Lily
28 de febrero, 7:52 PM
Con la salida de febrero en nuestro año, el frío quiso dar una última función con todas las estrellas en el cielo. Residir en la frontera con Canadá puede ser una maldición y una bendición cuando más le apetece al día. Estoy abrigada hasta los dientes, y aunque muchas veces prefiero el frío que el calor, hoy no es uno de esos días.
Gracias al clima nevado, tuvieron que cerrar la ruta a mi casa en el bus, asi que aquí estoy, caminando bajo el frío invierno frente al edificio de Garvaty & Midcom Enterprises. Es la única ruta rápida a mi casa, y estoy deseando no encontrarme con ninguno de los dos que llevan al mando este lugar.
Al pasar si me tropiezo con alguien, pero no es quien yo pensé, si sería algo cliché que pasara. Termino de cruzar la calle y es cuando mi respiración vuelve a la normalidad, agradezco no haber tenido escándalos hoy, mucho tendré con el qué Damiano me dará ahora por verme llegar caminando y no permitir que me buscara.
Llámenme doble moral, pero no haría que condujera más de 20 minutos ida y vuelta hasta mi trabajo.
Al llegar al pórtico de mi casa, volteo hacia la casa de mi vecina, todas las luces están apagadas, seguramente ya están dormidos. Abro la puerta y cierro solo con seguro, quizás en un rato venga Damiano. Le envío un mensaje de aviso y me voy a la cocina, tengo algo de hambre.
Luego de un rato, a la mitad de hacer los huevos revueltos, alguien toca a mi puerta, asumo que es quien yo creo, así que camino hasta la puerta apagando los huevos. Abro la puerta sin mirar limpiando mi blusa.
-Yo que pensaba que ya estabas dormi...- Al voltear, me detengo en seco, sabía que mínimo habría un drama hoy, la puta que me parió -¿Que haces aquí?- Pregunto curiosa, y algo enfadada, siquiera me avisó y son las 9 de la noche.
No responde a mi pregunta, el simplemente se aparta, mostrándome a la segunda persona que menos quería ver hoy.
Los prometidos del año están en mi pórtico, y digamos que no son muy amistosos con sus visitas.
-Hola, Lily- Saluda Christine con una sonrisa.
-Corrijo mi pregunta, ¿Que hacen aquí?- Pregunto de nuevo mirándolos a ambos.
-Ella es la que quería venir, a mi no me metas- Responde Carlos sentandose en un banco de mi pórtico.
-Es cierto, quería venir a verte- Responde Christine a la acotación.
-¿Miss engreída quería venir a verme?, debo estar soñando- Respondo cruzando mis brazos. El frío empieza a calar en mis extremidades, así que me muevo para dejarla pasar -¿Tu no vienes cabeza dura?- Pregunto hacia el moreno más testarudo del norte.
Lo piensa por un segundo y se sacude antes de entrar. Cierro la puerta sin mirar a ningún otro lado, Carlos se sentó en mi sala, pero no veo a Christine hasta que entro en la cocina.
-¿Que estás haciendo?- Pregunto al verla manejando mis fogones.
-Estaban por quemarse las tostadas, perdón por meterme...- Responde ella echándose hacia atrás, reviso las tostadas que efectivamente se iban a quemar, apago el fogón y volteo a mirarla.
-Gra-gracias...- Respondo, ella sonríe amablemente antes de sentarse en la barra.
-Quería hablar contigo, seriamente- Pide mirándome a los ojos. Yo me siento en la barra dándole la señal de que puede hablar -Tu y yo desde el minuto uno no nos llevamos bien. Fui muy prejuiciosa cuando fui a dónde trabajas, y eso aunque no se crea siempre se nota, supongo que tú lo hiciste y por eso respondiste- Cuenta cruzando sus manos sobre la mesa.
-Tus prejuicios no me importan, soy amiga de una persona que fue criada igual que tú, te recuerdo- Respondo hacia ella, sin poder dejar de voltear a ver a Carlos en mi sala -Solo quería ponerte en tu lugar, es todo- Acoto después, sin mirarla a los ojos todavía.
-Te faltó más agresividad para dejarme en mi lugar esa vez, pero aún así, debido a mi fin en el odio hacia Carlos, se me formuló la idea de disculparme con las personas que les hice daño. Quizás no fuiste una de esas, pero quiero disculparme aún así. Eres una gran chica, y Carlos siempre habla de ti, quizás yo solo necesito conocerte para saber que no eres lo que yo pensé- Su habladuría me aburrió a la mitad, me llamó la atención el comentario sobre Carlos, quizás vivo en su mente más de lo que yo pensaba.
-¿Estás insinuando que seamos amigas o algo así?- Pregunto incrédula.
-No amigas desde ahora, pero hey, podemos salir y quien sabe, quizás Miss engreída no sea tan mala compañía...- Refuta refiriéndose a si misma, me saca una sonrisa por el uso de mi apodo.
-Espero que entiendas que no parare de llamarte así desde ahora...- Refuto de vuelta, con la misma sonrisa.
-Mientras solo tu me llames así...- Responde Christine, levantándose de la barra y acercándose a mi. Por un momento pienso que se quedará frente a mí, pero en realidad me da la vuelta y me abraza por los hombros -Es bueno saber que vivo en tu mente lo suficiente para que me idees un apodo tan bueno...- Agrega muy cerca de mi oído, demonios, no llevamos más de veinte minutos de conversación y ya mi vagina está pidiendo atención.
-¿Que estás haciendo Christine?- Pregunto intentando mirar su rostro.
-Ganandome tu confianza...- Responde, su respiración roza mi cuello por un milisegundo, pero se sintió tan eterno que toda mi piel se erizó.
-Chris- Llama Carlos al nombre de mi acompañante -Tu madre está como loca, te quiere en casa cuánto antes- Responde con el celular en la mano, sorprendiendose por la escena en sus ojos.
-Supongo que dejaremos esto para después- Responde Chris en mi oído, dejándome totalmente fría ante esa acotación. Ambos caminan a paso rápido, sin dejar despedirme de ellos. Aún estoy en shock por lo de Chris, y pasa un rato para que me recupere de ello. Damiano no contestó mis mensajes, y mientras comía me sentí algo sola.
Trataré de dormir, aunque dudo poder dormir recordando la voz de Miss engreída en mi oído.
Me cago en la puta de los millonarios, siempre haciéndo que los mortales plebeyos no podamos superar sus acciones.
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Christine aveces es tan arrecha de verdad, alguien que le diga que le baje.
Afemex fuera, viboritas...🤎
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4 de Reinas
General Fiction"El conocimiento es poder, y eso siempre conlleva orden..." El acuerdo que arreglaron Eduardo y Dominic apenas abrieron su empresa fue claro, que sus hijos se casaran para dejar la empresa en manos de la misma sangre, claro está que no importa cuánt...
