XXIII

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Eilidh despertó de golpe, le dolía la cabeza, todo le cuerpo en realidad. No fue hasta que bajo su mirada que vio su daga atravesándole el pecho. La sangre se deslizaba por todo su vestido hasta los pies manchando la nieve que pisaba. 

Reconoció el lugar, estaba en Invernalia. Frente a ella estaba el castillo en el que había crecido, veía carruajes entrar y salir, y podía escuchar el ajetreo del interior. 

Corrió hacía allí como una niña corre hacía su madre después no verla durante mucho tiempo. A pesar de su aspecto nadie se percataba de su presencia por lo que simplemente dedujo que ni si quiera podían verla. 

Se sorprendió al ver el lugar lleno de gente, como hace años. Vio a ser Rodrick, más joven de lo que jamás lo había visto, aquello le indico que estaba en un recuerdo, el anciano hacia tiempo que ya no estaba entre los vivos, Theon se había encargado de eso. 

Caminó hacia el interior del castillo, detuvo su marcha al escuchar una suave voz cantar una melodía, buscó de dónde provenía hasta que vio en una de las habitación a una mujer pelirroja meciendo a un bebé en brazos, Catelyn y Robb. 

Si Robb era así de pequeño y ya se encontraba en el Norte, ella y Jon también deberían estar allí. Fua hacía la habitación que habían compartido durante diecisiete años, y como predijo, allí estaban. 

Lord Eddard se encontraba sentada sobre una silla, con uno de los bebés en sus brazos y meciendo la cuna del otro. Se acercó a paso lento, cuando estuvo lo suficientemente cerca uno de los bebés comenzó a llorar, por el mechón de cabello platino supo que se trataba de ella. Su padre comenzó a mecerla en sus brazos tratando de tranquilizarla, pero la bebé observaba a Eiildh con los ojos bien abiertos sin dejar de sollozar. 

¿Esto es la muerte? Se preguntó, ¿estoy destinada a ver mi vida pasar desde mis inicios?

- Eilidh, por favor.- murmuró Eddard tratando en vano que el bebé se calmase.- Eres igual que tu madre. 

Ser Rodrick llegó pidiendo la presencia de Lord Stark en la sala de reuniones, y muy a su pesar el hombre dejó a la bebé al lado de Jon y se fue dejándolos solos. 

Eilidh se acercó a la cuna, los dos niños la observaron con los ojos bien abiertos, ambos grises, idénticos el uno al otro. Acercó la mano a Jon y este tomó su dedo entre su pequeña mano. 

Salió de la habitación, nada más cruzar la puerta dos niños y una niña corriendo se le cruzaron. La niña iba la primera y los otros dos la seguían. Eilidh fue tras ello divertida, sabía perfectamente quienes eran. 

Su marcha se vio interrumpida cuando se chocó con un hombre. Llevaba una armadura roja y su cabello era rizado y piel tenía un tono tostado, su rostro era delgado y afilado, la miraba fijamente con sus ojos azules, que Eilidh no conocía. 

- ¿Quién sois?- preguntó confusa, no solo porque no le sonará haberle visto nunca, si no porque el muchacho parecía ser el único que podía verla en aquel extraño sueño. 

- Ezra, mi señora.- respondió haciendo una reverencia.- Aquí para servirla.

- No soy una señora.- replicó.- ¿Cómo es que tú puedes verme y el resto no?

- Porque soy quien te ha traído aquí.- respondió tomándole la mano.- Y ahora es hora de que vuelvas a la realidad. 

- Espera un segundo.- Eilidh paró el paso.- Necesito una explicación, he muerto, luego he aparecido en estos recuerdos y ahora apareces tú a decirme que eres quien me ha traído aquí. No estoy entendiendo nada. 

- Eilidh, necesito que confíes en mi.- le tomó la otra mano.- Te he traído aquí porque quería que revivieras algunos buenos momentos. Es cierto que has muerto.- llevó la mano a la daga que llevaba en pecho.- Pero puedo llevarte de vuelta, para eso estoy aquí para devolverte la vida.

- ¿Cómo es eso posible?- preguntó confusa.

- Mi dios no es como los que adoráis aquí.- respondió.- Me ha pedido que te salve. 

- ¿Por qué yo?- cuestionó.- No quiero que me revivas, salva a mi hermano en mi lugar, por favor. 

- No puedo hacer eso.- negó.- Él te quiere a ti. 

- ¿A cambio de qué?

- De que sigas tú destino.- respondió.- Antes de que preguntes, no puedo decírtelo, pero tomate esto como una segunda oportunidad de hacer lo que debes hacer. 

- Bien, iré contigo.- aceptó.- Pero déjame ver a mi familia una última vez, por favor. 

- Ven.- Ezra le tendió la mano, y, aunque con algo de duda, Eilidh la aceptó. 

Ezra la guio por los pasillos, atravesaron una de las puertas y la escena que tuvieron ante sus ojos fue cuanto menos enternecedora. Eilidh recordaba aquel momento a la perfección, Lady Stark había tenido que partir hacia Aguasdulces, por lo que tanto ella como Jon habían podido disfrutar de estar donde quisieran sin tener su mirada juzgadora sobre ellos. 

Eddard estaba sentado en una silla, a su lado Robb y Jon, Sansa peinaba su cabellera pelirroja sin prestarle demasiada atención a sus hermanos, Bran y Arya escuchaban atentos la historia que su padre les contaba mientras le acribillaban a preguntas. Eilidh tenía a Rickon, que jugaba con su cabello, entre sus brazos.

- Sois una bonita familia.- susurró el moreno observando la escena. 

- Una familia que ha sido destrozada por los Lannister.- respondió Eilidh con rabia. 

- Si vuelves tendrás la oportunidad de hacer justicia. 

Aquello pareció convencer al corazón roto de la castaña. Ezra la guio hacia el exterior del castillo, caminaron por la nieve durante mucho tiempo, y aún así el frio no traspasaba su piel. 

Se alejaron hasta que no tuvieron nada más a su alrededor que árboles y nieve. Ezra soltó la mano de Eilidh, y las pasó por su rostro peinando algunos mechones rebeldes. De un tirón sacó la daga, sin causarle el más mínimo daño. Dio la vuelta a la muchacha para que quedase de espaldas, comenzó a desabotonar cada uno de los botones del vestido hasta que este cayó a sus pies, deslizó la fina tela que seguía cubriéndola hasta dejarla completamente destapada. 

En el lugar en que había clavado la daga, acabando con su vida, había una herida profunda, que seguía brotando sangre a pesar del tiempo que había pasado. Ezra pasó sus mano por esta manchándose en el proceso. Con las manos ensangrentadas tomó la antorcha que les había estado guiando. 

- Confía en el señor de luz.- murmuró. antes de lanzarle la antorcha. 

Lo primero que prendió fue el vestido, luego las llamas pasaron directamente a su cuerpo, estaba ardiendo y en cierto modo lo sentía bien. Observó al muchacho frente a ella, susurraba unas palabras que le eran imposibles de identificar y antes de que pudiese darse cuenta había caído desfallecida al suelo. 

Nieve en verano (GoT)Where stories live. Discover now