XXIV

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Eilidh despertó en una cabaña desconocida, a los pies de la cama se encontraba dormido el mismo chico que había visto en aquel sueño y junto a él su fiel huargo. 

Llevaba puesta una camisa que suponía que sería de Ezra, miró bajo esta y vio la cicatriz que se había hecho. Paso la yema de sus dedos por esta, aún no podía creer como podía seguir con vida. Por lo que entendía, había muerto, pero el moreno con el poder del que llaman el señor de luz la había revivido para que pudiese cumplir su destino, pero, ¿cuál era su destino?

Se preguntó que hubiese pasado si hubiese huido sola cuando tuvo oportunidad, el destino de Robb era morir en esa boda, no tenía otro camino. Pero ella si, y de todas formas, fue directa hacía el de la muerte. 

- Por fin despiertas.- la voz del muchacho la sacó de sus pensamientos. 

- ¿Cuánto tiempo ha pasado?- preguntó confusa. 

- A penas tres semanas.- respondió Ezra tendiéndole un vaso con agua.- Voy a prepararle algo para comer, debe estar hambrienta. 

Lo tomó de la mano antes de que pudiese irme.- ¿Me explicarás todo esto?

- Le explicaré todo lo que pueda.- asintió. 

No tardó mucho en volver con un plato de estofado acompañado con algo de pan. 

- ¿Por qué yo?- preguntó antes de siquiera darle un bocado a la comida.- ¿Por qué no mi hermano Robb?

- Eso solo lo sabe el señor de luz.- respondió.- Él me hablo pidiéndome que os salvará, yo solo hice caso a su mandato. Nada más. 

- No lo entiendo.- murmuró.

- El señor de luz es sabio, sabe muchas cosas que aún ni han sucedido.- explicó.- Debió de ver algo en tu futuro que le pareció importante que realizaras, no sé nada más. Ahora, come. 

- ¿Qué se supone que debo hacer ahora?- preguntó más bien para si misma con la boca llena de comida.- Ningún norteño va a seguirme tras la muerte de Robb, todos habrán partido ya hacía el Norte. 

- Donde sea que vayáis os acompañaré.- dijo el muchacho.- Debo asegurarme de que no vuelves a elegir el mal camino. 

- ¿Debería fiarme de vos?- cuestionó. 

- Habéis estado tres semanas en mi casa, además os reviví. Creo que os he demostrado de sobra que podéis fiaros de mi. 

Tras terminar de comer Ezra la dejó a solas, la chica necesitaba pensar en qué es lo que haría ahora. No sabía si debía marchar hacia el Norte o hacía el Sur, sea dónde sea no tenía a donde ir. Deseaba ir al Norte a recuperar Invernalia, estaba segura de que tras la traición quienes estarían al mando serían los Bolton. Pero también quería viajar al Sur y acabar con cuanto Lanister que se le pusiera en frente. Ambas ideas ridículas estando ella sola. Pero quizás podría ir al Castillo Negro, allí la protegerían y además se reencontraría con Jon, y quizás juntos pudiesen conseguir algo.

Tres toques en la puerta desviaron sus pensamientos. 

- He pensado que os gustaría daros un baño, he estado limpiándoos estos días, pero no es lo mismo.- Ezra pasó con una palangana llena de agua caliente y una pila. 

- ¿Cómo encontrasteis mi cuerpo, Ezra?- preguntó la castaña. 

- Expusieron el cuerpo de vuestro hermano clavado en una pica, habían cortado su cabeza si la intercambiaron por la de su lobo, una imagen demasiado grotesca de ver, mi lady.- explicó el moreno.- Vuestro cuerpo estaba tirado a sus pies, aún con la daga que os mato en el pecho, estabais sin ropa y completamente manchada de sangre. 

- ¿Cogiste la daga?- preguntó tratando de quitarse aquella imagen de Robb de la cabeza.- Fue un regalo de mi padre, me lo dio antes de ser ejecutado. 

Ezra rebuscó en un pequeño baúl que había en la habitación, sacó la daga y un broche que reconoció en cuanto lo vio. Robb solía llevarlo en su capa, eran las cabezas de dos huargos.

- Pensé que os gustaría conservarlo.- dijo dándoselos.- Os dejaré a solas para que podáis bañaros. Hay algunos vestido en el armario, no son los mejores, pero es lo que pude conseguir mientras dormíais. 

- Muchas gracias, Ezra.- dijo Eilidh agradecida.- No sé cómo podré pagaros todo lo que estáis haciendo por mi. 

Se bajo de la cama y sintió un dolor punzante en todo su cuerpo, sentía como si hubiese estado corriendo durante meses. 

- Es normal que estéis adolorida.- se acercó a ella y le ayudo a llegar hasta la pila.- Dejadme ayudaros.- le susurró. 

Ezra se encargó de desabotonar cada uno de los botones de su camisa que ahora llevaba ella, la dejó a un lado y le ayudo a sentarse en la bañera. Lo primero que hizo fue lavar su cabello, el mechón cabello que antes era una pequeña porción ahora se había esparcido, más de la mitad de su cabeza era de color rubio platino. Después continuó lavándole el cuerpo, se tomó su tiempo para acariciar cada parte de él, la tocaba con delicadeza enjabonándola y luego aclarándola. 

Pasó sus manos por sus hombros, sus pechos y su vientre, hasta que llegó a sus muslos. Los apretó soltando un jadeo en el oído de esta. Eilidh echó la cabeza hacia atrás apoyándose en el hombro de Ezra. Él habilidosamente movió sus manos, podía sentir su humedad a pesar de que estuviera mojada a causa del baño. 

Con sus dedos exploró cada rincón de su intimidad, hasta que la escuchó suspirar complacida.

- Necesitas descansar.- murmuró mientras le acariciaba uno de los pechos.- Sea donde sea que haya decidido ir, será un duro camino. 

-  Quizás solo debería quedarme aquí, disfrutando de vuestro toque.- dijo entre jadeos.- Pero es cierto, debo cumplir ese destino mío. 

Nieve en verano (GoT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora