LIX

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Eilidh se encontraba de nuevo junto a Jon al frente del ejército de la reina, a pesar de que hace apenas unos días se encontraba en una situación parecida, el sentimiento comparado con aquella vez no tenía comparación. Ahora no tenía miedo, dudaba que fuese morir, y aunque lo hiciese no le importaba demasiado.

Frente a ellos estaba el ejército de Cersei, portando los estandartes de la casa del león. Un sentimiento de nostalgia invadió el pecho de la rubia, recuerdos de cuando lucho al lado de Robb le vinieron a la cabeza.

Cuando ni un blasón más del león se alzase, en ese entonces, se haría justicia de la muerte de Robb.

Se escuchó el batir de unas grandes alas y pillándoles por sorpresa, la estructura tras el ejército de los Lannister ardió en llamas. Esa fue la señal de que la guerra comenzaba.

Con las llamas Daenerys abrió la puerta de la ciudad a aquellos que luchaban por ella, el plan de Cersei de comenzar el combate fuera de las murallas no había resultado.

Eilidh se dio cuenta de que espada estaba intacta, ni una sola mancha de sangre, Daenerys se había ocupado de la gran mayoría de los hombres.

Lleno de ira, Gusano Gris encabezaba la marcha, a cada uno de sus lados iban Jon y Eilidh. Siguieron adentrándose en la ciudad hasta toparse con más tropas de la reina Cersei.

Ambos ejércitos parados el uno frente al otro, ambos sin saber muy bien a que esperaban para atacar. Eilid buscó con la mirada a Jon, sabía que estaba esperando a que ellos dieran el primer paso, y luego a Gusano Gris, podía verse como estaba aguantando las ganas de cortarle la cabeza a todo aquel que luchase por Cersei.

El rugido de Drogón fue lo que impulso al ejército de la casa Lannister a tirar sus armas, y por ende, a rendirse. Las campanas no tardaron en sonar y aquello fue la señal de que habían ganado, Desembarco del Rey ahora era de Daenerys.

- Mucho más fácil de lo esperado.- sonrió Eilidh.

Según terminó de decir la frase, llamas surgieron y en un rápido movimiento, Gusano Gris clavó su lanza en el pecho del líder del ejército contrario. Y como si de ovejas se tratasen, norteños e inmaculados, siguieron el gesto de Gusano Gris cargando sobre el enemigo, a pesar de que ya se había rendido.

- Jon.- Eilidh lo llamó pero el castaño no respondía.- ¡Jon, hazles parar!- exclamó mientras con su propio cuerpo trataba de detener a los hombres que pasaban por su lado.

- ¡Quietos, quietos!- gritó Jon imitando a su hermana.

Defendiéndose únicamente de los que le atacaban, Eilidh fue hasta Gusano Gris.

- Debes parar esto.- dijo esquivando ataques.- Se han rendido.- el hombre le hacia caso omiso mientras seguía matando a todo aquel que veía.

Civiles huyendo del fuego de Daenerys comenzaron a mezclarse en la batalla. Eilidh se alejó del inmaculado y se centró en ayudarles a escapar.

Se tomó su tiempo en observar todo el caos que la rodeaba, mujeres y niños muertos en el suelo y gritando despavoridos. Lágrimas se agolparon en sus ojos, pero no se permitió llorar, esta vez no.

Escondida tras un pilar vio a una niña, no debía de tener más de seis años, tenía la mirada fija en el cadáver de una mujer que estaba a los pies de Eilidh. La rubia enfundó su espada y caminó hacia ella.

- No voy a hacerte daño, no temas.- le extendió la mano y la pequeña temblorosa la aceptó.

Eilidh la cargó en brazos y corrió hasta ver a ser Davos también ayudando a evacuar civiles. Dejó a la niña en el suelo y la retuvo cuando trato de irse.

- ¿Cómo te llamas?

- Dafne.- respondió la niña con voz temblorosa.

- Bien, Dafne.- se agachó a su altura.- Se que tienes miedo, yo también lo tengo, pero tienes que ser fuerte.- de su cinturón sacó la daga que le había acompañado todos estos años y a la que tanto aprecio le tenía y se la extendió.- Úsala para defenderte si es necesario, huye, no dejes de correr veas lo que veas.- la niña asintió no muy convencida.- Esa daga es muy importante para mi, así que espero que cuando todo esto pase, vengas a devolvérmela.

- ¿Cómo os llamáis vos?- preguntó algo más tranquila.

- Eilidh Stark.- respondió con una sonrisa.- Ahora iros.

La niña no lo dudo más y comenzó a correr.

- Se ha vuelto loca.- murmuró ser Davos.

- Quizás siempre lo estuvo.- respondió Eilidh.

Las ordenes de replegarse de Jon llegaron hasta ellos y no dudaron ni un segundo en seguirlas, quedarse allí más tiempo era un suicidio. Ya no quedaba ningún hombre del ejército de los Lannister luchándo, y aún así Daenerys seguía quemando todo lo que encontraba a su paso y sus huestes seguían matando a quien se le pusiera por delante, sin importar de quien se tratase.

Cuando estuvieron a las puertas de la ciudad, Eilidh cayó de rodillas al suelo. Tenía las manos ensangrentadas y lo peor es que la mayoría de esa sangre pertenecía a civiles que había tratado de ayudar a escapar.

Aún sostenía la mano de una mujer que encontró herida, Eilidh la había tomado del brazo y había caminado junto a ella. Hasta de un dothraki en su caballo paso por su lado y de un solo tajo le separó la mano que Eilidh sostenía y luego terminó atravesándole la cabeza.

Nieve en verano (GoT)Where stories live. Discover now