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El viaje a Sudán del Sur podría decirse que fue algo más que desastroso

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El viaje a Sudán del Sur podría decirse que fue algo más que desastroso. El avión destartalado que Brandon había rentado a duras penas aterrizó en Yuba, la capital de Sudán del Sur.

Sí, fue un gran riesgo, pero, estaba claro que no podíamos viajar en un avión como simples turistas. Llegar a Yuba era como llegar al infierno, o al menos, la visión que a todos nos habían enseñado acerca de ese lugar.

Brandon y Paulina se movían con confianza, sin inmutarse frente al dolor ajeno, al hambre y la angustia de cientos de personas que van de un lado a otro en estas calles polvorientas.

Quiero decirme a mí mismo que esto no es de mi incumbencia, sin embargo, es más fuerte que yo, el corazón me late con fuerza y siento que, si estuviera en este instante con Emiliano él lloraría a mares de cara al espanto. El hambre y las heridas de la guerra en la piel oscura de cada persona sobre la que me detengo.

Sujeto mi bolso de mano mientras he guardado los pocos dólares que traigo en una bolsa entre mi cinturón y el pantalón.

Nos dirigimos al hotel andrajoso, un hombre alto y fornido nos espera en la puerta. Intercambia algunas palabras con Paulina y nos permite pasar. Caminamos rumbo a nuestra habitación y él nos sigue de cerca. De vez en cuando, lo observo de reojo, no confío en él, todas las alarmas de mi sistema natural de defensa se encienden.

Tranquilo — pronuncia Bran a mi lado — es nuestro contacto...

Llegamos a la habitación y ambos nos encerramos allí. Paulina me observa y me señala al hombre.

Michael, te presento a Hasan, un viejo amigo...

El hombre asiente y sus rasgos salvajes se relajan.

Es un gusto

Dinos, ¿está todo listo? — el hombre le arroja a Paulina unas llaves.

Está estacionado a dos cuadras, lo más sencillo que encontré...

Bien...

Dijo Paulina, tomando su maleta y abriéndola, haciendo gala de todo un arsenal en ella.

Tenemos una hora, prepárense...

El momento había llegado, debíamos dejar lo innecesario y equipar nuestras mochilas.

El auto tiene todo lo que me pediste, Charles.

Grandioso

Agregó guardando el celular en el bolsillo del pantalón verde militar a un costado de la cadera. Me quedé pensativo, observando el exterior a través de la ventana con el vidrio trizado.

ESTEROS S.B.O Libro 8 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora