XXXVI

431 41 0
                                    

Jon lo había conseguido, los salvajes habían aceptado luchar junto a él con los caminantes blancos. Había llegado a las puertas del muro con cientos de ellos, aunque muchos menos de los que Eilidh pensaba. 

- Menos mal que habéis vuelto.- dijo Eilidh abrazándolo. 

- Ha sido un fracaso.- murmuró Jon. 

- De eso nada.- negó Eilidh mientras los veía pasar.

- Fui a salvarlos, fallé.- declaró Jon.- He fracasado y ellos lo saben.

- Todos ellos están vivos gracias a ti.- dijo Eilidh.- Nadie sabía con exactitud a que nos enfrentábamos, no ha sido culpa tuya. 

Eilidh dejó el lado de su hermano para ir a preparar a Elí con la comida, hoy debía preparar mucho más que de costumbre. 

Observó a los salvajes, muchos de ellos eran niños, incluso bebés. Jon le había contado como los caminantes les habían atacado cuando estaban apunto de partir y como muchos salvajes capaces de ir a la pelea habían muerto y luego se habían levantado junto al bando contrario. 

Vio a dos niñas pequeñas comiendo solas, sin aparentemente nadie a su cargo, y supuso que su padre o madre había muerto en la batalla. Tomó su plato de comida y se acercó hasta ellos. El plato que les habían dado ya estaba completamente vacío, pero Eilidh estaba segura de que seguían hambrientas. Puso su plato frente a ellas. 

- Comed.- no hicieron falta más palabras para que las niñas atacasen la comida.- ¿Cómo os llamáis?

Las dos la miraron atentamente pero ninguna le respondió. 

- Estáis a salvo aquí, dentro del muro.- acarició el cabello de la más pequeña.- Conseguiremos combatirlos y no habrá más muertes a su costa

- De cualquiera de las maneras, nuestra madre no volverá.- dijo la mayor.

- Se que parece difícil, pero ahora más que nunca debéis luchar por vuestra madre.- dijo Eilidh.- Debéis vivir por ella, para que su sacrificio no sea en vano. 

Dejó a las dos niñas seguir comiendo y se acercó a una mujer para ayudarla a acunar a su bebé, mientras ella comía. El bebé no debería tener más de cinco meses, pequeños y escasos cabellos pelirrojos asomaban por su cabeza. Al sentir unos brazos desconocidos, en vez de aumentar su llanto, dejó de llorar. La observó con sus grandes ojos azules mientras Eilidh metió levemente su pulgar en la boca para que se entretuviera chupándolo, eso siempre le servía para calmar a Rickon cuando era bebé. 

Hacia bastantes días que Brandr se había ido y aún no había muerto, Eilidh comenzó a preocuparse por si le hubiese pasado algo. Pero trataba de pensar que estaba bien, pero que se rehusaba a volver sin Rickon. Era tan fuerte su conexión que sentía que si algo llegaba a sucederle lo sabría, con un dolor en el pecho o con una simple sensación. 

Casi como si el lobo la hubiese escuchado, en ese mismo momento llegó a las puertas del castillo negro, aunque no solo. Tanto Eilidh como Jon fueron avisados al instante. 

La rubia no entendía por qué tanto revuelo por la llegada de Brandr, hasta que vio a su gran lobo negro junto a otro del mismo color, aunque más pequeño de tamaño. Tanto Eilidh como Jon lo reconocieron al instante, pero a ambos les apoderó el miedo de que él a ellos no les hubiese reconocido. 

- Peluso.- dijo Eilidh con voz firme dando un paso hacia el frente. 

- Ten cuidado.- le advirtió Jon al ver como el lobo le había mostrado los dientes cuando comenzó a acercarse. 

- La poca educación que tiene se la di yo.

Rickon era tan pequeño que no se preocupaba por amaestrar bien a Peludo, es por eso que era el que se mostraba más agresivo y era más difícil de dominar. 

Cuando posó la mano sobre su hocico, Peludo dejó de gruñirla como si hubiese reconocido su tacto. Se lanzó contra ella, pero no para herirla, si no para lamerle el rostro el forma de afecto. 

- Basta, basta.- la rubio rio mientras se levantaba con algo de dificultad.- Me alegro de verte, pero dónde esta Rickon. 

- Acabaremos encontrándolo.- Jon fue a su lado y la abrazó por los hombros.- Los recuperaremos a todos.

- Es lo que he deseado desde que todo esto comenzó.- murmuró Eilidh.- Pero nada volverá a ser lo mismo, todos estamos rotos, no somos quienes éramos. Además, Robb ya nunca podrá acompañarnos, no puede ser lo mismo sin uno de nosotros. 

- Y nunca será lo mismo, pero al menos estaremos juntos. 

- Tampoco puedes hacer nada para reunirnos siendo un hermano de la Guardia de la Noche.- Eilidh le recriminó.

- No podría hacer nada de todas formas.- se defendió Jon.- Tome mis botos en la guardia, ahora soy el Lord Comandante, no puedo dejar el castillo ni tratar asuntos exteriores. 

- Quizás nunca debiste unirte.- le enfrentó.- Te lo dije en su momento, cuando te unes a la Guardia de la Noche dejas a tú familia atrás, me prometiste que no lo harías, pero aún así cuando padre murió no recibí ni una carta tuya. ¿Sabes cuánta falta hacías para luchar por Invernalia? 

- ¿Crees que no quise ir?- preguntó furioso.- En cuanto me enteré de la muerte de padre quise ir a apoyar a Robb en la guerra, pero no podía. 

- ¿Por qué ellos son más importantes que tus verdaderos hermanos?

- Por supuesto que no, me ofende que pienses eso sobre mi, Eilidh.- dijo Jon dolido por las palabras de su hermana.- No puedes culparme por tratar de buscar mi lugar en este mundo de mierda. Cuando decidí venir no tenía ni idea de todo lo que pasaría, si no me hubiese quedado en Invernalia sin dudarlo. 

- Iré a mis aposentos, que nadie me moleste.- Eilidh se despidió sin ganas de seguir con la conversación.- No te estoy culpando de nada, Jon. Es solo que creo que tu prioridad es no es tú familia. 

- Ahora mismo mi prioridad es acabar con los caminantes blancos.- respondió Jon confirmando lo que su hermana le había dicho. 

Nieve en verano (GoT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora