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𝐂 𝐀 𝐏 𝐈́ 𝐓 𝐔 𝐋 𝐎 𝟏𝟒
"𝗦𝗘𝗥𝗣𝗜𝗘𝗡𝗧𝗘"

Durante la segunda semana de diciembre, la profesora McGonagall pasó, como de costumbre, a recoger los nombres de los que se quedarían en el colegio en Navidades

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Durante la segunda semana de diciembre, la profesora McGonagall pasó, como de costumbre, a recoger los nombres de los que se quedarían en el colegio en Navidades. Harry, Ron, Hermione y Neferet firmaron en la lista, Daphne intento convencerla de ir a su casa pero la rubia estaba decididaa ayudar a sus amigos; habían oído que Malfoy se quedaba, lo cual les pareció muy sospechoso. Las vacaciones serían un momento perfecto para utilizar la poción multijugos e intentar sonsacarle una confesión.

Por desgracia, la poción estaba a medio acabar. Aún necesitaban el cuerno de bicornio y la piel de serpiente arbórea africana, y el único lugar del que podrían sacarlos era el armario privado de Snape.

—Lo que tenemos que hacer —dijo Hermione, cuando se acercaba la doble clase de Pociones de la tarde del jueves— es distraerlo con algo como dijo Nefe. Entonces uno de nosotros podrá entrar en el despacho de Snape y tomar lo que necesitamos. —Harry y Ron la miraron nerviosos y Nefe sonriendo— ¿Nefe tu puedes encargarte del robo? —La rubia asintió, Hermione continuo —A ustedes dos los expulsarían si los atraparan. Y Snape nunca sospechara de Nefe. Así que tienen que provocar un desastre lo suficientemente importante para mantener ocupado a Snape unos cinco minutos.

—Yo tengo algo en mente —dijo Nefe.

Las clases de Pociones se impartían en una de las mazmorras más espaciosas. Aquella tarde de jueves, la clase se desarrollaba como siempre. Veinte calderos humeaban entre los pupitres de madera, en los que descansaban balanzas de latón y jarras con los ingredientes. Snape rondaba por entre los fuegos, haciendo comentarios envenenados sobre el trabajo de los de Gryffindor, mientras los de Slytherin se reían a cada crítica.

Harry esperaba la señal de Nefe. Nefe le hizo un gesto con la cabeza y eso fue más que suficiente para el ojiverde.

Harry se agachó rápidamente y se escondió detrás de su caldero, se sacó de un bolsillo una de las bengalas del doctor Filibuster que tenía Fred, y le dio un golpe con la varita. La bengala se puso a silbar y echar chispas. Sabiendo que sólo contaba con unos segundos, Harry se levantó, apuntó y la lanzó al aire. La bengala aterrizó dentro del caldero de Goyle.

La poción de Goyle estalló, rociando a toda la clase. Los alumnos chillaban cuando los alcanzaba la pócima infladora. A Malfoy le salpicó en toda la cara, y la nariz se le empezó a hinchar como un balón; Goyle andaba a ciegas tapándose los ojos con las manos, que se le pusieron del tamaño de platos soperos, mientras Snape trataba de restablecer la calma y de entender qué había sucedido.

Neferet aprovechó la confusión para salir
discretamente por la puerta.

—¡Silencio! ¡SILENCIO! —gritaba Snape—. Los que hayan sido salpicados por la poción, que vengan aquí para ser curados. Y cuando averigüe quién hizo hecho esto...

𝐏𝐑𝐄𝐓𝐓𝐘 𝐄𝐘𝐄𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora