☘Capítulo cuarenta y cinco -parte Ⅱ-☘

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Jerome

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Jerome

Sala de despedida de solteros

Era como la división de los baños, a un lado tenía la muñeca de que era solo para damas y al otro solo para caballeros, pero esto no era de baños.

O no, claro que no...

Era la sala que la tarada eligió de primera porque le daba mucha "curiosidad", pero desde que la dijo sabía que me daba una mala espina, por lo menos de parte de su lado donde sé que van a ver hombres con trajes de bomberitos y los calzones que les apriete la verga solo para hacerla ver más grande.

La idea me incomodaba y desagradaba, pero ella estaba con la mirada bien turbia y una expresión de querer entrar al alboroto que salía hasta afuera, sus manos estaban entrelazadas y sus pies inquietos.

Algo la hizo mirar a mi puerta mientras yo miraba al de ella, detalle su expresión de molestia, de inmediato nos miramos.

—No entraras allí —decirlo al tiempo los dos hizo que ella me mire indignada y yo con una ceja alzada.

—¿Por qué yo no puedo entra ah? —su molestia fue presente y yo no oculte la mía tampoco.

—¿Y por qué yo tampoco puedo entrar eh? —le pregunte en el mismo tono.

—¿Tú no has respondido?

—Y tú no has explicado el porqué de la pregunta —si esto iba a ser una guerra de explicaciones, no perdería.

Abría la boca y la cerraba de una vez, se le veía que buscaba una explicación, pero no le salía.

—Yo hago lo que quiera —se encaminó a la entrada, pero obvio no dejaría que entrara allí sabiendo que le pondrán un trasero masculino en la cara.

La cargue echándomela en el hombro mientras ella se quejaba y golpeaba mi trasero.

—¡Admite que estas celoso y ya Jerome! —se movió como lombriz tratando de salir de mi prisión.

—Deja de moverte.

—Ahora te pones serio con tu tono autoritario eh, solo dilo.

No.

—Hay hombres allí que se pueden aprovechar de ti. —camino lejos de las salas.

—Y qué me dices de esas mujeres allí dentro, también se pueden aprovechar de ti.

—Y dices que yo estoy celoso —me le burlo y ella se zarandea y patalea —te voy a nalguear, si no te tranquilizas mira que ganas no me faltan Samanta.

—No te atrevas. —la siento tensa —no puedes dejármela roja de nuevo, no es justo.

Que no me atreva, esta es la excusa perfecta para hacerla saltar. Qué bueno que no está viendo la sonrisa que me traigo ahora antes de darle una palmada en el trasero la cual la hizo dar el respingo que ya sabía que venía.

Un verano con Summer © #1 ✔Where stories live. Discover now