IV

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Hoy era el día en el que la familia real se iría de Invernalia, y en el que todo debería volver a normalidad. Hubiese sido así si con ellos no se hubiese ido también el guardián del Norte y dos de sus hijas. Para Eilidh era aún peor, porque también la dejaría su hermano.

La castaña había pensado sobre cabalgar a lomos de su lobo y conocer cada rincón del continente, todo por no quedarse en Invernalia con Lady Stark, pero esa idea se había evaporado de su cabeza debido al accidente de Bran, quien tras cuatro días aún seguía sin despertar.

Eilidh no había salido de su habitación, ni si quiera para desayunar, no quería enfrentarse a todas las despedidas que le esperaban.

Se escucharon cuatro toques en la puerta, el mismo número y ritmo de siempre, era una forma de saber quién era.

- Adelante.- dijo acomodando su vestido. La puerta comenzó a abrirse y lo primero que vio fue la cabeza de Theon asomarse.- Rápido, entra antes de que te vean.

- Llevas toda la mañana aquí encerrada.- dijo entrando completamente y cerrando la puerta tras él.- ¿Por qué?

- No quiero despedirme de nadie.- murmuró mientras le veía sentarse a su lado.- Toda la gente que quiero abandona este sitio, sin ellos, esto deja de ser un hogar.

- Siguen quedando Robb, Bran y Rickon.- pasó un brazo por sus hombres acercándola a él.- Ademas, estoy yo.

Eilidh seguía sin estar convencida, pero aquello le sonó mejor.

- Se que decir adiós te va a doler, pero también te conozco lo suficiente como para saber que si no te despides te vas a arrepentir toda tu vida.- dejó un beso sobre su frente y se levantó, le tendió las manos para ayudarla a levantarse.- Anda, ve a despedirte del idiota de tu hermano, deben estar a punto de partir.

No le falto ni una palabra más para salir corriendo de su habitación. Nada más bajar las escaleras se topó con Sansa y Arya, ambas viendo como hombres se llevaban sus baúles.

- ¡Eilidh!- Arya fue la primera en notar su presencia y en cuanto lo hizo corrió a sus brazos.- Pensé que no vendrías a despedirte.

- No podía permitirme algo así.- la abrazo aún más fuerte contra ella.- Se el regalo que te ha hecho Jon, yo fui quien le puso el nombre, pero no le digas que te lo dije.

- Tranquila, se guardar secretos.- dijo con orgullo.

- Sansa, se que no soy la persona que más aprecias en esta tierra, pero yo si lo hago.- camino hasta la pelirroja y la abrazo por los hombros, no tan fuerte como lo había hecho con Arya, pero se sintió bien.- Espero que me invites a tu boda.

- Eres mi hermana.- dijo probablemente por primera vez en su vida.- No puedes faltar.

Eilidh dejó a sus hermanas y corrió en busca de su padre y de Jon.
A lo lejos vio a una cabellera cobriza abrazar a una castaña oscura como la suya. Se arremangó el vestido y cruzó todo el patio hasta llegar hasta ellos y saltar sobre sus espaldas. Ese abrazo le recordó a los viejos tiempo, cuando eran solo ellos tres, antes de que llegasen Sansa y el resto. Y deseo volver a esos momentos, donde no existían las preocupaciones.

- Nos vemos.- Robb fue el primero en separarse, yéndose para dejar a los Nieve despedirse.

- ¿Estas seguro de irte?- preguntó Eilidh esperando que Jon se arrepintiera de su elección y se quedase con ella.

- Muy seguro.- respondió sabiendo lo que eso causaba en su hermana.- Vas a poder venir a visitarme cuando quieras, yo también vendré cuando se me permita.

- Lo se, es solo que... eres mi mayor apoyo aquí, y lo sabes.

- Y tú eres el mío, hermana.- Jon volvió a abrazarla.- Qué nos separemos no significa nada, siempre seremos lo más importante para el otro.

- Siempre.- murmuró la chica antes de separarse.- No hagas esperar más al tio Ben o te esperará un primer año complicado.

Eilidh lo vio alejarse, todo vestido de negro a pesar de aún no haber hecho los votos, y sintió como un pedazo de ella se iba a con él. Caminó en busca de su padre, hasta que al final lo encontró, junto a su caballo.

- Padre, venía a despedirme.- susurró a sus espaldas.
Tenía la nariz completamente roja, no sabría decir si por el frío o por todas las lágrimas que se estaba aguantando.

- Eilidh...- Eddard dejó de cepillar al caballo para acunar el rostro de su hija entre sus manos.

- Me quedaré aquí hasta que abran despierte, pero por favor, después déjeme ir con vosotros a Desembarco del Rey.- murmuró disfrutando de las caricias.

- Tú lugar es este, cariño.- con el pulgar limpio una lágrima que comenzaba a caer.- Invernalia es tu hogar.

- No es así, mi familia es mi hogar, y os estáis marchando todos.- replicó.

- Siempre debe haber un Stark en Invernalia.

- Pero están Robb, Bran y Rickon.- se quejó.- Además, ni si quiera soy una Stark.

- Siempre debe haber una mujer cerca del líder, ayuda a Robb en lo que necesite. Cúbrele las espaldas e ilumínale el camino cuando sea necesario. Eres inteligente, buena estratega y talentosa para el combate, el norte necesita una defensora así. Cuida de mi hogar en mi ausencia.

- Lo haré.- asintió más convencida.

- Y si que eres una Stark, puede que no lleves mi apellido, pero si mi sangre.- esas palabras significaron para Eilidh un mundo, más habiendo salido de la boca de su padre.

- Mi madre... ¿sigue viva?

- La próxima vez que nos veamos, Jon, tu y yo hablaremos de eso.- dejó un beso sobre su frente.- Te quiero, pequeña loba.

- Te quiero, papá.

Se miraron durante unos instantes. Eilidh se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Dejar a su padre y hermanos atrás era duro, pero le había prometido a Lord Stark que cuidaría este lugar en su ausencia.

- ¡Espera!- se giró al escuchar a su padre. Este andaba deprisa hacia ella.- Se me había olvidado darte algo.

Rebusco bajo su capa y le entregó una caja de madera alegrada y fina. Eilidh la abrió dejando ver en su interior una daga. Nunca había visto un arma tan bonita, en la hoja tenia siete lobos grabados, ella y sus hermanos, y el mango tenía forma de un gran lobo, él.

- Muchas gracias, padre.- dijo mirándola maravillada.- Es preciosa.

- Es de acero valiryo.- le explicó.- Tenla siempre contigo, y úsala solo cuando sea necesario.

Nieve en verano (GoT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora