tomo como esposo, para amarte, protegerte y respetarte, para darte felicidad y ser lo que tú necesites, ahora y siempre...

El médico asintió y contuvo las inmensas ganas de llorar. Michael sostenía su mano y le colocaba el anillo en su dedo anular izquierdo.

― Ven a mí, cada noche, cada día, cada atardecer. Cuando estés alegre, ven a mí, cuando la tristeza y el dolor te invada, acude a mí, cuando creas que ya no puedes más, ven a mí, porque mis brazos son tuyos, mi piel es tuya, mis labios son tuyos, todo que soy y seré... siempre será tuyo. Y el día en que nos separemos ten presente una cosa, tan sólo será un hasta luego, porque jamás podremos decirnos adiós. Mi amor por ti trasciende el tiempo y el espacio, Michael, te tomo como mi esposo, porque no habrá nadie como tú en mi vida, te amaré, cuidaré, seré fiel sólo a ti, mi amado... mi todo...

Las lágrimas corrieron por los ojos de cada persona en ese espacio verde, el cielo se abrió mostrando el cálido sol, que se sentía aún más agradable dado que llevaba días sin iluminar el cielo debido a las espesas nubes.

Se besaron con dulzura, y dando pasos lejos del altar una lluvia de arroz cayó sobre ellos. Habían dado ese pequeño paso, ese enorme cambio en sus vidas, se sentaron uno al lado del otro, disfrutando el agasajo que Martin y Damián habían organizado para ellos.

Mike entrecruzó su mano con la de Emiliano y la besó.

― Todo eso que dijiste fue maravilloso, yo jamás podría haber escrito algo así.

― Tus votos también fueron hermosos, y lo que más me importa es el amor que me demuestras cada día, el que nos tenemos en este segundo.

― Estás inspirado hoy ¿eh?

Emiliano le dio una sonrisa angustiosa.

― No, es sólo el hecho de que quiero que aprovechemos el tiempo que nos queda juntos.

― Voy a volver ¿lo sabes verdad?

El rubio asintió para llevar sus labios a los de ese hombre junto a él, atrás debía quedar el miedo, hoy era un día para disfrutar.

― Lo sé, después de todo... no tienes permitido separarte de mí...

Kellan observaba a los chicos desde la otra punta junto a Martin.

― Son tan dulces que dan caries...

― Tú eres igual con Andrés, no te hagas el superado.

― ¡No lo hago!, pero, vaya, Emiliano tiene todo un poeta adentro...

― Fue agradable....

El cuerpo de Martin se estremeció, de sólo pensar lo que pasaría en unos días, la partida de Mike.

― ¿Cuándo vuelven a Ciudad del Cabo?

― Dentro de poco, una vez que Emiliano se recupere...

― Mike me dijo que regresará la semana que viene.

― Él tiene otros asuntos que atender...

― Claro, ¿regresará?

Martin cerró los ojos, el miedo volviendo a apoderarse de su cuerpo, inseguro de dar una respuesta.

― Sí, lo hará...

Era el deseo de cada uno de ellos, que ese día llegara rápidamente, que Mike regresara a los brazos de Emiliano y por fin conquistaran la paz que sus corazones soñaban.

― ¿Qué hay de ti Driesen? ¿Todavía rehúyes del matrimonio?

Martin sonrió con algo de vergüenza.

― La verdad es que no me lo he planteado.

― ¿Y Damián no te lo ha propuesto?

― No, y dudo mucho que lo haga.

― ¿Y eso?

― Damián sabe mi aversión al compromiso, y, no querrá espantarme con una propuesta así.

― Pero ¿si te lo propusiera aceptarías?

― Sí, claro que lo haría...

― Entonces, es momento que tú mismo lleves a él esa pregunta...

― Lo haré... sólo estoy esperando el momento adecuado.

― Martin — aclaró de inmediato Kellan — el momento adecuado es cualquiera, sólo tienes que lanzarte y ya.

― Quizás tengas razón, pero, no he visto muchos matrimonios ejemplares en los cuales pudiera inspirarme a mi alrededor.

Kellan se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.

― ¿Amas al Dr. Blake?

― ¿Qué clase de pregunta es esa?

― Contéstame...

― ¡Por supuesto que sí!

― Entonces, ¿a qué le tienes miedo?

Martin observó a Damián quien hablaba con sus padres, el médico reparó en él y le dio un guiño de ojo.

― A perderlo...

― ¿Por qué pasaría eso?

― He visto parejas que han estado mucho tiempo juntas, una vez que se casaron las cosas se enfriaron.

― ¿Y tú crees que a ti te pasaría lo mismo?

― La verdad es que no sé qué pensar...

― Bien, sólo te diré que el Dr. Blake es el hombre para ti y que merecen celebrarlo.

Martin dio un gran suspiro y volvía a beber champagne, él deseaba una vida con Damián, no podría haber otra persona, Kellan tenía razón ¿qué estaba esperando?