Nieve en verano (GoT)

XXII

Lord Walder Frey se había encargado de que el salón del castillo estuviese perfectamente preparado para celebrar la boda entre Edmure Tully y su hija.

La muchacha había resultado ser bastante agraciada en comparación con sus hermanas, lo que había sido un alivio para Edmure cuando le vio el rostro por primera vez.

Después de que la boda se celebrase llegó el momento del gran banquete. No solo disfrutaban ellos, en el exterior del castillo habían preparado su propia fiesta, era un día de celebración.

Eilidh estaba sentada al lado de Talisa, comía, pero no demasiado. Observaba al resto reír y disfrutar de la música.

- Majestad.- Lord Frey llamó desde lo alto de su silla.- El septom ya ha soltado los rezos, se han pronunciado palabras y Lord Edmure ha envuelto a mi pequeña en su capa. Pero aún no son marido y mujer, la espada necesita una vaina.- aquel comentario arrancó varias risas.- Y una boda necesita un encantamiento, ¿qué opina, mi señor?

Robb se puso en pie ante las peticiones de la multitud.- Si creéis que ha llegado el momento, Lord Walder, desde luego que vamos a encamarlos.

Varios hombres fueron a por Rose mientras que las mujeres a por Edmure.

- Tradiciones típicas de salvajes.- murmuró Eilidh rondando los ojos.

Los músicos cambiaron de canción, la primera que había atraído la atención de Eilidh en toda la noche. Si no se equivocaba era Las lluvias de Castamere, escrita por la victoria de los Lannister contra la casa Reyne de Castamere.
Frunció el celó confusa por la elección de música, por qué tocarían eso ante un Stark, más aún en la situación en la que se encontraban.

- Majestad.- Lord Walder se levantó.- Me parece que he sido descuidado en mis deberes, os he ofrecido carné, vino y música. Pero no os he demostrado la hospitalidad que os merecéis. Mi rey se ha casado y debo a mi nueva reina un regalo de bodas.

Desde su asiento Eilidh observó a su al redor, había comenzado a desconfiar de todo esto, algo iba mal.
Repentinamente Catelyn se puso en pie abofeteando a Lord Bolton y nombrando a su hijo como advertencia.
Esa acción dio lugar a que uno de los hombres fuese por la espalda de Talisa y le apuñalase en repetidas ocasiones en el vientre. En un rápido movimiento Eilidh, desenfundó la daga que llevaba atada al gemelo y se la clavó en la frente haciendo que cayese muerto.
Una flecha se clavó en el torso de Robb y comenzó una masacre para los hombres de los Stark.

Eilidh luchó todo lo que pudo, aunque poco pudo hacer, acabó recibiendo una fecha en la espalda que la tumbó. Sintió como su vestido comenzaba a empaparse de sangre y su visión a distorsionarse.

Vio a Catelyn tendida en el suelo, y a su hermano arrastrase hacia el cadáver de Talisa.
En un rápido movimiento, Lady Stark se levantó y tomó a la esposa de Walder Frey.

Todo el mundo estaba concentrado en la pelirroja y desde su posición vio el momento indicado para huir, si era lo suficientemente sigilosa podría salir de allí, y quizás con vida. Solo tenía que arrastrase y una vez fuera correr hacia el bosque, estaba segura de que podía conseguirlo. Pero a pesar de que anhelaba irse, no podía simplemente hacerlo y dejar atrás a su hermano. Si se iba, se salvaría, si no, moriría, pero moriría con él.

- Lord Walder, ya basta.- pidió con una cuchilla en el cuello de la mucha.- Poned fin a esto, por favor. Es mi hijo, mi primogénito, soltadlo y os juro que olvidaremos todo, lo juro por los dioses antiguos y nuevos, no nos vengaremos.

- Ya me hicisteis un juramento aquí mismo, en mi castillo.- exclamó el viejo.

Dejando en un segundo plano la discusión, Eilidh fue moviéndose al ras del suelo hasta Robb, que miraba en shock el cuerpo de su esposa.

- Robb, mírame.- pidió tomándolo por el rostro.

- Estaba embarazada.- murmuró.- Llevaba a mi hijo en su vientre.

- Lo siento, pero no es algo que podamos solucionar.- dijo con pesar.- Debemos salir con vida de aquí, por ella, Robb. Solté a Brandr, si salimos acudirá a ayudarnos.

Sin hacer caso a las súplicas de su hermana, Robb se levantó y Lord Bolton no perdió la oportunidad de acercarse a él.

- Los Lannister os mandan recuerdos.- dijo antes de darle la puñalada que acabaría con él.

El cuerpo de Robb cayó sobre Eilidh, que se aferró a él todo lo que pudo.
Rota de dolor, Lady Catelyn degolló a la esposa de Lord Walder marcando así también su final.

- Te quiero, hermana.- murmuró Robb en su último aliento.

- Yo también, Robb.- lo abrazó contra ella mientras lágrimas caían sin cesar.

Eilidh era la única que quedaba en pie, Lord Bolton trataba de hacerla levantar, pero se negaba a soltar el cuerpo de su hermano.

- A la bastarda quiero conservarla.- dijo Lord Walder.- Quizás la convierta en mi nueva esposa o mejor solo la tengo como mi puta.

- Te arrepentirás de esto.- dijo entre lágrimas.- ¡Todos lo haréis!

Lord Bolton dio un último tirón que la hizo soltar a Robb.

- El Norte nunca olvida.- dijo levantando el rostro, estaba manchado de su propia sangre y de la de Robb, además de lleno de lágrimas.- Y yo nunca perdono. Aún muerta pienso perseguiros hasta que sepa que sufrís un mal mucho peor que el que habéis provocado hoy.

Con manos firmes y sin dar tiempo a nadie a reaccionar llevó el puñal a su pecho, clavándoselo directamente en el corazón.
Cayó sobre sus rodillas y luego golpeó su cabeza contra el suelo, pero poco sentía ya. Utilizó su último aliento para observar por última vez el rostro de su hermano, aunque estaba estaba con la mirada perdida al vacío.

Aquella noche se conocería como la Boda Roja, la gran victoria de los Lannister contra el rey del Norte, un rey demasiado joven a quien en ocasiones el peso de la corona le vino grande.
Todos recordarían al joven lobo y se harían canciones sobre sus victorias y también sobre su trágico final. Pero pocos serían los que recordarían a su hermana, la bastarda de su padre, que se mantuvo a su lado en todo momento, que prefirió morir con él a una vida como prisionera de su asesino.

Eilidh Nieve estaba destinada a grandes cosas y quizás si no hubiese elegido la muerte las habría conseguido. Quizás había elegido el camino erróneo, o quizás no.