VII

327 25 11
                                    

A la mañana me cuesta abrir los ojos, pero notó que el derecho ya se abre un poco más, lo que es bueno.
Siento el lado de la cama vació y el olor a pan recién horneado llega a mi, decido quedarme un poco mas en la cama, mientras mis pensamientos me rodean.

¿Será mejor un levantamiento? si la gente consigue reunir el valor suficiente, podría ser nuestra oportunidad. Dado que yo lo he iniciado todo, podría hacer muchas cosas, aunque ni idea de cuál es exactamente. Sin embargo, decidir no huir es un primer paso crucial, tengo que cambiar este mundo, este sistema, quizás para Rue sea demasiado tarde, pero para Prim, para sus hermanas y otros niños no es tarde, debo hacerlo.

Decido tomar una pequeña ducha, mientras me lavo el pelo siento que tocan la puerta.

—¿Si?

—Preciosa, cuando termines, te espero abajo. Pasaré por lo de Haymitch a dejarle un poco de pan.

Termino de cambiarme, con ropa de Peeta, y bajo por las escaleras con cuidado, no quería mas moretones en mi cuerpo, en la mesa salía aun vapor de la taza de chocolate caliente, me apresuro a tomarla mientras cortaba un poco de pan.

Pasaron minutos para escuchar la puerta abrirse y un Peeta congelado entro por la misma.

—Es imposible caminar, es una tormenta muy grande. —Camino hacia la chimenea.

—¿Puedo usar el telefono? Para llamar a mis padres.

El asiente, aun congelado.

Camino hacia el telefono, marco el numero de mi casa y espero tres notos antes de escuchar la voz de mi padre.

—¿Si?

—Hola, soy yo. —Digo. —¿Como esta Gale?

—Mejor, la medicina esta funcionando pero vamos a intentar ponerle mas nieve. Hija. —Habla despues de unos minutos en silencio. —Quedate ahí, al menos hasta que pase la tormenta. Pero dile a Peeta que mantenga las manos lejos de ti.

—Le dire. ¿Me llamarás cualquier cosa?

—Por supuesto, mi sinsajo. Te quiero.

Corto y deje el telefono en su lugar. Mire a Peeta quien ya habia recuperado su color habitual mientras tomaba una taza de chocolate, seguramente.

—¿Estan bien?

—Si, me ha dicho que me quede hasta que pase la tormenta, pero que mantengas las manos lejos de mi. —Le dedico una sonrisa timida.

—Imposible.

Pasamos el día siendo nosotros mismos, contando anécdotas o simplemente en silencio, ahora estábamos ambos acostados, el sol habia bajado muy deprisa, como si se quisiera ocultar.

Me gustaría ser como el sol a veces, y desaparecer por unas horas.

—Peeta.

—¿Si?

—Me aburro.

Suelta una risita y comienza a pasar sus yemas por mi brazo, causandome un escalofrío. Miro sus ojos cafes, tenían un brillo especial, me miran con amor. Sin evitarlo, me acerco mas para unir nuestros labios en un beso lento.

Desde aquella vez en el tren no habiamos vuelto a tener indimidad, aunque si algunos besos subidos de tono pero nada mas que eso.
Nos alejamos por falta de aire y vuelve a retomar sus caricias en mi brazo.

–¿Alguna vez estuviste enamorada de él? 

Su pregunta me toma por sorpresa. 

–Nunca, en realidad, son contadas las veces que salimos a cazar sin Katniss, ella es la que nos presento y se como mujer, que ella no lo ve con ojos de amigos. Solo que ayer, verlo asi de expuesto y recibiendo tanto dolor, no pude evitar entrometerme, lo siento, no lo pensé. 

–Esta bien preciosa, hubiesemos hecho lo mismo, esa forma, esa exigencia, esa forma de actuar tan violenta.. Dios, ni siquiera en los juegos.

–Debemos hablar con Haymitch apenas pase la tormenta, creo que es importante. 

Él asintio y me acomode de forma que pase sus brazos por mi cintura y me abrace, mis ojos comenzaron a pesarme y termine durmiendome. 

