XLII

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El día de la que sería conocida como batalla de los bastardos había llegado. Al frente del ejército estaba Jon, a sus costados Tormund, ser Davos y Eilidh junto a Peludo.

Frente a ellos los estandartes con el hombre degollado de la casa Bolton, un ejército que les duplicaba en número.

Ramsay avanzó entre sus hombres, al llegar al frente se desmontó de su caballo y ando hacia ellos, con Rickon atado de muñecas siguiéndole. Levantó su espalda, lo que hizo que tanto Jon como Eilidh descabalgaran y dieran unos pasos al frente. Ante todo pronóstico cortó la cuerda que lo retenía.

De un momento a otro pudieron ver como Rickon corría en su dirección a la vez que uno de sus hombres le acercaba a Ramsay un arco.

Sin tener que dar la orden, Peludo comenzó a correr hacia Eilidh, que se montó en su lomo en marcha y juntos fueron a por Rickon. El lobo iba tan rápido que Eilidh tenía que sujetarse de su cuello para no caer. La distancia parecía poca, pero se le estaba haciendo interminable.

Flechas comenzaron a caer a los costados de Rickon, mientras el chico no dejaba de correr en dirección a su hermana. Que desesperada rogaba al huargo que aumentase la velocidad.

Peludo frenó en secó provocando que Eilidh cayese estrepitosamente al suelo, una flecha había ido directa al cráneo del lobo. La rubia se levantó lo más rápido que pudo del suelo ignorando cualquier dolor y comenzó a correr hacia su hermano pequeño.

- ¡Rickon!- gritó mientras ambos estiraban el brazo para poder hacer contacto.

- ¡Eilidh!- sollozó el niño aterrado cuando sintió la punta de los dedos de su hermana rozarle.

Rickon llegó a los brazos de su hermana, pero atravesado por una flecha. Eilidh sostenía su cuerpo mientras lo escuchaba agonizar.

- Quiero irme a casa.- murmuró con esfuerzo.

- Te tengo.- susurró Eilidh mientras le acariciaba el cabello.- Lo siento, Rickon.- no pudo evitar que alguna lágrima se le escapase.- Siento no haberte podido proteger.

El tiempo se paralizó a su al rededor, lo único que veía era a Ramsay con una sonrisa y solo podía escuchar la respiración costosa de Rickon.
Eran innumerables las veces que Eilidh se había planteado que hubiese sucedido si en vez de marchar con Robb se hubiese quedado en Invernalia. Se había ido para proteger Invernalia y a Robb y no había conseguido ninguna de las dos. Había dejado a Bran y Rickon solos, y ahora sostenía en cadáver del pequeño entre sus brazos.

- Ya no duele.- murmuró Rickon antes de dejar de respirar.

Con el corazón roto en mil pedazos, Eilidh dejó un beso en la frente de su hermano antes de dejarlo en el suelo.

Desenvainó su espada, y comenzó a correr hacia el enemigo. Una lluvia de flechas la sobrepasó pero ninguna consiguió darle. Lo único que le mantenía de pie en el momento era la rabia.

Una de las flechas consiguió darle en la pierna, lo que la hizo caer al suelo. Le rompió el palo para que no sobresaliese y volvió a levantarse. Ante ella el ejército enemigo había comenzado a avanzar. Se aferró a su espada lista para luchar y para morir si era necesario.

Ante ojos ajenos era incluso una escena poética. En el oscuro paisaje una mujer hacia frente a sus enemigos. Estaba en pie observándoles llegar, herida de una pierna y con las manos teñidas de la sangre de su hermano pequeño. Su cabello en trenzas estaba despeinado y su respiración era agitada. En la última caída el parche se había desprendido de su rostro dejando al aire la gran cicatriz que le atravesaba la cara. Sus ojos derrochan ira y rabia, a pesar de que frente a ella tenía su muerte asegurada.

Se colocó en posición de ataque, no podía permitirse rendirse. Lucharía hasta el final, se lo debía a Rickon.

Antes de que pudiese si quiera hacer otro movimiento su hermano junto a sus hombres la sobrepasaron.

Sumida en un gran caos, comenzó a pelear con todo el que se encontrase, habái conseguido matar a varios hombres, pero también había visto morir a los suyos. No dejaban de llover flechas enemigas, que se llevaban tanto vidas de un bando como de otro.

Más hombres de los Bolton comenzaron a llegar, pero estos en vez de lanzarse al ataque les rodearon cubriéndose con escudos. Estaban atrapados. Sacaron lanzas a través de los escudos y comenzaron a avanzar haciendo el espacio cada vez más pequeño y atravesando a quien tenían en frente.

Eilidh buscó a Jon y se hizo paso hacia él.

- Estamos perdidos, Jon.- dijo la rubia al borde las lágrimas.

- ¡Vamos a romper sus líneas!- exclamó ser Davos.

La pelea se retomó, pero los cadáveres se amontonaban mientras el reciento cada vez era más pequeño. Hubo un punto en el que a penas podía moverse, estaba enterrada entre hombres y muertos, ni si quiera podía sentir el aire llegando a sus pulmones. Supuso que su muerte había llegado y no le molesto, solo esperaba que esta fuese la definitiva.

Volvió a sentir el aire llenando sus pulmones cuando una mano se aferró a su brazo y tiró de ella hacia arriba. Dio una bocanada y tanto aire la hizo marearse. Un Jon con la cara completamente llena de sangre había conseguido sacarla.

- No puedes morir.- le murmuró.

Aun acongojada Eilidh asintió mientras a sus oídos llegaba en sonido agudo. A lo lejos se veían los estandartes del nido de águilas y con ellos la esperanza de la victoria. Sansa le había hecho caso y ahora gracias a ella tenían una oportunidad de salir victoriosos.

Los hombres del nido de águilas rompieron la formación de los Bolton. Jon miró a Eilidh para que lo siguiera y los dos treparon entre las montañas de muertos para tener una clara visón de Ramsay. Tormund y Mag llegaron a su lado.

Al ver una posible derrota, Ramsay cabalgó de vuelta hacia el castillo para asediarse en él.

Jon, Tormund, Mag y Eilidh corrieron tras suya, no ganarían si Ramsay no moría.

Mag consiguió romper la puerta dando paso al ejército, el gigante tenía incontables flechas atravesando todo su cuerpo, pero aún seguía con vida. Hasta que una le dio en el ojo derecho, haciendo que cayese muerto. Frente a ellos, Ramsay bajo el arco.

- Sugeristeis un combate singular, ¿no es cierto?- dijo mientras era apuntado por decenas de hombres del pueblo libre.- Lo he reconsiderado, ahora me parece que es una magnifica idea.

- Es tuyo.- le murmuró Jon a Eilidh.

En un rápido movimiento, la rubia tomó un escudo del suelo y lo utilizó para detener las flechas de Ramsay mientras se acercaba a él. Cuando estuvo lo suficientemente cerca le golpeo con el escudo tirándole al suelo. Se sentó a horcajadas sobre él y comenzó a darle puñetazos en el rostro.

Le dejó el rostro completamente ensangrentado y desfigurado, sus dos hermanos la miraban impactados, pero no se detuvo hasta que sintió que fue suficiente, no le importaba la mirada de miedo que Sansa le dedicaba.

Se levantó de encima suya después de comprobar que aún respiraba y mandó a dos hombres a que lo llevaran a una celda.

Una de las primeras cosas que hicieron fue cambiar el estandarte de los Bolton por el de los Stark.

Lo siguiente fue recuperar los cuerpos de los suyos.

- Enterraremos el cuerpo de mi hermano en la cripta, junto a mi padre.- respondió Jon cuando les llevaron el cadáver del niño de apenas once años.

- Que entierren a Peludo junto a él.- pidió Eilidh antes de irse.

Llevaba años sin verlo y su reencuentro había sido el mismo día de su muerte. Era un niño, no merecía una muerte tan cruel como esa. Rickon siempre había sido la luz de sus ojos. Desde que nació había tenido una especial devoción por el pequeño, la seguía a todos lados y siempre le encantaba estar sobre su regazo. Le había prometido que le ensañaría a usar el arco, y ahora jamás podría hacerlo.

Cuando tenía miedo o estaba triste, Rickon siempre acudía al reconfort que le producían los brazos de su hermana. Al menos lo último que había sentido antes de morir había sido esa sensación que tanto había echado de menos.

Nieve en verano (GoT)Where stories live. Discover now