☘Capítulo cincuenta y cuatro☘

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Summer

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Summer

Mi padre siempre decía que hay etapas para el dolor, pero en este momento solo quiero ignorarlas todas, quiero convertir ese dolor en venganza, ¿es buena? no, pero León no merecía eso, no de esa forma y todo porque le pedí investigar... y sí que lo hizo, sí que me ayudó.

Me dejó la verdad oculta donde ellos no pudieron destruirla, por eso lo mataron, esto se convirtió en un campo minado y todo por una sola persona, por una obsesión, un deseo insano.

No nacemos malos, nos hacen malos, nos hacen villanos, y egoístas, ¿por qué? Porque cuando ayudamos a otros nos olvidamos de nosotros, nos dejamos atrás y puede que ese alguien que le diste la mano sea la misma que te la muerda.

Por eso nos volvemos egoístas.

Malos.

Crueles.

No me veo siendo todas las anteriores, pero si puedo intentar, porque hay un límite y yo llegué al tope.

Como recitaba papá: La máscara cae, el telón se eleva, y los miserables claman el perdón.

Recuérdenlo, porque no importa lo que me pase, lo que llegue a suceder, me prometí no llorar, no engrandecer a nadie con mi miseria y espero saber llevar esa promesa.

Primero yo...

Y después el mundo...

«El mundo que está bajo mis pies.» —eso una vez lo dijo papá, y me reitero yo ahora.

Ni siquiera escucho con atención las palabras que dicta el pastor, dándole el debido adiós a León, ni siquiera sé si a él le hubiera gustado esto, ya que él era ateo, pero mamá insistió.

Nacemos y no sabemos que seremos en un después, así terminó él, un huérfano que nunca fue adoptado salió de allí y paró en las calles cayó en la adición y terminó en un ataúd cuando quería dar un paso adelante, lejos de toda la mala vida para realizar una familia.

Y ahora como esta...

Muerto.

A veces ser bueno, no lo es tanto, de que vale ir al cielo por buenas acciones si a las personas buenas les pasa lo peor, yo nunca le hice mal a nadie y fui el saco de boxeo de todos, adicta, anoréxica, abusada y un jarrón de sueños rotos.

A veces es mejor no ser tan buena.

Me quedo mirando el ataúd y como lo van bajando en cinta, solo somos cuatro, el chico de la funeraria, el pastor, mamá y yo, no hay nadie más.

Perdón por no llorar León, pero ya no puedo, no más...

El día, era triste, sí, pero no se reflejaba por el sol que brillaba y las nubes que adornaban de un azul que podría ser de paz y pensé... seguro él está mejor donde sea que este, mejor que esta vida de mierda.

Un verano con Summer © #1 ✔Where stories live. Discover now