XIV

693 72 1
                                    

Ante el grito de el rey en el Norte, el clan de los Stark ganó otra batalla contra los Lannister. Por cada cinco hombres de los Lannister había caído un norteño, una buena batalla.

Eilidh caminaba junto a Brandr entre los cadáveres de sus enemigos, ambos habían sido una pieza clave a la hora de la victoria. Eilidh llevaba una buena armadura, mejor que la de un hombre cualquiera, pero no había ningún emblema grabado en ella. Su espada aún estaba manchada de sangre, al igual que sus manos y su rostro, lo mismo sucedía con el hocico del lobo.

El olor de la guerra era espantoso, sangre y pudredumbre. Veía a los hombres de su bando mover los cadáveres de los suyos y de sus enemigos, se podía diferenciar a leguas cual era cual por la forma en la que los trataban. También estaban los heridos, tendidos en el suelo suplicando por ayuda, cuando veía a alguien con el blasón de los Lannister, simplemente se agachaba a su altura y acababa con su sufrimiento, cuando era uno de los suyos, avisaba alguien capacitado para ayudarlo.

Se creía la peor persona al pensar aquello, pero no le desagradaba la escena que tenía ante sus ojos. Se sentía poderosa con su espada y junto a su lobo, observando como sus enemigos habían caído ante ellos. Tampoco se había sentido desagradada durante la batalla, quizás era la adrenalina que había sentido, ni si quiera había notado el cansancio de la actividad física en el momento.

Echó un último vistazo satisfecha antes de encaminarse hacia su campamento. Robb se unió a ella junto a Viento Gris. La estampa de los hermanos era bonita, si el paisaje no fuese un campo de cadáveres. Muchos rumores circulaban sobre ellos, eran muchos los que decían que el joven lobo y su hermana bastarda eran capaces de convertirse en grandes fieras que arrasaban con sus enemigos, y luego se alimentaban de su carne.

- Entonces, nos uniremos al rey Renly, ¿no es así?- cuestionó Eilidh.

- Si mi madre consigue llegar a un buen trato con él, así es.- asintió Robb.

- Creo que es una buena oportunidad para una victoria rápida.- dijo Eilidh.- Tiene un gran ejército, más las flotas de los Greyjoy... tenemos muchas posibilidades.- la esperanza comenzaba a crecer, no solo en Eilidh, si no en todos los norteños.- Espero que esto acabe cuanto antes, que Sansa y Arya vuelvan a casa, y podamos por fin dejar todo esto atrás.

Eilidh galopó más rápido adelantándose a su hermano, sintió el viento contra su piel, su cabello completamente despeinado se movía libremente y sus ojos comenzaban a llorarle debido a la velocidad. Sentía la libertad recorrer cada rincón de su cuerpo, desde la punta de su cabeza hasta el final de los dedos de los pies.

Toda esa sensación se esfumo cuando su caballo dejo de galopar de golpe, causando que casi cayese al suelo. Había llegado al campamente, mucho menos concurrido de lo que estaba acostumbrado. Bajo del caballo, pidió que le preparasen la bañera en su tienda, y mientras tanto fue a dejar a su caballo en el establo, lo cepillo antes de irse.

Cuando llegó a su tienda, acababan de terminar de preparar la bañera, la muchacha que la había preparado avisó a la chica de que debía esperar ya que el agua estaba demasiado caliente. En cuento estuvo sola, se deshizo de la armadura y de las ropas bajo esta, el frío le erizo la piel, así que sin hacer caso a las indicaciones de la muchacha se metió en la bañera buscando calentarse.

El agua ardía, pero no lo sintió mal, se sumergió enteramente en el agua manteniéndose unos instantes bajo esta. Volvió a la superficie, con una tela seco sus manos. Se estiró para poder alcanzar un pergamino y una pluma. Apoyada en una pequeña mesa que estaba junto a la bañera comenzó a escribirle a su amado, si todo iba bien, Theon no tardaría en volver, pero ya lo echaba en falta, quería volver a tenerle entre sus brazos, como la noche de antes de que partiese.

Después de escribirle sus sentimientos a Theon en aquel pergamino, escribió dos más, uno para Bran y otro para Rickon, podría haberlo hecho en uno solo, pero sabía que a ambos le gustaría recibir el suyo propio. No había recibido respuesta a la última carta que le envió a Jon, por lo que suponía que estaría ocupado, quizás ni si quiera se encontraba en el muro, puede que estuviese en alguna misión al otro lado, buscando a su tío Benjen.

Finalmente, escribió una última carta dirigida a Lord Eddard Stark, su padre. "No llevo vuestro apellido, pero si vuestra sangre. Juro hacerle honor en la medida en la que se me sea posible. Siempre lucharé por el Norte y por vuestro legado, por vuestro honor. Estaré junto a Robb cuando haga justicia por vuestro final, le ayudaré a que así suceda. Robb dijo que me daría el apellido Stark, pero no se si me siento merecedora de él, usted nunca me lo dio, y respeto sus decisiones más que a nada. Nunca sabré quien fue mi madre, ese secreto murió el mismo día que vos, no me malinterpretéis, me hubiese encantado conocer su identidad, pero lo más valioso que alguna vez me ha enseñado, es que debo estar orgullosa en lo que me he convertido, me he hecho a mi misma sin necesidad de un nombre. Siempre ocuparás un lugar especial en mi corazón, padre. - Tú pequeña loba."

La castaña releyó la carta más de diez veces, había llenado tres pergaminos y no sentía que le estuviese diciendo todo lo que le hubiese gustado, pero no encontraba palabras para continuar, tampoco tenía la fuerza para hacerlo.

Acercó la vela que la iluminaba y comenzó a quemar aquellos pergaminos, no había forma de dárselos en mano a su destinatario, así que al menos así le llegaría el humo de esta.

- En Norte nunca olvida.- se repitió a sí misma. En los últimos días había pensado más en esa frase que en toda su vida, sin duda se debía a la rabia que le inundaba desde que Joffrey había dado la orden de la decapitación de su padre.- Y yo nunca perdono.

Nieve en verano (GoT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora