― Di que eres mío.
― Tú primero...
La conversación llegó a su cabeza mientras Mike observaba las fotos que revelaban el dolor y la tragedia en la que había caído Emiliano Blake.
Mike había sido tan culpable como Eros, su amante de toda la vida. Lo...
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Damián estaba herido, Martin se había encargado de hacerlo pedazos, incluso antes de ir a una zona de guerra. Llamó a su hijo esa noche, necesitaba escuchar su voz, alegría, saber que valía la pena vivir, que él valía la pena.
― Quiero que me compres una bicicleta, todos mis amigos tienen una...
― Está bien, te compraré una, lo prometo.
― Mañana volvemos a Buenos Aires — agregó Carla.
― Bien, me reuniré con ustedes para almorzar antes de que se vayan, ¿les parece?
― ¡Sí!
Exclamó el chico, para luego bajarse del regazo de su madre, dejándolos a ambos solos.
― ¿Estás bien? — indagó Carla, con preocupación.
― Sí, lo estoy, sólo un poco cansado...
― ¿Martin está contigo?
― No, tuvo que regresar a Ciudad del Cabo, algunos negocios que arreglar... tú sabes... es un hombre ocupado.
Agregó, fingiendo una sonrisa que para nada recubría su rostro demacrado. Estaba mal, pero, su exmujer no era la indicada para escuchar de sus angustias.
― Pareces triste hoy, por eso te preguntaba.
"Eres una perra".
Pensó Damián sabiendo que, pese al tiempo separados, esa mujer lo conocía demasiado bien.
― Tranquila, hablamos mañana ¿sí?, buenas noches, descansen.
― Adiós, Damián, cuídate...
Damián apagó la computadora y por fin respiró, eso había sido difícil, sin embargo, le había prometido a su hijo que lo llamaría. Ahora debía pensar en que tenía que comprarle la maldita bicicleta.
― He preparado espaguetis con salsa boloñesa, ¿vas a comer?
Giró su cabeza y encontró a su primo de brazos cruzados, afirmado en el marco de la puerta.
― Sí, voy en un minuto.
― ¿Cómo estás?
― ¿Cómo crees que estoy?
Respondió revolviendo su cabello, frotando su cara y dando un gran bostezo.
― Quisiera tener tu fuerza, Damián.
― Emi, tú tienes más coraje que todos nosotros juntos, tranquilo, todo mejorará.
― ¿Estás seguro?
― Tengo fe, todos merecemos nuestro final feliz en esta historia ¿no te parece?
