XXVI

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Eilidh había conseguido conciliar el sueño, gracias en parte a Ezra. Pero tras haber dormido apenas dos horas se levantó angustiada. Había soñado con Robb, más bien con su muerte, no podía quitarse de la cabeza la imagen del cuerpo de su hermano cayendo y su mirada perdida mirándola. 

Trató de volver a dormirse pero cada vez que cerraba los ojos las mismas imágenes volvían a su mente atormentándola. 

Se pasó una copa por los hombros y siendo lo más cuidadosa posible de no despertar a Ezra, salió de la posada en la que se hospedaban. Al salir sintió el viento fresco golpeándole, una extraña sensación que le agrado. No había nadie por los calles de la pequeña aldea y lo único que podía escucharse era el silencio, y ahora la respiración de Eilidh. 

Caminó hacia el espeso bosque, pensó que quizás podría encontrarse allí con Brandr, pero el huargo estaba demasiado ocupado tratando de cazar alguna presa. 

Se perdió entre los árboles disfrutando de la sensación que el lugar le causaba. La noche era peligrosa, pero también preciosa. 

Se sentó sobre una roca frente a un pequeño riachuelo. Observó el agua correr y ante sus ojos esta se convirtió en un espeso líquido rojo. Acongojada, se quitó las botas y camino hacia el rio rojo, levantó su vestido y sumergió sus pies.

Durante su viaje había escuchado a muchas personas hablar y burlarse de lo sucedido a los Stark, muchos hablaban de como el crio que se hacia llamar rey en el Norte había acabado con la cabeza de su lobo en la suya, monstruoso. Muchos otros se jartaban de como habían arrojado el cuerpo de Catelyn Stark al río, burlándose de las tradiciones de los Tully. Otros , se reían mientras contaban que habían escuchado como Walder Frey se había follado a la bastarda de Eddard Stark con el cuerpo de su hermano aún presente. Y ahí se dio cuenta como el peso que habían tenido los Stark en los siete reinos se había perdido, al menos fuera del Norte. 

Pensó en como en unos pocos meses todo había cambiado tanto, en como su vida se había ido a la mierda. 

Jon se había separado de ella, su padre y hermanas habían viajado al sur y ahora jamás volvería a ver a su padre, no sentía que su despedida hubiese sido suficiente, cuando se despidieron lo hicieron pensando en volver a verse, y ahora eso jamás sucedería. Y ahora le habían arrebatado a Robb. No sabía si alguna vez conseguiría volver a ver a Sansa y Arya, ni que era de Bran y Rickon. La realidad es que estaba sola. 

Había pensado que quizás lo mejor que le podía haber pasado hubiera sido morir en el salón de los Frey, pero ya que la habían traído de vuelta debía vengar a su familia, a la casa de su padre. 

No quería otra oportunidad para poder vivir una vida tranquila como cualquier campesina, podría hacerlo. Pero lo que ella quería era venganza, quería que cada persona que había estado involucrada en la caída de su familia pagara por ello. 

Rezaría cada día a los dioses antiguos por la muerte de los Lannister, desearía ser ella misma quien arrancase la cabeza de Joffrey de su cuerpo con Hielo. Sonaba sádico, pero el simple hecho de imaginarse la escena la hacia disfrutar. 

Los leones le habían arrebatado lo más importante que tenía y ahora ella no pararía hasta que lo pagaran. Un león parece más feroz de un lobo, pero no es más astuto. 

De camino a la posada escuchó pasos a sus espaldas junto con dos voces masculinas, sabiendo de que podía tratarse sacó un pequeño puñal que había escondido en la capa. 

- Una dama no debería vagar sola a estar horas de la noche.- escuchó a una de las voces. 

- Para mi suerte no soy una dama.- respondió sin darse la vuelta ni detener el paso. 

Sintió un apretón en su hombro, se giró bruscamente ya con el puñal en alto, cortó la garganta del hombre causando que el otro desenvainase la espada. 

Echó hacía un lado el cuerpo del hombre que acababa de mandar y se fijo que en su traje llevaba el blasón de los Lannister. 

- No deberías haber hecho eso, puta.- masculló el hombre preparándose para atacarla. 

- Lo que tu no deberías hacer es subestimarme, podría ganarte aún desarmada.- se burló.

El muchacho se lanzó hacia ella con la espada en alto, pero lo cierto es que no era demasiado habilidoso, posiblemente era uno de los muchos campesinos que entraban a formar parte de un ejército porque no podían mantenerse de otra manera, Eilidh sintió pena por el durante un pequeño instante, pero cualquier rastro de compasión hacía el se fue cuando recordó a quien servía y como le habían acechado, si se hubiese tratado de una mujer que no sabía defenderse, posiblemente le habrían violado hasta que la pobre muchacha no pudiese más. 

Cuando corrió hacia ella, le esquivó sin problemas y con un golpe en la espalda consiguió tirarle al suelo. Son darle tiempo a levantarse, desde su sitio y con una excelente puntería consiguió ensartar el puñal en la parte trasera de su cuello. Se acercó hasta él y lo terminó de clavar hasta que la punta de este apareció por la parte delantera del cuello. 

Nieve en verano (GoT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora