31- Consecuencias

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El celular sonaba por enésima vez, llevaba así desde hacía una semana, desde aquella noche en la que Gerónimo se había olvidado de quien era

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El celular sonaba por enésima vez, llevaba así desde hacía una semana, desde aquella noche en la que Gerónimo se había olvidado de quien era. Ni siquiera soportaba su reflejo en el espejo, se sentía asqueado, sin entender que lo había conducido a.... eso...

"No puedes esconderte para siempre, Gero. Necesitamos hablar".

Leyó uno de los mensajes de las decenas que Danisa le había enviado a lo largo de los días y, frente a los cuales, no había recibido respuesta.

― ¿Por qué?

Era una pregunta tan sencilla y difícil de responder al mismo tiempo, el arrepentimiento no bastaba, incluso si se pudiera confesar, el cargo de conciencia no se iría. El golpe en la puerta hizo que se recostara de nuevo sin ganas de levantarse, quería gritarle y decirle que desapareciera, después de todo, esto había sido su maldita idea.

Esta vez, no se iba a ir, Ariel echaría abajo la puerta si Gerónimo no se dignaba a abrirla.

Tragó saliva volviendo a esa madrugada, entendiendo que hay consecuencias irreversibles. Danisa ya no era sólo una chica para él, y Ariel ya no era sólo un viejo amigo.

Sujeté el volante mientras me detenía en las 2 figuras que se visualizaban sentadas en la sala desde la ventana.

¿Por qué simplemente no me marchaba? Ariel me había rogado que fuera y entonces, ahí estaba. Me arreglé la corbata, el nudo me incomodaba así que, decidí quitármela y guardarla en el bolsillo. Bajé del auto y caminé hacia la puerta en donde ambos me recibieron con una sonrisa de oreja a oreja. Esto debía ser una broma, una de muy mal gusto, de esas que le gusta gastarme a este bastardo picaflor.

Sabía que vendrías.

Ariel me abrazó dándome una sonrisa socarrona, le había dado la razón, era un simple mortal que me creía con un código ético mejor que el resto.

Bueno, noticia de último minuto, no lo tenía. Era sólo un triste hombre que se dejaría llevar por los instintos del mismo modo que mi lujurioso amigo.

Di un suspiro y pasé en medio de ellos caminando hacia la sala, sin mediar palabra agarré la botella de champagne que al parecer habían abierto hacía unos minutos y me serví una copa. Ya estaba ahí y no me iba a echar atrás, no iba a pensar en el día después, en las consecuencias de mis actos.

Ambos rieron. Ariel también volvía a llenar la copa a punto de rebalsarla y derramar el contenido en el piso, dónde había 2 latas de cerveza.

¿Saben?, esto necesita un poco de ritmo...

Danisa se acercó al equipo de música que estaba a un costado de la sala y lo encendió. Zara Larsson "Ain't my fault", si me preguntan cómo sabía el nombre de la cantante la respuesta es sencilla. Una de las chicas que colaboraba en la iglesia siempre tenía esa canción en su celular. Hubiera sido imposible conocerla de otra forma. Tomé un sorbo de la copa, y me dediqué a observar a la diosa de marfil frente a mí. Sí, era una blasfemia, acababa de agregar un pecado más a los innumerables que venía cometiendo.

ESTEROS S.B.O Libro 8 (Romance gay +18)Место, где живут истории. Откройте их для себя