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Después de una horrible clase de Defensa contra las Artes Oscuras, donde Moody les enseñó las tres maldiciones imperdonables Neferet se encontraba con Cedric en las cocinas.
—Entonces ¿cuando?
—Cuando ¿qué?
—Cuando le vas a hablar a Harry.
Neferet lo había estado pensando, quería volver a hablarle al de cabello azcabache, sin embargo no habia tiempo o se ponía nerviosa, por lo general era la segunda, tenía nervios de que el chico no quisiera volver a ser su amigo.
—¿Y mi dignidad donde queda?, hablaré con él cuando invites a Daphne a una cita —dijo con una sonrisa.
—Con Daphne es diferente, yo si le hablo, y tu dignidad la perdiste hace mucho —Nefe le tiro una galleta a la cara.
—Los dos se gustan y ninguno hace nada.
Durante el tiempo que Neferet estuvo petrificada, Cedric y Daphne pasaron tiempo juntos, ambos se gustaban y la rubia lo sabía.
—Vas a hablarle a Harry la noche que eligan a los campeones, y no espero un no como respuesta.
—Aún no puedo creer que quieras entrar que ese estupido torneo —murmuró cambiando de tema mientras tomaba un galleta.
—Piensalo, el premio de los mil galeones, y tener la gloria eterna —decía Cedric que de verdad se veía emocionado.
—¿Si sabes que lo cancelaron por que aumentó el número de muertes, verdad? No sé si conozcas ese concepto —llevando otra galleta a su boca preguntó— ¿De verdad vale la pena?
—¿Que cosa?
—Arriesgar tu vida por "la gloria eterna"
—Dumbledore no va a dejar que nadie muera.
—Si, lo sé, pero aún así me preocupa.
—Tranquila, no me va a pasar nada galletita.
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