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Habían pasado diez años desde que Neferet llegó al orfanato, tenía el cabello rubio y ojos color verde oliva, era de baja estatura comparada con otro niños de su edad. A pesar de que era una niña muy amable y educada a los otros niños del orfanato no les parecía, ya que a los ojos de las demás personas era rara.
Tenían muchos motivos para creer esto, ya que por lo general alrededor de Neferet ocurrian sucesos, un tanto extraños, y a pesar de que ella decía que no era su culpa y que no lo ocasionaba, nunca le creían.
Pero todo pasa por un motivo, y la vida de Neferet cambio cuando tuvo una visita un poco extraña. Se encontraba hablando con un hombre muy anciano, a juzgar por su pelo y barba plateados, tan largos que podría sujetarlos con el cinturón. Llevaba una túnica larga, una capa color púrpura que barría el suelo y botas con tacón alto y hebillas.
-Soy el profesor Albus Dumbledore.
-¿Profesor? -preguntó Neferet.
-Si, soy el profesor Dumbledore y trabajo en un colegio llamado Hogwarts, e venido a ofrecerte una plaza en mi colegio, en tu nuevo colegio, si es que quieres ir.
-¿Hogwarts? -preguntó con curiosidad mirando a Dumbledore.
-Si Neferet, Hogwarts es un colegio para gente con habilidades especiales. Es un colegio de magia.
-¿De magia? -repitió en un susurro.
-Exacto.
-¿Es...magia lo que me pasa a mi? -preguntó Neferet.
-¿Qué te pasa a ti?
-Pues siempre me han pasado cosas raras, una niña me pegó goma de mascar en el cabello y la encargada tuvo que cortarlo, pero al siguiente día estaba largo como antes.... siempre supe que había algo raro en mi.
-Pues tenías razón -dijo Dumbledore- Eres una bruja.
-¿Usted también es mago?
-Así es.
-¿Podría demostrarlo profesor?
Dumbledore saco su varita mágica de la túnica y apunto al destartalado armario que estaba en un rincón. El armario estalló en llamas.
Neferet se levantó de un brinco y miró el armario boquiabierta. Pero en cuanto la chica se volvió hacia Dumbledore, las llamas se extinguieron y el armario quedó completamente intacto. Neferet miró varias veces a Dumbledore y al armario; entonces, con gesto de avidez, señaló la varita mágica.
-¿Dónde puedo conseguir una cosa de ésas? -preguntó divertida.
-Todo a su debido tiempo. En Hogwarts no sólo les enseñaremos a utilizar la magia, sino también a controlarla. Has estado empleando tus poderes (involuntariamente, claro) de un modo que en nuestro colegio no se enseña ni se consiente. No eres la primera, ni serás la última, que no sabe controlar su magia. Pero te comunico que el colegio puede expulsar a los alumnos no gratos, y el Ministerio de Magia (sí, existe un ministerio) impone castigos aún más severos a los infractores de la ley. Todos los nuevos magos, al entrar en nuestro mundo, deben comprometerse a respetar nuestras leyes.
-Sí, profersor pero... profesor yo no tengo dinero -dijo apenada.
-Eso tiene fácil remedio -sacó una bolsita de monedas- En Hogwarts hay un fondo destinado a quienes necesitan ayuda para comprar los libros y las túnicas. Algunos libros de hechizos quizá tengas que adquirirlos de segunda mano, pero de igual manera te servirán.
-Gracias profesor -dijo Neferet- Y ¿Dónde se compran los libros de hechizos?
-En el callejón Diagon. He traído la lista de libros y materiales que necesitarán. Puedo ayudarte a encontrarlo todo.
-¿Quiere decir que me acompañará? -inquirió Neferet.
-Solo si tu quieres.
-Me encantaría, si es que no esta ocupado -declaró.
-Después de que compremos todo, tendrás que ir a Kings Cross el 1 de septiembre, para tomar el tren a Hogwarts, en tu carta hay un boleto. Tendrás que ir y atravesar la pared entre el andén 9 y 10, y entrarás al andén 9¾.
»Mañana vendré e iremos al callejón Diagon, ahí compraremos todos tus materiales.
-Esta bien profesor, gracias -dijo Neferet.
Dumbledore salió de la habitación y en ese momento se dio cuenta de que talvez Neferet Ryddle no era como su padre, y la historia no se repetiría.
