XXXIV

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- A penas acabamos de reencontrarnos y ya debemos separarnos.- dijo Eilidh abrazando a Jon.- Sabes que te apoyo en todo, pero, ¿estás seguro de lo que estás haciendo?

- No.- Jon respondió con sinceridad.- Pero creo que es lo que hay que hacer, lo que debo hacer.- le acarició el cabello.- ¿Qué harás ahroa?

- No lo sé.- contestó.- Ahora que soy una Stark, quizás pueda llamar a los señores del norte, pero dudo que ellos quieran aceptar a Stannis como su rey, puede que incluso renieguen de mi por eso. 

- Eilidh Stark.- murmuró Jon.- Suena bien. 

- Es lo que siempre soñamos, ¿no es así?- dijo Eilidh con una sonrisa.- Siento que en cierta forma estamos renegando de nuestra madre. 

- Ni si quiera sabemos quien es.- negó Jon.- Y no creo que alguna vez lo sepamos, padre se llevó ese secreto a la tumba. 

- Me gusta pensar que sigue viva, en algún lugar.- dijo Eilidh.- Quizás algún día nos encontremos con ella. 

- Quizás.- sonrió Jon. 

- Prométeme que no volverá a pasar tanto tiempo como la otra vez.- pidió Eilidh con voz ahogada.- No pasará tanto tiempo hasta que volvamos a estar juntos. No quiero volver a estar solo de nuevo, Jon. 

- Te lo prometo.- el castaño dejó un beso sobre la frente de la chica. 

Los dos hermanos volvieron a abrazarse, habían estado separados durante muchos años, sin saber nada él uno del otro. Ahora que se habían encontrado, les costaba volver a despedirse, porque ambos tenían miedo de que pudiese suceder lo mismo otra vez. Pero ahora los dos tenían responsabilidades, Jon como Lord Comandante de la Guardia de la Noche, y Eilidh como Stark y legítima heredera de Invernalia. 

Eilidh se quedó en las puertas hasta que Jon desapareció completamente de su campo visual. Mirando el blanco paisaje, se mantuvo allí unos instantes, cada día lo hacía esperando el regreso de Brandr, deseaba que volviese junto a sus hermanos, aunque fuera solo con uno. 

- Lady Stark.- por un instante no reconoció que aquel llamado iba para ella.

- ¿Sucede algo?- preguntó al muchacho vestido de negro. 

- El maestre Aemon ha solicitado que vaya a verle.- la rubia aceptó sin dudarlo

Sabía del mal estado en el que se encontraba el anciano y era probable que no durase más de una noche. 

Al entrar a la habitación en la que el anciano descansaba le vino una sensación de frío que le caló hasta los huesos. Junto a la cama se encontraban, Sam y Elí junto a su bebé.

- ¿Daella?- preguntó el anciano mirándola fijamente a pesar de que a penas podía ver.- A pesar de todo el tiempo que ha pasado aún conserváis vuestra juventud. 

- Soy Eilidh Stark, maestre Aemond.- la chica se acercó hasta sentarse a un costado de la cama. 

Aemond levantó su mano temblorosa hasta la mejilla de Eilidh, luego la dejó caer acariciando su cabello. 

- Sam, llevas aquí demasiado tiempo.- dijo Eilidh mientras se levantaba para alcanzar un vaso para el maestre.- Deberías ir a descansar, mañana tendrás que hablar por él.

- Eso no puedes saberlo.- respondió Sam negando que el anciano fuese a morir. 

- Yo me ocuparé de él esta noche.- Eilidh volvió a ocupar su lugar y tras llenar el vaso con agua se lo acercó a la boca al maestre.- Necesitas descansar. 

Con insistencias de Elí, Sam accedió a ir a su habitación para descansar. 

A pesar de que durante la visita de Sam y Elí, el maestre había estado delirando sobre su juventud, con Eilidh el anciano se había mantenido en silencio. 

- Puedo reconocer a un dragón cuando lo veo.- dijo casi en susurros.- Es imposible no hacerlo, no todo el mundo tiene la presencia que nosotros tenemos. Aunque yo la perdiese al unirme a la Guardia de la Noche. 

- Por mucho que uno renuncie a sus título, es imposible hacerlo a quién es.- dijo Eilidh. 

- No todos los Targaryen tienen la fuerza de los dragones, no al menos desde hace años.- murmuró el viejo.- Perdimos mucho en la danza de dragones. No hay nada peor para una casa que una lucha interna.

- Los seres humanos somos demasiado ambiciosos.- dijo Eilidh.- Nos ensartamos en luchas entre nosotros reclamando títulos como si nos perteneciesen. Stannis proclama que el trono de hierro es suyo por derecho, pero lo único que hizo su hermano fue asesinar a quien antes lo ocupaba. Aunque el trono fuese de los Targaryen estas tierras no lo son, Aegon el conquistador simplemente llegó al continente y se impuso ante la gente que ya lo habitaba.- con un paño quitó el sudor que le escurría por la frente al maestre.- Espero que algún día todas estás luchas acaben. 

- Cuando quien está destinado a reinar lo haga, habrá paz en los siete reinos.- murmuró el anciano. 

La casa Tragaryen siempre ha sido conocida por su habilidad de controlar a los dragones, pero algunos de ellos también nacen con el don de mirar hacia el futuro, en su momento se conocían como soñadores, aunque ahora eran pocos los que sabían de este don. 

El maestre Aemon había tenido un sueño, aunque ni si quiera el mismo sabía identificar si era por los delirios anteriores a la muerte. 

Había visto a un lobo huargo negro con alas de dragón llegar al salón del trono de hierro. En el salón había representantes de las grandes casas, un león, un kraken, un gran venado. Todos observaban atentos como el lobo, con las patas y el hocico manchados de sangre ajena, caminaba por el pasillo que se había formado hacia el trono que ahora le pertenecía. Consiguió sentarse en el trono, y todos se arrodillaron ante él. El lobo soltó un quejido al cortarse con una de las espadas del trono. 

- Pues esperemos que lo haga pronto.- dijo Eilidh.- Ni si quiera sé a quién debería apoyar. 

- Solo sigue lo que la intuición te diga, Eilidh... Stark.

Eso fue lo último que dijo el maestre Aemon antes de cerrar sus ojos para siempre.

Eilidh fue a avisar a los guardias, que se encargaron de sacarla de allí como si nunca hubiese visto un cadáver. Al verles sacar el cuerpo del anciano se dio cuenta que era la primera persona que veía en mucho tiempo morir de viejo, últimamente todo a su al rededor era tan sangriento que la opción de morir de anciano se había eliminado totalmente de su cabeza. 

Nieve en verano (GoT)Where stories live. Discover now