En Pueblo Paleta (Anabel)

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Ciudad Celadon...

Todas estaban alineadas perfectamente, empezando con la Medalla Roca de color gris. Era muy simple, particularmente comparada con la Medalla Trueno bicolor más elaborada que tenía a su lado. Era al contrario de las medallas que había al final de su colección: la Medalla Volcán, aunque más creativa que la Medalla Roca en diseño que la Medalla Roca, era muy simple comparada con la multi-coloreada Medalla Arcoíris.

Su octava medalla. Realmente ameritaba una celebración. Con sus Pokémon recuperándose en el Centro Pokémon, y programando una sesión de acicalamiento para mañana mientras hacía la investigación necesaria, solo había una cosa por hacer.

- Su filete, joven.

Paul asintió mientras el camarero le entregaba su cena, un filete de primera con algo de brócoli y patatas. En cuanto se fue y Paul agarró el tenedor y cuchillo para disfrutar de su bien merecida recompensa, sus pensamientos se dirigieron hacia el futuro.

Faltaban casi tres meses para la Liga Pokémon, y una vez que su celebración hubiera terminado, tendría mucho entrenamiento por hacer antes de que comenzara de lleno el torneo. Uno de los beneficios de no tardarse hasta el último minuto para calificar era el poder prepararse para la liga, y no solo para las batallas en general. Después de todo tenían sus diferencias: el entrenamiento para los gimnasios requería planes contra equipos de especialistas en tipos, mientras que en una liga había más probabilidades de enfrentarte con generalistas o entrenadores con estilos parecidos al tuyo.

Erika ciertamente no se parecía a él, aunque haberle ganado esa medalla no solo ameritaba haber celebrado con un filete de primera, sino con un acompañamiento extra. Desde un punto de vista personal y por el hecho de que no cayó fácilmente. Incluso después de hacerse cargo de su extraña estrategia de lluvia, todavía tenía media docena de otros trucos bajo la manga que hicieron que toda la batalla fuese una experiencia realmente agotadora y cruel.

Desde luego, su método no era el único para superarla. De lo que había escuchado por las calles, tanto Ketchum como su primo Red habían ganado sus séptimas medallas no hacía mucho, pero no habían sido vistos en mucho tiempo. La explicación más lógica era que se habían dado cuenta de que algo les faltaba y decidieron ponerse a entrenar más antes de ir por la última medalla y la liga. Seguro habrían notado sus carencias y buscarían arreglarlas, era lo más seguro.

Si eso bastaba para que Ketchum superara esa personalidad tan parecida a la de Reggie que tenía, Paul estaría muy sorprendido. Por todos los defectos que tenía ese chico, una voluntad endeble no era uno de ellos. Haría falta algo muy significativo para romperlo y hacer que dejara de ser como Reggie. De todas maneras, aunque se dedicaran al entrenamiento "inmediatamente antes de la liga", los dos sin duda estarían presentes para el torneo y serían competidores aguerridos. Algo que Paul esperaba con ansias.

No tenía sentido ganarle a un oponente débil, independientemente del rango que obtuviera. Él evitaba los gimnasios más débiles de la región Kanto por una razón, aunque en realidad nunca se atreviera a desafiar al de Viridian. Ni tampoco tenía el valor como para ir a Saffron. Aunque de lo que escuchó el Gimnasio Saffron ya no era una opción incluso para aquellos dispuestos a arriesgar sus vidas.

Habría oponentes que valdrían su tiempo en la Meseta Índigo, pero derrotarlos no merecería una celebración. Derrotar a Ash o a Red, sin embargo, eso sí lo haría.

Sabía muy poco de Red más allá de sus habilidades, pero eso sería más que suficiente. Y aunque nunca consideraría un amigo a Ash Ketchum, el entrenador se había ganado el estatus de un oponente cuya derrota en sus manos sería un triunfo personal. A diferencia de ese otro entrenador de Pueblo Paleta: derrotarlo a él era menos que quitarse una peste de encima.

Pokémon Reset BloodlinesWhere stories live. Discover now