61- Olvida

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―     Sres

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― Sres. la situación es delicada, recién habló con los médicos de aquí...

― Damián, van a recuperarse ¿verdad?

― Martin, ambos tienen demasiadas lesiones internas, costillas rotas, infecciones en las manos a causa de las heridas, y, en el caso de Brandon los golpes han sido demasiados severos, tenía una hemorragia interna y, deberán extirparle el bazo.

― Dios...

Emiliano se cubrió el rostro y su primo lo abrazaba. Bastian, por su parte, estaba en silencio, esperando que Damián continuara hablando, que le indicara que todo estaría bien a pesar de que la sinfonía de tragedia parecía no tener fin.

― ¿Van a sobrevivir cierto?, es decir, los salvamos, ellos...

― Bas, hay que tener paciencia, si me preguntas, creo que vamos a controlar la situación, aunque, tengan presente que no nos iremos pronto de Etiopía...

― Tengo que verlo.

― Emi...

― ¡Por favor! — suplicó Emiliano, con la voz entrecortada.

― Ya hablé con nuestros colegas, ahora, necesitan descansar, ten calma. Has estado lejos de Mike mucho tiempo, ahora sabes que está a salvo, ¿puedes esperar unas horas más?

Emiliano relajó los hombros dejándose abatir, no le gustaba ese lugar, era irónico considerando que todo su trabajo siempre había girado en torno a un hospital, ahora, sentía que le faltaba el aire y su olfato se contrajo con el olor a desinfectante.

Bastian se cruzó de brazos y, de un momento a otro, tuvo que salir de allí. No lo soportaba, se paró en la puerta del hospital. Era mediodía en Adis Abeba, la capital. Los autos iban y venían, las bocinas retumbando, el olor a combustión de los vehículos llenaba el ambiente, la gente yendo y viniendo, ignorantes de su dolor y tragedia, de eso a lo que se negaba a ponerle nombre.

El muchacho amaba las multitudes, le encantaba llamar la atención, ahora, esto parecía lejano. Quería irse de allí, y, sabía que eso era imposible cuando el motivo por el cual había llegado se encontraba postrado en una cama, lleno de dolores.

― ¿Estás bien?

La mano se posó sobre su hombro en señal de confianza y consuelo, ese que necesitaba con desesperación.

― Amalia...

― No te preocupes... él mejorará.

― ¿De qué estás hablando?

― Bas...

La chica hizo una mueca entre la tristeza y la obviedad.

― Sé que te preocupa el militar.

― No... yo...

― Lo trajiste abrazado todo el camino hasta aquí, estuviste a punto de besarlo dos veces cuando se quedó dormido, es más, ni siquiera te molestaba su olor...

ESTEROS S.B.O Libro 8 (Romance gay +18)Where stories live. Discover now