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𝐂 𝐀 𝐏 𝐈 𝐓 𝐔 𝐋 𝐎  𝟖𝟎
"𝗟𝗔 𝗠𝗨𝗘𝗥𝗧𝗘 𝗗𝗘 𝗣𝗢𝗧𝗧𝗘𝗥"

Neferet llegó a la casa de los gritos, su padre le dijo que ahí estaría

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Neferet llegó a la casa de los gritos, su padre le dijo que ahí estaría. Había dejado a Draco en el castillo, tenía que buscar a Daphne.

Neferet se acercó a Voldemort.

—¿Por qué tardaste tanto?

—Pues tuve unos contratiempos, pero aquí estoy, vivita y coleando —contestó Nefe.

—Quiero que te quedes junto a Nagini, no te separes de ella —señaló a la serpiente qué estaba en un especie de campo de fuerza.

—¿Por qué es tan importante la culebra esta? —preguntó la rubia.

—Eso a ti no te interesa.

—Pues si es tan importante y me dejas con ella por algo a de ser, ¿Se te olvida que soy tu hija? Tengo derecho de estar enterada, por que tu y yo sabemos que...

Snape llegó interrumpiendo a Neferet.

—Tengo un problema, Severus —dijo Voldemort en voz baja.

—¿Ah, sí, mi señor? —repuso Snape.

El Señor Tenebroso alzó la Varita de Saúco, sujetándola con delicadeza y precisión, como si fuera la batuta de un director de orquesta.

—¿Por qué no me funciona, Severus?

En medio del silencio subsiguiente, a Nefe le pareció oír cómo la serpiente silbaba con suavidad mientras se enroscaba y se desenroscaba, ¿o era el sibilante suspiro de Voldemort que se prolongaba?

—¿Qué quiere decir, mi señor? —preguntó Snape—. No lo entiendo. Ha… logrado extraordinarias proezas con esa varita.

—No, Severus, no. He realizado la misma magia de siempre. Yo soy extraordinario, pero esta varita no lo es. No ha revelado las maravillas que prometía, ni descubro ninguna diferencia entre ella y la que me procuró Ollivander hace muchos años.

Hablaba en un tono reflexivo y pausado, pero a Nefe empezó a latirle el corazón  y a darle punzadas;

—Ninguna diferencia —repitió Voldemort.

Snape no respondió. Neferet habia intuido el peligro, Snape tenía que buscar las palabras adecuadas para tranquilizar a su amo.

Voldemort echó a andar por la habitación y Harry lo perdió de vista unos segundos, pero seguía oyéndolo hablar con aquella voz comedida. Entretanto, el dolor y la furia seguían creciendo en él.

—He estado reflexionando mucho, Severus… ¿Sabes por qué te he pedido que dejaras la batalla y vinieras aquí?

—No, mi señor, pero os suplico que me deje volver. Permitame que vaya a buscar a Potter.

𝐏𝐑𝐄𝐓𝐓𝐘 𝐄𝐘𝐄𝐒Where stories live. Discover now