XII

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Mis pies dan varios pasos atrás automáticamente y me camuflo entre los árboles. Me tapo la boca con el guante para dispersar el vaho blanco de mi aliento en el aire helado. Noto cómo se me dispara la adrenalina, llevándose consigo todas las preocupaciones del día, para concentrarme en la amenaza inminente que tengo delante. ¿Qué está pasando? ¿Acaso Thread ha encendido la alambrada como medida de seguridad adicional? ¿O se ha enterado de algún modo de que he escapado de su red? ¿Está decidido a dejarme fuera del Distrito 12 hasta que pueda capturarme y detenerme? ¿Arrastrarme a la plaza para que me encierren en una celda, me azoten o me cuelguen?

«Cálmate»

No es la primera vez que me quedo fuera del distrito por culpa de la electricidad. Me ha pasado unas cuantas veces a lo largo de los años, pero Katniss siempre estaba conmigo, así que las dos elegíamos un árbol cómodo en el que acomodarnos hasta que apagaban la valla, cosa que siempre acababa sucediendo.

Si llegaba tarde, papá solía ir a la Pradera para comprobar si la alambrada estaba cargada para que mi madre no se preocupase.

Sin embargo, hoy mi familia no se imaginará que estoy en el bosque.

Me he molestado en darles pistas falsas para despistarlas, así que, si no aparezco, se preocuparán, Peeta se preocupará, querrá buscarme. Y parte de mí también está preocupada, porque me parece que no es una coincidencia que electrifiquen la valla el mismo día que decido volver al bosque.

Creía que no me había visto nadie meterme bajo la alambrada, aunque ¿quién sabe? Siempre hay espías pagados.

Alguien informó sobre el beso que le dio Katniss a Peeta en este mismo sitio, pero fue a plena luz del día. ¿Habrán colocado cámaras de vigilancia? Es algo que me he preguntado antes. ¿Así averiguó el presidente lo del beso? A pesar de que todavía era de noche cuando me metí por el hueco y llevaba la cara cubierta con una bufanda, la lista de sospechosos de entrar ilegalmente en el bosque debe de ser muy corta.

Intento atravesar cuidadosamente a través de los árboles, más allá de la alambrada, para ver la Pradera. Sólo encuentro nieve húmeda iluminada aquí y allá por la luz de las ventanas del borde de la Veta. No hay agentes de la paz a la vista, ni indicios de persecución. Sepa Thread o no que hoy he dejado el distrito, mi estrategia no varía: entrar en el distrito sin que me vean y fingir no haber salido nunca.

Ok, _____, piensa. 

Cualquier contacto con la valla o los bucles de alambre de espino que protegen la parte superior significaría una electrocución instantánea. No creo poder meterme excavando bajo la alambrada sin arriesgarme a que me detecten y, en cualquier caso, el suelo está helado.

Eso sólo me deja un opción:
Tengo que pasar por encima de algún modo.

Empiezo a caminar siguiendo el límite de los árboles en busca de uno con una rama lo bastante alta y larga para encajar en mis planes. Al cabo de un kilómetro y medio encuentro un viejo arce que podría valerme. Sin embargo, el tronco es demasiado ancho y helado para trepar por él, y no tiene ramas bajas. Me subo a un árbol cercano y salto como puedo al arce, a punto de resbalarme con la corteza y caer. Al final consigo agarrarme bien y subo centímetro a centímetro por una rama que cuelga sobre el alambre.

Al mirar abajo, recuerdo por qué Katniss y yo siempre esperábamos en el bosque en vez de intentar enfrentarnos a la valla: hay que estar al menos a seis metros de altura para no freírse. Supongo que mi rama estará a unos siete. Es una caída peligrosa, incluso para alguien con años de práctica en los árboles, pero ¿qué otra opción me queda? Podría buscar otra rama, pero ya es casi de noche y la nevada tapará la luz de la luna. Aquí, por lo menos, veo abajo un banco de nieve para amortiguar el aterrizaje.

Aunque encontrase otra rama, lo que dudo, ¿quién sabe sobre qué saltaría? Me cuelgo la bolsa vacía del cuello y bajo lentamente hasta quedar colgada de las manos. Me detengo un instante para reunir el valor suficiente y después me suelto.

Noto que caigo y me doy contra el suelo, notando una sacudida que me recorre toda la espalda. Un segundo después, el trasero da contra la nieve. Me quedo tirada, intentando evaluar los daños. Sin levantarme, noto, por el dolor en el talón izquierdo y la rabadilla, que estoy herida, aunque no sé hasta qué punto.

Espero que sean sólo moratones, pero, cuando me obligo a levantarme, sospecho que también me he roto algo. De todos modos puedo andar, así que me pongo en movimiento intentando ocultar el cojeo lo mejor que puedo.

Mis padres no deben saber que he estado en el bosque, ni Peeta. Necesito inventarme una coartada, aunque sea floja. Como algunas de las tiendas de la plaza siguen abiertas, entro en una y compro tela blanca para vendas; ya nos queda poca.

En otra compro una bolsa de caramelos para Peeta, aun que quizas voy a necesitar mas que unos caramelos para pagar la preocupación. Me meto un caramelo en la boca y noto cómo la menta se funde en la lengua; entonces me doy cuenta de que es lo primero que como en todo el día.

Pretendía comer en el lago, pero cuando vi las condiciones en las que estaban Twill y Bonnie no quise quitarles ni un solo bocado. Cuando llego a casa, el talón izquierdo ya no soporta ningún peso.

Decido decirle a mi madre que estaba intentando arreglar una gotera en el tejado de nuestra antigua casa y me resbalé, con mi padre no habría problema. En cuanto a la comida, no concretaré a quién se la he dado. Me arrastro hasta la puerta, lista para dejarme caer delante del fuego; en vez de eso, me llevo otra sorpresa.

Dos agentes de la paz, un hombre y una mujer, están de pie en la entrada de la cocina. La mujer permanece impasible, aunque veo una breve expresión de sorpresa en el hombre. No me esperaban. Saben que estaba en el bosque y que debería seguir allí, atrapada.

Mi salvación -Peeta MellarkWhere stories live. Discover now