08

496 87 41
                                    


❛⿻۬˖̥ ͭ; Buenas, Noemys ♡⃕ ᨳˎˊ˗

Los dos salimos de su edificio. El chico me llevó a una pequeña tienda, insistió en comprar algo para llevar a mi casa. Según él, no es de buena educación ser un invitado y no llevar nada para agradecer. Chico educado. 

Me sentía como en otro planeta. Las personas eran muy diferentes a lo que estaba acostumbrada a ver. Para ser sincera era la primera vez que entraba a una tienda que no fuera de ropa, y de marca. 

¿Qué debería llevar? – Preguntó bastante confundido. 

Lo que quieras, tenemos de todo… – tal vez eso no sonara tan bien. En mi cabeza no parecía que estuviera alardeando. 

De todo no, estoy seguro de que jamás probaste los dumplings o los pasteles de arroz,  de la abuela Jung. – el chico me sonrió ampliamente, mientras tiraba de mi brazo con delicadeza. 

Me guío hasta el escaparate de una pequeña pastelería. Lo reconocí, era la misma que esta mañana. Una señora bastante mayor atendía tras el mostrador. 

¿De nuevo por aquí, Min? 

Está vez vengo a comprar, abuela Jung. 

Por lo que veo, la mayoría del barrio se conocen. Eso es bueno ¿no? 

¿Has visto a Hoseok? No llego anoche a casa, ese mocoso conseguirá darme un disgusto. 

Anoche le vi, estaba con Namjoon. Creo que se quedó a dormir en su casa. 

Me sentía fuera de la conversación, porque no entendía de qué hablaban, ni quienes eran. Aunque me sonaba el nombre de Namjoon. Lo había escuchado en algún otro lugar. 

La conversación de ambos finalizó, el chico pidió un par de cosas y en cuanto las tuvo en mano, salimos de la pequeña pastelería. Subimos en mi coche y arranque camino a casa. 

Durante el camino él hizo otra llamada al supuesto Hoseok, avisándole de que la abuela Jung le estaba buscando. Creo que si es abuela real de ese chico. 

Dejé el coche en la entrada y ambos bajamos, los dos dogos del Tíbet de papá vinieron a revisar que todo estuviera en orden. Están más que nada para revisar y asegurarse de que nadie sin autorización entra en casa. Entramos directamente, en cuanto Tina nos abrió la puerta. Nos hizo reverencia a ambos y se alejó por el pasillo. 

Sígueme, puedes dejar la mochila en mi habitación. 

El chico obedeció y me siguió los talones escaleras arriba. Caminamos por el largo pasillo, hasta mi puerta. Era fácil deducir que era mía, por la enorme R de color rojo Rubí en la puerta blanca. Abrí la puerta y ambos entramos, él se quedó observando con detenimiento el lugar. Mientras yo acomodaba mi mochila en el banquillo junto a la puerta. 

Puedes elegir si quitarte o no los zapatos. Nosotros no solemos hacerlo, más que nada porque somos lobos y acostumbramos a pisar y jugar con tierra. Por eso tenemos tanto personal de limpieza. – comente, mientras tomaba asiento en mi cama. 

No te veía una chica capaz de jugar con tierra. – dijo mientras se acercaba a la pared de fotografías que tengo. 

Las apariencias engañan. 

No con todos. Muchas veces es al contrario, gracias a las apariencias te das cuenta de quién es. En tu caso, es cierto que engañas.  Me sorprendes, Rubí. 

Iba a responderle, pero Tina llamó a la puerta, para avisar de que bajemos a comer. Le agradecí y se fue por donde vino. 

Si te sientes incómodo con mis hermanos o con mi padre, podemos comer aquí si quieres. 

𝙱𝚕𝚘𝚘𝚍 𝙽𝚒𝚐𝚑𝚝 » 𝙼.𝚈𝙶 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora