Aventuras y desventuras en Celadon: John Archer

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Región de Hoenn, algún tiempo atrás...

Ella podía recordar su rostro como si de hubiesen conocido el día anterior. Dos años antes había nacido de un huevo, y tres meses antes de eso sus padres habían caído víctimas de una de las tormentas tropicales de Hoenn. En ese entonces él tenía catorce años, todavía le faltaba un año, según los estándares humanos, para poder viajar por la tierra, más todavía por su propia cuenta.

Varias veces le preguntó por qué era este el caso, pero todo lo que recibió por respuesta fue una expresión de tristeza. Eventualmente dejó de preguntarle, pues no quería seguir viendo la tristeza en sus ojos, ni esa falsa sonrisa que se forzaba a sí mismo a darle.

Aquel día, había estado escondiéndose en el tronco de un árbol hueco. El sonido de esos pasos desconocidos la aterrorizó, así que se escondió de la vista. Cuando se detuvieron los pasos y empezaron a alejarse otra vez, dejó salir un suspiro de alivio. Pero su estómago hambriento la traicionó, y los pasos regresaron, esta vez en su dirección. Se arrinconó tanto como pudo en su escondite, esperando en vano que no fuesen a verla. Los pasos se detuvieron, justo afuera de su árbol.

- Puedes salir, no te voy a lastimar.

Esas fueron las primeras palabras que le dijo. Sonaban tan sinceras y honestas que no pudo evitar asomar su cabeza. Sus habilidades empáticas no se desarrollarían del todo sino hasta que hubiese evolucionado en Gardevoir, pero ya eran lo bastante fuertes para sentir la sinceridad de sus palabras.

Asomó primero su cuerno rojo, seguido de su cabello verde, y mirando hacia arriba, sus ojos hicieron contacto con un rostro sonriente. El humano frente a ella tenía los ojos rojos, de un tono más oscuro que el de su cuerno, y un par de marcas en las mejillas que le recordaban un poco a las puntas del pelaje de un Zigzagoon. Su cabello era oscuro, como el del hocico o las patas de un Poochyena.

- Oh, eres una Ralts. – le dijo él con una sonrisa. – Creo que debo presentarme. Hola, Ralts, mi nombre es John Archer, y quiero ser tu amigo.

Le extendió la mano, ofreciéndosela en señal de amistad. Ella dudó por unos momentos, hasta que finalmente, con mucho cuidado, extendió la suya hasta hacer contacto. Y en cuanto lo hicieron, los ojos del humano lanzaron un destello de color marrón-naranja.

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Tiempo presente, Ciudad Celadon...

- Buenos días, bienvenidos al Centro Pokémon. – los saludó la Enfermera Joy en cuanto entraron al Centro Pokémon de Ciudad Celadon, en un tono un poco cantarín. – Aquí nos dedicamos a curar a sus Pokémon. ¿Desean que les hagamos un chequeo completo?

- ¿Por qué siempre dicen lo mismo, y de la misma manera? – preguntó Iris. Ash y Misty se quedaron con cara de "¿Tenías que preguntar en voz alta?", mientras la Enfermera Joy solo ladeó la cabeza, sin perder su amigable semblante.

- Es porque siempre nos enseñan a decir eso desde el momento que aprendemos a hablar. Practicamos dos horas al día, todos los días hasta que cumplimos los 65. – les explicó en el mismo tono, haciendo que los tres adolescentes.

- Eso no es... escalofriante para nada. – murmuró Misty para sí misma con sarcasmo. Un incómodo silencio se mantuvo hasta que la enfermera decidió volver a hablar, manteniendo su típico tono sin inmutarse.

- Y bien, ¿alguien de ustedes viene a desafiar a Erika?

- Yo. – dijo Ash levantando la mano. La enfermera sacudió la cabeza en gesto negativo.

Pokémon Reset BloodlinesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora