XXV

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Ezra poseía dos caballos y un pequeño carro, más que suficiente para su largo viaje. Habían preparado algo de ropa y comida, pero no demasiado, su objetivo era llegar lo más rápido posible. 

Partían desde la Atalaya de Aguasgrises, a unos días de distancia de los gemelos. Para llegar hasta el Muro, necesitaban pasar el Foso Cailin e Invernalia, luego ya sería un camino directo. 

Brandr iba delante suya pero siempre pendiente de que su dueña iba a salvo tras él. Según Ezra le había contado el lobo estaba al lado de su cuerpo cuando la encontró. 

- ¿De dónde sois?- preguntó Eilidh.- Vos sabéis aparentemente todo sobre de donde provengo, mientras yo solo conozco vuestro nombre. 

- Soy un Arena de Dorne.- respondió.- Mi padre es el príncipe Oberin, mi madre una prostituta. 

- Tengo entendido que los bastardos en Dorne no están mal vistos.- el moreno asintió.- ¿Por qué os fuisteis entonces?

- Quería ver mundo.- respondió.- Pero volveré, el Norte no me gusta tanto como el Sur.

- El Norte tiene su encanto, no suele gustarle a los forasteros, supongo que saben como apreciarlo.- dijo Eilidh.- En su momento yo también quise ir hacia el sur, ahora me arrepiento de haber si quiera puesto un pie fuera de Invernalia. 

- No sirve de nada replantearse las decisiones del pasado.- le dijo el chico.- Lo que no se puede cambiar no debe pensarse, enfoquémonos en el presente. 

 - Tienes razón.

Eilidh apoyó su cabeza en el hombro de Ezra mientras el muchacho se encargó de seguir el camino hasta que el cielo comenzó a oscurecerse. Ese día habían conseguido avanzar hasta Foso Cailin, pero los caminos de noche eran peligroso, al igual que acampar siendo solo dos personas. Así que pararon en un pequeño pueblo que encontraron sin apenas desviarse del camino principal. 

Buscaron una posada en la que poder pasar la noche y dejar a los caballos  y el carro a salvo. Brandr se había quedado por los bosques de alrededor, no era una buena idea que la vieran con un lobo el doble de grande que los comunes, la gente sospecharía de su identidad, aunque la confundieran con Sansa o Arya, era algo peligroso. Además, el lobo era más feliz vagando libremente en la oscuridad. 

Eilidh se observó atentamente a sí misma en un pequeño y viejo espejo que había en la habitación que habían arrendado. Estaba más delgada y eso podía notarse en su rostro, las mejillas se le hundían marcando más sus pómulos, su piel se había tornado más pálida y bajo sus ojos había unas ligeras ojeras de color morado. El peinado que usaba ahora solo dejaba a la vista la parte rubia de su cabello, habían pensado que sería buena idea para que no pudiesen reconocerla. La bastarda de Eddard Stark era conocida por su cabello bicolor, si se peinaba adecuadamente nadie podría sospechar quién era por su pelo. 

Ahora que todo el mundo pensaba que estaba muerta, era mejor que siguiese así, de esta forma podría moverse con mucha más facilidad. 

- Estáis hermosa, Damaris Nieve.- dijo Ezra mirándola con una sonrisa. 

Damaris Nieve era la nueva identidad que el moreno le había proporcionado, si alguna vez alguien les preguntaba sobre su identidad debía responder aquello. Damaris era la hija de una prostituta del norte, había viajado al sur para trabajar del oficio de su madre y allí se había enamorado de Ezra, ahora ambos viajaban hacia el Norte para poder visitar a la madre de la muchacha. 

- No mintáis.- murmuró.- Me voy demacrada, mi rostro a perdido el poco color que tenía, incluso mi cabello se ha descolorido.- dijo soltándose el cabello del tirante peinado que llevaba. 

- Habéis pasado por mucho.- Ezra caminó hacía ella, tomó el peine de su baúl y comenzó a cepillarle el pelo.- Aún así ante mis ojos sois hermosa, puede que la más hermosa mujer que haya visto jamás. 

- Exageras.- replicó Eilidh.- Estoy segura de que en Dorne hay muchas mujeres más hermosas que yo y mucho más pasionales. En los siete reinos sois conocidos por eso. 

- Eso es cierto, en Dorne nos dejamos llevar por las pasiones.- le dio la razón.- No lo vemos como algo malo, por eso hay tantos Arena. 

Cuando terminó de cepillarle el cabello, Ezra ya con la ropa de dormir puesta fue a la cama de matrimonio que compartirían esa noche. 

- Las noches aquí son muy frías.- murmuró la chica.

Avergonzada por lo que estaba apunto de hacer, Eilidh comenzó a girarse lentamente mientras deslizaba el camisón por los hombros haciendo que descendiese hasta su cintura. Ezra la observó detenidamente con deseo relamiéndose los labios. 

Ezra caminó hacia ella despacio, observó sus pechos y subió hasta sus ojos para observarla de cerca. 

Él tomó el mentón de la joven y la hizo observarlo a los ojos. 

- ¿Estás segura de que quieres esto?- preguntó casi en un susurro muy cerca de sus labios.

El corazón de Eilidh iba tan rápido que sentía que en cualquier momento se le saldría, y sentir el calor del cuerpo y la respiración del muchacho tan cerca de su cara le hacía temblar.

Ella trago saliva observando como Ezra se acercaba cada vez más a su boca hasta unir ambas con delicadeza, para poco a poco hundirse más en el beso e introducir la lengua en su boca. Las manos de él pasaron a la cintura de ella despacio, acariciando con delicadeza la piel del abdomen, una de sus manos subió hasta su pecho para estrujarlo con su mano mientras con la otra la acercaba más a él. La lengua de Ezra jugaba en su paladar y eso hacía que algo en ella comenzara a palpitar por la excitación. 

Ezra se separó del beso y se quitó la camisa en un rápido movimiento. Eilidh se mordió el labio observando su abdomen marcado. 

Volvió a besarla esta vez con más agresividad. Agarro su muñeca mientras devoraba su boca y agarró la tela del camisón y la bajó de un tirón junto con su ropa interior con la mano sobrante. La observó detenidamente y se sentó sobre una silla de madera a un lado de la habitación. 

Ezra le hizo un gesto para que se acercase a él. La agarró con fuerza y la sentó sobre él dándole la cara, apoyó las manos sobre sus nalgas y la sentó sobre su creciente erección. Eilidh gimió al instante de sentir su húmeda vagina ser aprisionada de aquella manera. Se le erizó la piel al sentir la boca de Ezra capturar uno de sus pezones para mamar de él. Lo soltó y está vez capturó su boca con sus labios y su cintura con una mano, mientras que su mano libre fue hacia su cuello ahorcándola débilmente. 

- Ez-Ezra...- gimió, y como acto él también soltó un sonido ronco en su oído. 

El chico la agarró de la cintura y la apretó para hacerla descender por erección. Eilidh comenzó a moverse sobre él mientras uno de las manos de Ezra apretaba con fuerza su cuello y con la otra sujetaba una de sus nalgas. 

- Eso es, muévete para mi.- le susurró agarrándola esta vez de la nuca. Ella se inclinó levemente hacia atrás y deslizó su pelvis de adelante hacia atrás sobre él, auto masajeando su intimidad y haciendo mover la verga de Ezra en su interior. 

- Creo que estoy a punto...- dijo Eilidh entre jadeos. 

Al escucharla decir aquello, Ezra la levantó en peso y la tiró esta vez sobre la cama, separó sus piernas e introdujo dos dedos en su interior para moverlos de arriba hacia abajo con rapidez. La castaña gimió al sentir la lengua de Ezra tomar su clítoris, fue en ese momento cuando se dejó llevar por el orgasmo que acababa de tener. 

- Me encanta tu sabor.- musitó Ezra besándola en los labios. 

Ezra tomó las piernas de la chica sobre sus hombre y se colocó en su entrada, se introdujo lentamente. Las apretadas paredes de Eilidh hacían suspirar al muchacho de placer. 

Comenzó a embestirla más deprisa, el choque de sus carnes producía un sonido que se mezclaba con sus jadeos y gemidos. 

- ¡Eilidh!- acabó gimiendo mientras se vaciaba en su interior. 

Ezra salió de ella con cuidado y se reclinó hacia delante para besar sus labios con delicadeza. Se tumbó a su lado y ella apoyó la cabeza en su pecho, sintiendo su calor y su acelerado corazón. 

Nieve en verano (GoT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora