― Di que eres mío.
― Tú primero...
La conversación llegó a su cabeza mientras Mike observaba las fotos que revelaban el dolor y la tragedia en la que había caído Emiliano Blake.
Mike había sido tan culpable como Eros, su amante de toda la vida. Lo...
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Dominic jugaba con la lapicera en sus dedos, el café humeaba a su lado. Habían pasado 24 horas desde que Maurice le había dado la fatal noticia, sin embargo, no sabía cómo decirlo. Las lágrimas cayeron de sus ojos por primera vez después de mucho tiempo. Había perdido a sus amigos, a sus compañeros de aventuras, a esos bastardos de lealtad indiscutible capaces de todo.
― Lo lamento Dom. Charles, Paulina y Mike murieron en combate, una emboscada en Nasir, a casi 500 kilómetros de la capital.
― ¿Estás seguro?
― Es lo que mis contactos me han informado, lamento darte estas noticias, para mí también es difícil aceptarlo, quería otro final para ellos...
Era tan injusto, Michael había recorrido el mundo para ayudar a su amor, para librarlo del dolor, de la muerte y ahora, de repente, formaba parte del otro mundo. El amanecer no le había traído mejores noticias, las esperanzas continuaban desechas y seguirían así hasta el fin de los tiempos.
Agarró el celular y marcó el número de Martin Driesen, sus dedos temblaron y su corazón palpitó con tal fuerza que los latidos eran nítidos incluso en su cabeza.
― Dominic...
La voz llena de duda y angustia de Martin denotaba que las cosas allí tampoco estaban de la mejor forma.
― Tengo noticias, Driesen.
― ¿Qué sucedió? ¿Mike está bien?
― Martin... Mike de Vrij murió...
― No... no lo estás diciendo en serio...
― Es la verdad, amigo. Nuestro Mike murió...
― No — Martin comenzó a llorar con desconsuelo — ¿Qué vamos a hacer ahora? ¿qué le diré a su esposo?
― Lo lamento, en serio, no tienes idea cómo me siento.
Se escuchó un sollozo en la línea.
― Está bien, Dom, gracias... por todo...
― Suerte...
Dominic dejó el celular en el mismo lugar donde había estado desde que había llegado al café, bebió un sorbo de la infusión la cual tenía crema y una pizca de pimienta. Un sabor exótico que llenaba su paladar y que Michael odiaba hasta que conoció a su esposo.
Era difícil caminar entre muertos, Mike siempre lo había hecho, desde muy joven ¿cómo se sentiría estar con ellos ahora?
Dominic se quedó pensativo con su mano en la barbilla, estaba seguro de que Michael desde el lugar que estuviera, cuidaría de ellos, lo único que lo debe haber angustiado era abandonar a su amor...
*********
Martin se sentó en la cama escuchando el sonido del agua de la ducha. Damián salió con una toalla enrollada en su cintura, los ojos de su novio estaban llenos de lágrimas.
