XVIII

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Peeta va a por su cuaderno con las notas sobre los vencedores y nos reunimos en el compartimento del televisor para ver quiénes serán nuestros enemigos. Estamos todos preparados cuando empieza a sonar el himno que da comienzo a los resúmenes de las ceremonias de los doce distritos.

En toda la historia de los juegos ha habido un total de setenta y cinco vencedores. Cincuenta y nueve siguen vivos. Reconozco muchas de sus caras, ya sea por verlos de tributos o de mentores en anteriores juegos, o por haber visto hace poco sus grabaciones de vencedores. Algunos están tan mayores o destrozados por enfermedades, drogas o la bebida que no logro ubicarlos.

Como cabría esperar, en los distritos 1, 2 y 4 es donde más tributos profesionales hay. No obstante, todos los distritos han logrado arañar al menos un vencedor y una vencedora.

Las cosechas avanzan deprisa.

Peeta coloca con minuciosidad una estrella junto a los nombres de los tributos elegidos. Haymitch observa, vacío de emociones, mientras sus amigos suben al escenario. Effie hace comentarios ahogados y afligidos como: «Oh, no, Cecelia no». O: «Bueno, a Chaff nunca le ha gustado perderse una buena pelea». También suspira con frecuencia.

En cuanto a mí, intento tomar notas mentales de los demás tributos pero, como el año pasado, sólo me quedo con unos cuantos. Están los guapos hermanos, hombre y mujer, del Distrito 1 que ganaron en años consecutivos cuando yo era pequeña.

Brutus, un voluntario del Distrito 2, que debe de tener al menos cuarenta años y, al parecer, está deseando volver a la arena.

Finnick, el atractivo chico de cabello de bronce del Distrito 4 que fue coronado hace diez años, a la edad de catorce. También llaman a una joven histérica de cabello castaño al viento en el Distrito 4, aunque la reemplaza rápidamente una voluntaria, una anciana de ochenta años que necesita un bastón para llegar al escenario.

Después está Johanna Mason, la única vencedora con vida del Distrito 7, que ganó hace unos cuantos años fingiendo ser una enclenque.

La mujer del 8 a quien Effie ha llamado Cecelia parece tener unos treinta años y debe separarse de tres niños que la aferran con fuerza.

También eligen a Chaff, un hombre del 11 muy amigo de Haymitch.

Después me llaman a mí y a Haymitch. Y Peeta se ofrece voluntario. Una de las presentadoras llega a ponerse llorosa porque, al parecer, la suerte nunca estará de parte de los trágicos amantes del Distrito 12. Después se calma y dice que seguro que son «¡los mejores Juegos del Hambre de la historia!».

Haymitch sale del compartimento sin decir palabra, y Effie, después de unos cuantos comentarios inconexos sobre los tributos, nos da las buenas noches. Me quedo sentada mirando cómo Peeta arranca las páginas de los vencedores no seleccionados.

—¿Por qué no duermes un poco? —me dice.

—¿Qué vas a hacer tú? —le pregunto, no queria irme a dormir sin él.

—Revisar mis notas un rato. Así me haré una buena idea de a qué nos enfrentamos. Aunque tendré que repasarlo contigo por la mañana.

—Me quedo, no quiero dormir sola. —Le respondo y lo veo negarse.

—Debes descansar. Vamos, lo podemos revisar juntos mañana. —Me dice y me toma en brazos, tal cual una princesa.

O una recién casada. No tendremos boda, no podremos ver a nuestro abrojo crecer, rapidamente mis ojos se llenan de lagrimas e intento esconderme en su pecho antes de que estas comenzaran a salir, tardo exactamente un minuto en darse cuenta de que lloraba.

—Todo estará bien, no te dejare sola. —Me beso la frente y abrió la puerta con cuidado, aun sin bajarme. 

Me dejo recostada mientras el se cambiaba para dormir; sacarse la remera y el incomodo pantalon, y darme una remera suya para dormir. Me cambio con cuidado, sin ganas y sin dejar de llorar. 
Nos recostamos y tapamos, Peeta me acerca a su pecho y comienza hacerme masajes en mi cabeza, logrando que me calme de apoco, en silencio, dandome mi tiempo para llorar sin preguntas.

Peeta es el compañero que todas las persona se merecen en la vida, esa persona que te brinda sin dudas un lugar seguro.

Mi salvación -Peeta MellarkWhere stories live. Discover now