[BORRADOR FALTAS DE ORTOGRAFÍA ]
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"El destino une a las personas que más se necesitan."
Samanta cree que su verano será como los anteriores, encerrada en su cuarto con todos los problemas que se carga, pero nunca contó que aquel guitarrista fra...
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Summer
Años atrás.
8/agosto/2017
—¡Vamos chicas cambio de ropa!
Corro lo más rápido que puedo para ponerme una de las piezas de la diseñadora Dupont. Este es el sueño de mi vida, caminar por la pasarela, luciendo los diseños a todo dar, hacer lo que más amo.
Modelar.
Sentir esa algarabía en mi pecho con cada paso firme que doy, mientras muchos de los críticos de moda nos ven, bueno por ahora solo hay invitados, pero algún día seré grande, haré lo que me gusta y cumpliré mi sueño.
Las chicas se mueven rápido mientras los gritos de coordinadores se escuchan dando órdenes directas de que nos demos prisa. Las maquilladoras y estilistas. Todos hacen rápido su trabajo, terminan con algunas dejándolas espectaculares, nunca me cansaré de esto, amo el modelaje.
Tomo rápido el vestido largo de noche para poder salir con las demás. La señorita Miley me ayuda a colocármelo rápido, pero el vestido se atasca en mis piernas y por nada quiere subir, lo peor es que es una de las piezas que me asignaron y no sé si alguna de las chicas quiera cambiar conmigo. Se escuchan las puntas de tacón acercarse a nosotras, levanto mi rostro encontrándome con la diseñadora.
Su semblante me hace tragar grueso, sin expresión, mirándome con indiferencia con el vestido a mitad de mis muslos, se ve molesta, esa mirada de repugnancia hace que los vellos se me ericen y hasta me duela la cabeza. Observa el vestido que no sube. Me siento tan pequeña con su mirada, tan... Insignificante como si yo fuera un asco y no me gusta que me vean así, de ese modo.
—Querida, pareces cerda, o bajas de peso o te largas de mi pasarela —espeta airosa con un tono sofisticado —y tu Miley —la apunta y mira de arriba abajo con hastío —controla a las chicas de tu agencia de modelos en vez de sirenas parecerán ballenas.
Sus palabras me arden haciendo que se me humedezcan los ojos sin poder contenerlo, el nudo y el malestar de sentirme horrenda e inútil me abarcan. Ni la señorita Miley y yo hablamos, nos quedamos pasmadas con lo que acaba de decir la diseñadora.
La vergüenza llega a mis mejillas y de mi boca temblorosa solo sale un:
—Voy al baño —me bajo el vestido que estaba a medio subir con suma rapidez, Miley trata de detenerme, pero ya es tarde; me he perdido en el tumulto de modelos que van a toda prisa.
Llego al baño y no retengo las lágrimas, solo las dejo salir, me miro en el espejo frente a mí y detallo mi cuerpo en lencería, la verdad es que lo odio. Lo único que me da es repulsión, porque a nadie le puede gustar, solo soy una tonta que piensa que es linda por tener el cabello pelirrojo y ojos azules.