En cierto momento, Clove, la chica del Distrito 2, entra en mis sueños. Me persigue, me sujeta en el suelo y saca un cuchillo para cortarme la cara. La hoja se me hunde en la mejilla y me abre una raja profunda. Entonces Clove empieza a transformarse, se le alarga la cara hasta convertirse en hocico, le sale pelo por todas partes y las manos se convierten en garras, aunque los ojos permanecen iguales. Se convierte en una mutación de sí misma, en la creación del Capitolio con aspecto de lobo que nos aterrorizó la última noche en la arena.
Echa la cabeza atrás y deja escapar un largo y espeluznante aullido, que otros mutos repiten cerca de nosotras. Clove empieza a lamer la sangre que sale de mi herida, y cada lametón hace que me duela más la cara. Dejo escapar un grito ahogado y me despierto sobresaltada, sudorosa  y estremecida.

Peeta duerme al lado mio, su respiracion sigue normal, me levanto con cuidado de la cama y camino hacia el baño,  miro mi herida por el espejo y me lavo la cara con cuidado, camino de nuevo hacia la cama donde me recuesto y me apego a Peeta, lo abrazo de forma que me hace pensar en que no puedo perderlo. 

Hace menos de un día estaba lista para perderme en la naturaleza con mis seres queridos en pleno invierno y para la posibilidad, muy real, de que el Capitolio nos persiguiese. Una empresa poco segura, como mínimo. Sin embargo, me estoy metiendo en algo aún más arriesgado: luchar contra el Capitolio supondrá una represalia inmediata.

 Tengo que aceptar que pueden detenerme en cualquier momento, que alguien llamará a la puerta, como anoche, y un grupo de agentes entrará a por mí.

Que quizá me torturen, me mutilen o me metan una bala en la cabeza en plena plaza del pueblo, si soy lo bastante afortunada para morir tan deprisa. El Capitolio cuenta con un epertorio infinito de asesinatos creativos. Me imagino todo eso y estoy aterrada, pero, afrontémoslo, es algo que siempre he tenido en la cabeza, aunque en segundo plano.

He sido tributo en los juegos; el presidente me ha amenazado; me han dado un latigazo en la cara; ya soy un objetivo.

Ahora viene la parte más difícil, aceptar el hecho de que mi familia y mis amigos podrían compartir el mismo destino. Prim. Sólo necesito pensar en Prim para que mire mi solución de protegerla es cosa mía.

No puedo dejar que el Capitolio le haga daño.
Entonces, de repente, me doy cuenta: ya lo han hecho. Mataron a su padre en esas espantosas minas; no hicieron nada para evitar que se muriera de hambre; la eligieron como tributo y después la obligaron a ver cómo la amiga de su hermana luchaba a muerte en los juegos. Ha sufrido mucho más que yo a su edad, e incluso eso palidece en comparación con la vida de Rue.

Prim... Rue... ¿No son ellas la principal razón para intentar luchar?

Porque lo que les han hecho está tan mal, tiene tan poca justificación, es tan malvado que no existe alternativa. Porque nadie tiene derecho a tratarlas como las han tratado.

Sí, eso es lo que tengo que recordar cuando el miedo amenace con paralizarme. Lo que estoy a punto de hacer, lo que todos nosotros nos veamos obligados a soportar, es por ellas. Ya es demasiado tarde para ayudar a Rue, pero quizá no lo sea para esas cinco caritas que me miraban desde la plaza del Distrito 11;

no es demasiado tarde para Rory, Vick y Posy. No es demasiado tarde para Prim.

Si la gente consigue reunir el valor suficiente, podría ser nuestra oportunidad. También tienen razón cuando dicen que, dado que yo lo he iniciado todo, podría hacer muchas cosas, aunque ni idea de cuál es exactamente. Sin embargo, decidir no huir es un primer paso crucial.




>>>>>>>

Buenasss, volví. Pienso terminar con esta parte ya esta semana, asi que atentos a los nuevos capitulos.  Muchas gracias por tomarse el tiempo de leerla, reirse y llorar conmigo, dejar su voto y sobretodo los comentarios, los aprecio un monton y siempre los leo, no dejen de comentar. Me dan ganas de seguir escribiendoles. 
Mañana nuevo capitulo. 

Mi salvación -Peeta MellarkTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang